Apariencia de Ángel tenía ella, una mujer que se vio obligada a casarse con un hombre que no conocía , mejor dicho que no conoce durante los tres primeros años de dicho matrimonio , acostumbrada a su soledad en aquella mansión un día de la nada se ve obligada a actuar como toda una señora ante su regreso . El era tan frío con una apariencia de demonio que nadie podía llegar a pensar que en su vida existiera lugar para la familia o el amor pero todo cambia cuando se ve en la obligación de cumplir su papel dentro de aquel matrimonio y la conoce a ella .
¿ Podrá existir entre ellos más que una unión por obligación ?
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capitulo 7
Axel no tardó en estacionarse frente a la casa; descendió del auto con garbo y fue a abrirle la puerta a Anna. Sin embargo, ella salió por su cuenta, tambaleante, justo cuando Axel le daba instrucciones al guardia de seguridad. Anna se adentró por el ala oeste de la mansión, acercándose al tranquilo estanque rodeado de rosales florecidos.
Al darse cuenta, Axel aceleró el paso para alcanzarla. Sabía que ella estaba muy tomada y que cualquier tropezón podría ser peligroso.
—¿Qué haces aquí, Anna? Vamos adentro —dijo Axel, sujetándola del brazo.
Pero Anna se apartó con una sonrisa traviesa y dio un traspié.
—¡Oblígame! —respondió con un deje juguetón, caminando hacia el muelle, balanceándose de un lado a otro.
—No seas infantil, detente —advirtió Axel,perdiendo la paciencia, intentando mantener el control mientras la seguía.Ignorándolo, Anna apuró el paso.
Axel la alcanzó y volvió a tomarla del brazo, donde la encontró sonrojada por la risa contenida
—No es divertido, Anna. Vamos a la casa—insistió, con voz firme.
—Ya te dije que no, Axel. Tú ve, yo me quedo aquí —respondió con un tono desafiante y malcriado.
—¡Basta! —gruñó él, claramente frustrado.
—¡Ay! ¡Bájame! ¿Qué haces? —exclamó ella, pero antes que pudiera reaccionar, Axel la alzó por las piernas y la cargó sobre sus hombros. Anna pataleaba y protestaba, pero él no cedió.
—Cállate —ordenó Axel, dándole una palmada juguetona en la nalga mientras ella golpeaba su espalda sin obtener respuesta.
Con paso firme, Axel entró en la casa y subió las escaleras hasta su habitación con facilidad, demostrando su estado físico impecable.
Al entrar, lanzó a Anna sobre la cama, aunque ella le sujetó un brazo y lo hizo caer encima de ella.
La respiración de ambos estaba agitada, y Axel no sabía si se debía al esfuerzo de cargar a Anna o a la cercanía en la que ahora se encontraban. Sintió el ritmo acelerado del pecho de ella justo debajo del suyo.
Sin pensarlo, juntó sus labios a los de Anna en un beso intenso y ardiente.
Anna correspondió, y Axel se apoyó en un codo para no aplastarla mientras con la mano libre acariciaba suavemente su rostro.
Ella parecía rendida a la pasión, y un gemido escapó de su garganta cuando él bajó la mano desde su mejilla hasta su cuello y luego sus pechos, rozando con delicadeza sobre la tela fina del vestido.
Su caricia continuó hasta el muslo que Anna tenía flexionado a su lado.
La sostuvo firme por las caderas, fundiéndose en una mirada profunda y silenciosa. Anna, sonrojada y con los labios hinchados, lo miraba fijamente, hasta que rompió el silencio con voz entrecortada:
—¿Por qué demonios me has besado?
—Disculpa, fue un impulso —respondió Axel, pasando una mano nerviosa por su cabello—. Además, tú comenzaste esta noche.
—Yo solo trataba de librarme de ese gilipollas del club. Tú no tienes excusas —replicó Anna, despojándose de los zapatos y dirigiéndose al baño con paso decidido.
—Vete al demonio —gruñó Axel, saliendo con un portazo.
Anna se quedó frente al espejo enorme del baño, observándose con las mejillas encendidas y los labios inflamados, consciente de la excitación que sentía, algo nuevo para ella. Ninguna otra persona la había tocado así. Se quitó el vestido y la ropa interior, y se metió en la ducha, buscando disipar la borrachera, aunque la sensación del beso persistía, dejándole un hormigueo en la piel.
Al salir, Axel aún no había regresado, así que se puso un pijama y se metió en la cama.
Cuando Axel volvió, la encontró profundamente dormida. No pudo evitar sonreír al recordarlo: ese beso lo había dejado inquieto, excitado incluso. Nunca nadie lo había provocado así con un simple beso. La observó dormir: parecía un ángel, dulce y vulnerable, aunque su carácter era un demonio.
¿Cómo podría imaginar que aquella mujer, que dormía como una niña, era la misma que había captado todas las miradas con su porte imponente al entrar al club y al restaurante? Axel se duchó y se metió en la cama, con ese pensamiento rondándole.
Anna despertó con un fuerte dolor de cabeza. Intentó moverse, pero algo la retenía: era Axel, pegado a ella, abrazándola como un oso. A pesar de su imponente presencia despierta, dormido parecía más joven y calido, casi un ángel. Recordó entoces el día que Axel se presentó: vestido de negro, con una mirada tan poderosa que la estremeció.
El título de la historia debería ser,
"Alcohólica por inmadura".
Tener todo a manos llenas, no siempre es bueno. 🤔😒🤨🇨🇴