Siempre Juntos... |Trilogía: En Las Buenas Y En Las Malas #2

¿Qué hacía su asistente con el número de la señorita Buller? No, ¿qué hacía ella con el número de su asistente?

—¿Siguee ahí?

Parpadeando para salir de la confusión, Dion regresa a su oído el celular.

—Si, sigo aquí.

—¿Puede pasarme a Memo?

—Él... Ahora está indispuesto y no puede responder.

Y si no lo estuviera, yo lo dejaría indispuesto.

—Entonces hablaré otrro...

—¡No! ¡No! —le detuvo y miró al dormido en el sofá, por suerte, seguía así —Si tiene algo que decirle puedo darle su recado sin problema.

—Oh... ¿Es su asistente?

Mirando, nuevamente a su asistente, entre cierra los ojos.

—Algo... Así.

—Yo... Sólo quería... Pedir perdón... Por lo de esta mañana.

Esa frase, le hacen regresar a la realidad.

—¿Se refiere a lo que paso con mi... Con el señor Park? —pregunta, apartándose de su dormido asistente para dirigirse a la ventana con vista a la ciudad

—Oh, dioses, hasta usted lo sabe... ¡Pero que vergüenza! —se escucha un jadeo del otro lado —¡Lo siento de verdad! —un sollozo —No espero poder hablar con el señor Park en persona, ya que es un hombre ocupado, pero al menos espero que Memo pueda pasarle mis sinceras disculpas.

Dion, observa sobre el hombro hacia Memo.

—Ya lo hizo.

—Si, si, pero... Si hay algo más que pueda hacer por el señor Park... No duden en pedírmelo... Yo... Hip' perdón...

Con una sonrisa, el oji miel observa el cielo nocturno.

—¿Está ebria?

—No... No... —un balbuceo del otro lado —Yo... Odio emborracharme.

—¿En serio?

—Ujum' —silencio —Odio que el alcohol te prive de lo más básico.

—¿Eso sería?

Silencio.

—Autocontrol. —un leve murmullo —El alcohol... Te hace perder el juicio y hacer... Cosas... —un suspiro

—Entiendo. —susurra y cambia de tema ya que, al parecer, ese era delicado para ella —Regresando al tema anterior... ¿Haría lo que fuera por el señor Park?

—¿Para reparar mi error? si.

Una sonrisa triunfal adorna el rostro del oji miel.

—En...

Su frase es interrumpida por un ronquido. Mira a su asistente, pero no viene de él. Sonríe y observa el aparato de donde viene el sonido.

—¿Señorita Buller?

Pero solo hay silencio del otro lado. Lanzando una risita, corta la llamada...

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.

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Memo abre los ojos con lentitud y pega un brinco del susto cuando ve a su jefe, sentado delante de él, reclinado hacia adelante, los codos sobre las piernas, las manos juntas sobre su rostro y entre ellas, su celular.

—Señor... Perdón, me he dormido... ¿Qué hora es?

—4:50 a.m. —murmura este, pero sin mirarlo, pensativo

Pasando la mano sobre el rostro, el oji azul suspira.

—Lo siento. —menciona mientras se sienta

Dion Park, repara en él desde que se levantó.

—Tienes 10 segundos para decirme, ¿cómo es que mi futura esposa tiene tu número antes que el mío?

Guillermo, palidece.

...[...]...

Tina abre los ojos cuando el olor a café inunda todo el lugar. Levanta la cabeza y se da cuenta de que está en el sofá y Andrea no está a su lado.

Invocada, la rubia aparece por el pasillo con una toalla sobre su cabeza.

—Espero que no te moleste que haya tomado ropa tuya para cambiarme...

La castaña sacude la cabeza y bosteza con fuerza.

—No estabas en condiciones para irte sola con la borrachera que te pusiste.

Andrea asiente.

—¿Sabes lo que me costó subirte al sofá?

La oji aceituna busca a tientas su celular y observa la hora. Siendo las 8:00 a.m de un domingo, podría decirse que no estaba mal para un desvelo.

—¿Quieres café? —pregunta la oji gris mientras se dirige a la cocina

—¿Qué... —en su celular hay un registro de llamada reciente

A las 4 de la mañana había marcado a alguien.

No, no, no...

Buscando entre sus cosas, encuentra la carpeta de la entrevista. Compara el número escrito ahí con el que ha marcado y ambos coinciden.

—Imposible... —se levanta de un salto

—¿Con leche o... ¿Que tienes?

Un calor sube por todo el cuerpo de la trigueña, levanta la mirada y clava sus ojos en su amiga.

—Me emborrachaste ayer, ¿verdad?

La rubia la mira con asombro y tragando saliva asiente.

—¡Lo necesitabas Tina! Estabas muy estresada y luego de la tercera copa cuando empezaste a emborracharte juro que no te iba a dar más, pero tú me lo pediste.

—¡Sabes que no debes darme más alcohol! Odio emborracharme... ¡Lo sabes!

—¡SI! —suspira su amiga —Pero estabas llorando y quejándote que no creí que te molestaría. No hicimos nada malo, Tina, no salí a gritarle a nadie y tú no hiciste... —la frase queda a la mitad cuando la castaña le muestra su celular —¿Qué es eso?

—El número del asistente personal de Dion Park, lo llamé... Borracha, Andrea. ¡NO RECUERDO LO QUE LE DIJE! —grito

—Oh, dioses...

—Vete.

—Tina...

—An, vete no quiero hablar contigo ahora. Por favor...

La rubia asiente y dirigiéndose a su bolso, la mira por última vez.

—Fue mi culpa Tina, espero me perdones. —dicho eso, su amiga se fue de su casa

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.

.

Sin ánimos, Tina mira las noticias en el televisor mientras se sirve un poco de té.

Era finales de otoño y el frio se podía sentir más, así que en parte agradecía poder estar arropada en su sofá con una gran manta.

Suspirando, deja caer la cabeza en el respaldo del sofá y cierra los ojos unos instantes, su respiración se hace más pausada y el sueño, se hace presente.

Se había peleado con Andrea y ahora, pasaría su domingo sola. Sabía que no debía enojarse con ella, pero odiaba como el alcohol te hacía perder la noción de todo y actuar de maneras violentas o humillantes y en ocasiones como la de ella, sin recordar nada del día anterior.

«—¿A dónde crees que vas?

—Padre...

—¡Tina, corre!»

Abriendo los ojos con sobresalto, mira hacia la entrada de su casa. Le pareció haber escuchado ruido afuera.

Su corazón latió con desesperación.

Estas sensible y paranoica.

Pero de nuevo, lo escucho.

...Toc, Toc......

Se endereza y observa su puerta, pero no responde. Los golpes se detienen así que sigue mirando la televisión. ¿Debería llamar de nuevo a Memo para disculparse?

¡Ni de loca!

...Toc, Toc......

Rodando los ojos, se levanta del sofá y colocándose sus pantuflas, se dirige a la entrada.

—¿Si? —pero nadie responde —¿Si, diga? —abre la puerta y se petrifica ante el hombre que esta delante de ella —Ah... Eh...

—Buenos días, señorita Buller.

—Ah... Señor...

—¿Puedo pasar?

—Eh... Ah... —sacude la cabeza —Si, si, adelante.

Con titubeo se aleja de la puerta para dejar entrar a su casa al mismísimo, Dion Park.

—Señor Park... —carraspeando, se aclara la garganta —¿A qué debo el honor? —pregunta mientras lo dirige a su sala y lo invita con un gesto a pasar —Siéntense, por favor...

—Gracias... —él toma lugar frente a la televisión

Con un leve temblor, Tina toma el control y apaga el aparato.

—¿Te, café...?

—Estoy bien, gracias. Realmente no espero tardar mucho...

—Entiendo. —murmura y se sienta delante de él

El silencio se instala y ambos permanecen callados.

—Reagende.

La castaña parpadea y le mira sin entender a lo que se refiere

—No...

—La entrevista. —aclara el peli negro mientras desabrocha el primer botón de su saco

—Ah, claro... —apartando la mirada de esa acción, Tina le sonríe —Me alegro que lo haya hecho.

Le alegraba y le sorprendía que lo haya hecho tan rápido.

—Sin embargo, me dijeron que usted ya no trabajaba en Vanity.

La sonrisa de la trigueña va desapareciendo a medida de los recuerdos de su primer encuentro.

—¡Oh! ¿Vino por su traje, cierto? Yo... Se lo pagaré, se lo prometo.

El señor Park sonríe y Tina disimuladamente, bajar la mirada para no sonrojarse ante él.

—No se preocupe, no vine por el traje.

—¿Los zapatos?

Dion Park, sacude la cabeza

—No vengo por nada que tenga que ver con el accidente. Sin embargo, me pareció extraño que hubiera dejado de trabajar en la revista. ¿Se debió a lo ocurrido en Dominion?

¿Tendría que mentir?

—Eh... Si.

—Si gusta, puedo...

Tina sacude la mano rápidamente para restarle importancia al asunto

—No se preocupe, en parte entiendo a mi jefe porque no fui por mi cuenta, sino, representando a Vanity y deje en ridículo el nombre de la revista. Así que es una reacción normal, ¿no?

—¿Pero está trabajando ahora?

Sonríe, cada vez más apenada con él

—Bueno, me despidieron hace dos días, pero espero estarlo pronto...

De nuevo, el silencio. Pero Tina es quien lo rompe.

—Y... ¿Quién lo va a entrevistar?

—Una mujer llamada Yolanda.

Dion sonríe cuando la ve poner los ojos en blanco

—Que bien. —sisea la castaña

—¿No le agrada? —quiere saber el señor Park, mientras alza una ceja con interés y sus labios se estiran en una delicada sonrisa

—No no... —sacude la mano —Ella es la indicada, se lo aseguro —asiente con lentitud

Tal vez, Yolanda, si pueda casarse con el hombre más guapo y codiciado del país.

Mirando su reloj, el señor Park, arruga el entrecejo y la mira

—Bien, lamento interrumpirla un domingo en la mañana, pero tenía un poco de tiempo antes de una junta importante...

¿En domingo?

Aún así, Tina asiente.

—Oh, si, si, ¿de qué desea hablar?

Dion Park se acomoda el traje gris que lleva el día de hoy, uno que le quedaba a muerte mientras sus ojos color miel se clavan en los de Tina

—Vine a hacerle una propuesta señorita Buller.

—Ah... Cl-claro.

—Señorita Buller, me gustaría que se casara conmigo.

—Oh, claro que... ¿¡QUÉ!? —jadea y se hunde un poco más en el sofá —¿¡Cómo por qué!?