Mi Guardaespaldas Un Amor *Prohibido*

Catherine tragó en seco. Y permaneció en silencio durante algunos segundos, pues no esperaba que Valentina le recordara que ella fue quien la comprometió con Adrien.

-- Entonces por qué te molestas, si sabes que este compromiso, es una alianza que puede garantizar, nuestra posición. --

Gabriel, que amanecía a unos pasos, reservado en silencio. Sabía que la discusión iba a escalar, y que Valentina no iba a dejarse doblegar. La conocía demasiado bien.

Valentina caminó lentamente hacia su madre, con la elegancia de una reina que no teme a ninguna advertencia.

-- ¿Has dicho nuestra posición? -- replicó con una sonrisa amarga. -- ¿O tu posición, madre? --

El rostro de Catherine se endureció. -- No seas ingrata. Todo lo que tienes, todo lo que eres, me lo debes a la visión que he tenido, para ti. --

-- Lo que tengo hoy en día, es porque lo he conquistado por mí misma. -- respondió Valentina, su voz firme como un filo de acero. -- Y no, no necesito a Adrien, para seguir de pie.

La tención entre madre e hija llenó el aire como una tormenta contenida. Catherine, acostumbrada a la obediencia y a la sumisión de quiénes la rodeaban, se enfrentaba ahora a su hija que había aprendido a

desafiarla con la misma intensidad con la que había aprendido, ella a desear lo prohibido.

Sus miradas se cruzaron, un duelo silencioso donde se mecían el poder de la experiencia contra la insolencia de la juventud. Gabriel permanecía inmóvil, pero sus ojos no se apartaban de Valentina. Sabía que ella estaba jugando con fuego, más de frente a él. Con Adrien, y con su propia madre. Y, sin embargo, era precisamente la esencia de Valentina: un huracán imposible de contener.

El silencio que siguió tan espeso que ni siquiera el viento se atrevió a moverlo. Catherine respiro hondo, ajustó el broche de su chaqueta y dio media vuelta, caminando de regreso hacia el automóvil. Pero antes de subir, lanzo una última advertencia.

--No subestimes las consecuencias de tu desiciones, Valentina. Adrien no es un hombre que tolere un rechazo, y yo... tampoco.

El auto se alejó, dejando atrás de sí, un aire enrarecido, cargado de amenaza. Valentina permaneció de pie en la terraza, con el corazón acelerado, pero la expresión imperturbable. Gabriel se acercó lentamente, sus pasos sonaron sobre la piedra.

--No deberías provocarla de esa forma. -- Murmuró, Gabriel.

Valentina se giró hacia él con una sonrisa desafiante. -- ¿Y acaso eso no es lo que hago contigo también? -- La tensión volvió a encenderse entre ambos. Valentina sabía que Catherine podía intentar controlar. Su futuro con Adrien, pero lo que nunca lograría arrebatarle. Era ese instante de libertad, con ese beso prohibido que aún ardía en su memoria. Y que la seguía uniendo, de una manera peligrosa, su destino. Gabriel.

La tarde había caído sobre la villa con una suavidad engañosa. El cielo se tenía de dorados y lilas, como si quisiera pintar un cuadro perfecto, pero Valentina no encontraba la paz en esa calma aparente. Desde hacía días sentía que el aire se volvía denso, cargado de rumores, de movimientos que escapan de su control. Adrien Beuamont, con su vital sonrisa impecable y su elegancia cuidadosamente cultivada, había comenzado a mostrar un rostro distinto: decidido, calculador dispuesto a avanzar por encima de ella, sin su consentimiento.

Valentina se hallaba en su despacho, la luz de la lámpara bañando los documentos que fingía revisar. Sus dedos jugaban con la pluma estilográfica, dibujando formas sin sentido sobre el papel en blanco. No había podido quitarse de la cabeza la sospecha: Adrien estaba tramando algo, avanzando con planes que ella. Jamás había autorizado. Su madre, Catherine, había mantenido un silencio extraño, como si supiera más de lo que decía. Y ese silencio encendía en Valentina un fuego de desconfianza.

Fue entonces cuando escuchó los pasos firmes de Gabriel. siempre vigilante, siempre atento, entro sin el protocolo habitual de tocar la puerta. Sus ojos, oscuros y atentos, no dejaban espacio a dudas. estaba molesto. Cerró la puerta tras de sí, con un movimiento seco, y en su mano traía un fajo de periódicos doblados y un sobre con fotografías.

-- Necesitas ver esto, Valentina. -- Dijo con voz grave, dejando caer los periódicos sobre el escritorio.

El impacto fue más sonoro de lo esperado. Valentina levantó la mirada, sorprendida por el gesto brusco de Gabriel. Conocía su temperamento contenido, ese dominio de sí mismo que lo hacía tan impenetrable. Pero en ese instante había algo distinto. Un rastro de indignación apenas controlada.

Valentina tomó el primer periódico. En la portada, una fotografía a todo color que la dejó helada. Adrien, sonriente, estrechando manos con diseñadores de renombre, caminando entre regalos flores y telas de seda, acompañado de Catherine. El titular rezaba.

"Beaumont prepara la boda del año: detalles exclusivos"

El corazón de Valentina de un vuelco. Pasó las páginas con creciente furia y desconcierto: bocetos del vestido de novia, reservaciones en un palacio histórico, lista de invitados confirmados, e incluso declaraciones de Adrien sobre lo "enamorados y unidos" que estaban. Todo sin una palabra suya.

--¿Qué es esto? -- susurró con incredulidad, aunque sabía que no era un montaje.

Gabriel. Posó ambas manos sobre el escritorio, inclinándose hacia ella.

-- Lo que adrien está haciendo a sus espaldas. No ha pedido su autorización, no ha esperado tu aprobación. Ha decidido continuar con todo como si usted no tuviera ni voz ni voto. -- su tono de Gabriel endureció.

-- Está usándola, Valentina. Y el mundo entero cree que usted está de acuerdo.

Valentina abrió el sobre con manos temblorosas. Dentro había fotografías aún más explícitas: Adrien visitando joyerías para escoger las alianzas, posando con decoradores, incluso observando discretamente un retrato suyo, como si hubiera querido incluir su imagen en la fotografía del evento. Cada imagen. Era un golpe directo a su dignidad.

-- No puede ser. -- murmuró, Valentina apretando los labios.

-- Esto... esto es una farsa. --