La Muerte De Lina

Salí de la agencia y camine a la parada del autobús.

Me quedé pensando en como cambiar el billete, regrese a comprar un café, agradecía que hubiera una cafetería cerca, ya que era una zona muy exclusiva sin tiendas cerca.

Pedí mi café y pague con el billete, me dieron cambio, le dije al chico que si tenia monedas se lo iba a agradecer, el me sonrió y me entrego monedas, yo sonreí coqueta.

Era lindo, además necesitaba las monedas.

En la entrada de la cafetería estaba Nicolás, mirándome serio.

Te dije que yo iba a llevarte a tu casa.

Lo siento se... Me miró enojado.

No quería molestar, Nicolas además no estabas en la oficina me dijo tu secretaria.

El miraba mi café.

Vaya consigues rápido los números de teléfono de los chicos.

Yo mire mi café y tenía el número del chico, yo me puse roja.

Vamos niña es hora de ir a casa, dijo abriendo la puerta de la cafetería.

Me abrió la puerta del auto y cuando me subí, le dijo a su chófer que me llevara a mi casa.

Cerro la puerta y el se quedó parado, mire por la ventana que regreso al café.

Llegue a casa y le agradecí al chófer.

Al entrar a mi casa Gustavo estaba, cocinando.

¿Que haces aquí?, dije asombrada.

Voy a preparar la cena, tu padre está cuidando a tu mamá porque tuvo un accidente en la textilera.

¿Dónde están mis papás?, dije preocupada.

En su habitación, tranquila ella está bien.

Subí corriendo a ver a mi madre, ella estaba en la cama tenia la mano con vendajes.

¿Estás bien?, dije nerviosa.

Si estoy bien solo que por despistada metí la mano donde no tenía que meterla, me dieron casi un mes de incapacidad, hay tanto que pagar, decía llorando.

Tranquila vamos arreglar las cosas.

Gustavo nos tuvo que prestar para las medicinas que vergüenza.

¿Cuando fue? dije nerviosa.

Fueron 800 pesos, decía mi papá.

Baje rápido las escaleras, Gustavo me miró y sonrió.

Gracias por todo, toma, le entregué los 800 pesos, el me miró asombrado.

Déjalo no me lo pagues linda.

Por favor Gustavo, ya bastante haces por nosotros y lo menos que quiero es deberte dinero, tómalo. Muchas gracias. Le di el dinero y lo abrace.

El me abrazo, es difícil no querer ayudarte Tamara, dijo en mi oído. Yo me aleje de él.

¿Por qué?

Por qué eres un mujer muy linda, cuando sonríes.

Gracias por tus cumplidos pero vamos a dejar algo claro, ahorita no estoy de ánimos para que me digan que soy linda, prefiero mil veces que me llamen horrible, dije saliendo enojada de la cocina.

Entre al cuarto de mis padres, enojada.

Ya le pagué a Gustavo y quiero que dejen de meterlo a la casa, el tipo me tira la onda y yo no quiero ser grosera, por favor yo ya fui clara con el, espero ustedes sean claros con el.

Mi papá sonreía y mi mamá me miraba asombrada.

Me acosté en mi cama y le llame a mi amiga Natalia para contarle mi día, le dije del teléfono del chico de la cafetería y de la declaración de Gustavo.

Ella se carcajeaba, le dijiste a Gustavo que prefieres que te digan horrible, o sea que prefieres que te digan cómo el señor Nicolas.

Pues si el fue sincero soy horrible, deje de ser linda desde que ella murió.

Ay amiga, estás loca.

Me despedí de Natalia.

Al día siguiente llegué temprano a la oficina, Nicolas también llegaba.

¿Por qué llegas tan temprano?

Es que el autobús solo pasa temprano, si tomo el que sigue llegó tarde y me gusta ser puntual.

El sonrió.

Muy bien, y llamaste al chico de la cafetería.

No, ni loca llamo a un chico, yo no soy de las que busca a los hombres, a mí me gusta que me llamen, dije sonriendo mientras me iba a mi área de trabajo.

Nicolas, entro a su oficina sonriendo.

Estaba terminando de acomodar los aretes y el se me acerco.

¿Que aretes son los que más te gustan?, dijo tan cerca que brinque asustada.

Lo siento no quise asustarte, decía riéndose fuerte.

Lo mire enojada y le arroje unos aretes, el los esquivo.

No cambies Tamara, dijo sonriendo, levanto los aretes.

Son lindos, creo que te quedarían bien.

El los dejo en la mesa y salió de ahí.

Yo lo mire asombrada, que carajos fue eso, pensé.

Ese día estuve pensando en lo que dijo, me estaba tirando la onda, o solo le gusta molestarme.

Estás distraída, decía Jaqueline

Lo siento, es que mi mamá tuvo un accidente y necesito dinero.

¿Quieres que te preste?

No claro que no, solo que estaba pensando en vender algunas cosas.

Puedes vendernos a nosotras ¿que te gustaría vender?.

Preparo unas galletas muy ricas, pero no creo que las compren, tienen muchas calorías.

Bueno puedes prepararlas diferente.

Si puede ser.

Tenía un poco de dinero ahorrado para mí graduación, pero tenía que ganar un poco más para ayudar a mis padres.

Esa tarde llegué a casa y saque mi dinero, corría a la tienda a comprar los ingredientes para las galletas.

Las chicas habían hecho un grupo, para hacerme pedidos, todas me pedían, estaba feliz porque iba a recuperar mi dinero invertido y ganaría algo.

Llegue tarde pero sabía que no había problema, la puntualidad aqui no importa, además me la pasé toda la noche trabajando que no dormí mucho.

Llegue con las cajas y se las entregaba a las chicas, todas estaban comiendo felices.

Magda las miró.

Eso es basura, decía tirando las galletas de Jaqueline.

Oye, decía Jaqueline molesta.

Vamos tienen que cuidar su peso.

Son de avena no tienen muchas calorías, dije nerviosa.

Aquí no se pueden vender cosas niña, decía Magda enojada.

perdón es que yo ...

Ella no sabía nada de esa regla, decía Celia.

Esto no le va a gustar al jefe, decía Magda saliendo enojada.

Me van a correr, niñas, decía llorando.

Tranquila te vamos a defender, además solo comimos una, decía Lucia.

Magda regreso y me miró enojada.

Te llama el jefe, camine con una caja de galletas en la mano que era para su secretaria.

Su secretaria me miró asombrada, tomó la caja de galletas y la escondió.

Cuando entre, Nicolás estaba en una llamada y gritaba en francés.