Quiero a mi novio, pero últimamente discutimos mucho y ya no sé que hacer. Ha metido a su ex novia a su casa pero él asegura que no pasa nada entre ellos. Mi sexto sentido me dice que algo va mal, aunque no tengo pruebas. Hace poco conocí a un niño y no paramos de tener infortunios. ¡Ahora soy su tutora! ¿Por qué no puedo sacarlo de mi mente?
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Mini obsequio
Había pasado una semana y media desde que las tutorías comenzaron. En resumen, transcurrió con muchos inconvenientes. Y sinceramente no me sorprendía. Leo era una caja llena de sorpresas y muy excéntrico. Diariamente, él se encargaba de hacerme saber su descontento por recibir tutorías: saltó desde su ventana para escapar de mí, fingió tener fiebre, huyó al club de baloncesto en complicidad con sus amigos y se encerró en las duchas a jugar videojuegos, tomó el celular de la señora Hirma y haciéndose pasar por ella, me envió un mensaje diciendo que ya no eran necesarias las tutorías porque irían a visitar a su abuela que estaba enferma y en su lecho de muerte (en realidad llevaba más de diez años muerta, ni los huesos existían porque emplearon cremación y fue arrojada a un río de su ciudad natal)
Incluso dijo que tenía clases extras en el instituto para los exámenes de recuperación, cosa que fue mentira. Y como no soy estúpida, ese día fui hasta su instituto y lo llevé de regreso a casa amarrado a mí con unas esposas de juguete que encontré en un viejo disfraz guardado dentro de mi armario. Luego de eso, me dejó de hablar por dos días, ya que según él, le hice pasar vergüenza frente a sus compañeros de clases. Además, en esa oportunidad, pude sentir como las niñas me fulminaban con la mirada y hablaban de mí a mis espaldas. Obviamente no presté atención, pero me hizo reafirmar que tal vez Leo si era de esos chicos que solían llamar "populares"
Cualquier cantidad de técnicas había empleado para que Leo aprovechara las tutorías: desde hacerlas lo más dinámicas y entretenidas posibles, con paciencia y comprensión; hasta ponerle correa de perro para que no se escapara; desde tratarlo bonito hasta gritarle y decirle "Tripa verde" Pero él sencillamente se negaba a tomarme el serio.
Tal situación ya la había discutido con su madre, y aunque ella estaba clara de la clase de joyita que tiene, me pidió que mantuviera la calma porque según ella "no es un mal chico"
Todos los días llegaba exhausta a casa y apenas tenía ganas de hacer las tareas de la universidad. Javier, en lugar de ser un apoyo, terminaba causándome más estrés. Quería estar junto a él, pero últimamente sus intenciones eran solo pelear. Seguía sin aceptar que estuviera trabajando sin necesidad, ya que aseguraba que eso restaría nuestro tiempo juntos y lo dejaría en segundo plano. Al menos un día antes de su viaje de negocio se levantó con el pie derecho después de explicarle la situación millones de veces, se portó lindo conmigo e incluso fuimos más allá de unos simples besos. Extrañaba tanto su tacto...le quería mucho y el estar en malos términos me enfermaba.
La cruda realidad me puso de nuevo los pies sobre la tierra: el día que tendría que partir para su viaje de negocios finalmente había llegado. Lo despedí en el aeropuerto y me prometió que traería recuerdos.
Mis días ahora eran demasiado tranquilos para mi gusto, sin contar a la amenaza de Leo. Mis preciadas vacaciones llegaron junto a la partida de mi novio y más allá de las tutorías, tenía tiempo de sobra.
No había algo en especial que hacer de momento. Lilly vivía demasiado lejos de la casa de Iván y no me daría tiempo de llegar a tiempo si la visitaba. Daniel, Milton e Iván, estaban en el club practicando para la próxima competencia, menos el primero, por supuesto. Solo iba para joder la paciencia de los demás y sabotear el entrenamiento. Mi madre estaba visitando a la tía Rosa y mi padre no salía de trabajar hasta la noche.
En conclusión, no tenía a nadie con quien disfrutar. En mis planes, habían demasiadas cosas para hacer, aunque también moría por estar un día entero acostada en mi cama solo durmiendo y viendo videos en mi teléfono.
Pero en vista de que me estaban pagando por ser profesora, esos planes debían cambiarse y muchos de ellos ser pospuestos para otra ocasión.
Comencé a caminar sin un destino establecido luego de dejar a Javier en el aeropuerto, disfrutando del buen clima y viendo las vitrinas de las tiendas. Pronto sería su cumpleaños, así que empezaba a buscar algún obsequio para regalarle. Inmersa en mi mundo, alguien de pronto llamó mi atención.
—¿Qué haces aquí?—escuché decir a una voz familiar. Giré mi rostro para encontrarme con un adolescente alto, de lentes y cabello largo muy desordenado. Estaba vestido de uniforme escolar.
—Hey, ¿Te has escapado de nuevo o es que las clases terminaron antes de tiempo?—indagué en vista de que aun era muy temprano para que estuviera merodeando por la calle. Él ladeó su boca formando una ligera sonrisa.
—Sé que soy un "mala conducta" pero a veces puedo ser un estudiante obediente. Y esta es una de esas veces. Me han pillado jugando un shooter con Eric en medio de la clase de castellano, me enviaron a Dirección y confiscaron mi celular. Llamaron a papá para que me fuera a buscar, y como no podía, dijo que me dejaran simplemente ir a casa. Y aquí estoy. Supongo que él irá mañana al colegio a buscar mi teléfono—dijo restándole importancia.
—¿Y en qué parte eres un estudiante obediente?
—Cuando papá dijo que me fuera a casa.
—Apuesto a que planeabas escaparte a otra parte.
—Bingo. Que inteligente eres—respondió burlándose de mí.
—Entonces no eres Obediente
—Eso es obvio, ¿no? ¿Y tú? ¿También te escapaste de clases o algo así?
—Salí de vacaciones hace unos días. No me compares contigo. Solo mataba el tiempo—Dije volviendo mi vista a las vitrinas mientras caminábamos.
—¿Estás buscando algo en especial?—preguntó tratando de acortar sus pasos para mantenerse a mi nivel.
—No precisamente.
—¿Es una especie de regalo?
—Digamos—mis respuestas eran cortas y directas debido a que estaba centrando mi atención a los productos que ofrecían cada tienda.
—¿Para un novio o algo así?
—Ajá.
—¿Estudia contigo?—insistía en preguntar.
¿Por qué tantas preguntas?—le detuve.
—Solo curiosidad—respondió con indiferencia. Respiré profundo para no estar de mal humor desde tan temprano.
—La curiosidad mató al gato. Deja de ser un chismoso. Deberíamos ir a tu casa. No puedes derrochar el tiempo así como así.
—Espera
—¿Hmm?—pregunté al sentir su mano tomando mi muñeca.
—¿Podemos ir a un lugar primero?—le miré no muy convencida—no voy a escaparme, en serio. Solo voy a comprar una tontería para una amiga. Es muy fastidiosa y no va a dejar de molestarme hasta que lo haga—confesó.
—¿Es muy lejos?—negó—Sólo tienes diez minutos para hacerlo—advertí.
Pronto llegamos a una tienda que a cualquier chica de preparatoria emocionaría. Desde maquillaje, hasta peluches y útiles escolares con diseños tiernos y llamativos. No lo podía negar, tenía cosas lindas. Merodeé por los pasillos mientras Leo buscaba lo que necesitaba, cuando me topé con él, vi que en sus manos cargaba un esmalte de uñas.
—Sin querer rompí uno de los suyos cuando jugaba con Eric a las luchas en el salón. Se ha puesto histérica y no ha parado de recordármelo—Soltó sin que le preguntara
—¿Bien?—no sabía qué responder. No era como si me importara.
Cuando llegó su turno para pagar, decidí que lo mejor era alejarme y esperar a que terminara. Esto lo hice porque yo sentía mucha presión cuando la gente me veía comprar y me volvía bastante torpe durante el proceso.
Me senté en un banco cerca de una bonita plaza. Era casi medio día y el calor comenzaba a intensificarse. De repente unas manos comenzaron a acariciar mi cabello, reaccioné con brusquedad, pero la voz de Leo me detuvo.
—No te muevas—exigió.
Mientras trataba de entender la situación, me di cuenta de que lo que estaba haciendo era peinarme con sus dedos y recoger mi cabello en una media cola alta, tal y como lo hice la primera vez que le di clases.
—Bueno, definitivamente el tuyo quedó mejor—confesó. Saqué mi teléfono y activé la cámara para ver lo que había hecho. No pude evitar sonreír al ver el desastre. Pero algo llamó mi atención: la coleta que utilizó para atarlo.
—¿Dónde lo has conseguido?
—La vi y pensé que te quedaría bien. Nada en especial—dijo para restar importancia al asunto, como solía hacer con todo. Era una coleta muy bonita. Tenía decoraciones de basketball, como un balón y el aro de encestar. Sé que para mí estaba prohibido sentir algún tipo de emoción, pero muy en el fondo, unas diminutas maripositas revolotearon dentro de mi estómago—Ya podemos ir a estudiar—añadió empezando a caminar.