Tras haber ganado la guerra entre los tres reinos y revivido al loto blanco, Liú Huó, rey del inframundo , se verá envuelto en una nueva travesía lleno de obstáculos en sus camino.
Nuevos enanemigos amenazara la paz de la corona en busca de venganza y poder. Pero esta ves será la prueba del Loto Blanco, quien tendrá que tomar el poder que por sangre siempre le correspondió y, poner fin a las calamidades de atormentan la tranquilidad y el equilibrio entre los imperios.
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Dos Lotos, un trono.
Imperio celestial.
La corte del imperio celestial se mantenía hecha un caos desde el asedio en los cielos. El hecho de que Liu Huó no arremetiera contra ellos, no les aseguraba la paz y mucho menos una estabilidad jerárquica entre los reinos.
Luego de la gran batalla, los humanos no se regían por las normas celestiales y muchos habían dejado de rendir devoción a ellos alegando la protección del señor del inframundo. Y por si no fuera poco, el despertar del Loto Blanco significaba entregar el poder a un aliado del rey infernal, algo que no estaban dispuestos a hacer si no fuese absolutamente necesario.
Pero a un año y medio de la gran guerra, no había indicios del desfile del príncipe heredero, muchos ya lo habían dado por muerto, aludiendo a que un cobarde como él, no podría sobrevivir tanto. Otros no descartaban la posible conspiración con el rey del inframundo. Pero aún con ello, Fu Ming era la mejor opción que el Loto Blanco de Liu Huó. Por lo que la larga búsqueda del torpe príncipe se vio intensificada ha solo días de las grandes pérdidas en los cielos.
Lo que también llevó a la gran corte a los inminentes choques entre sí. Sin un soberano ni una autoridad que realmente controla el temperamento de estos, las confrontaciones eran el pan de cada día, impidiéndoles avanzar de manera rápida y efectiva.
—Ministro Cheon, veo que sus bastos conocimientos son infinitos, si en su gran sabiduría tiene la ubicación del príncipe heredero, ¿Por qué no nos facilita todo esto de una vez, y nos da su desfile? ¿O acaso el ministro Cheon solo está haciendo alardes de su sabiduría para tomar posición en la corte?
—¡Insolente! Cómo se atreve a hablar de esa forma sobre mí, soy el jefe de la literatura, mis conocimientos son los más bastos en el imperio celestial, solo digo que si alguien tiene el conocimiento de resguardar el trono hasta que se encuentre a su majestad el príncipe heredero, yo soy el más indicado.
—¡Ja! ¿Según la opinión de quién? No busco ofenderlo ministro Cheon, pero Uds. como cada ministro de literatura no sacan sus narices de los libros, ¿Si quiera sabe lo que es resguardar un imperio, cuando en su vida a tomado una espada?
—¡¿Como?!
—¡Ministro Huang! Siento debatir sus palabras, pero como ministro de estado, no puedo más admirar que el gran conocimiento de los ministros de literatura y sobre todo del ministro Cheon, y admite que son fundamentales para el regimiento del emperador.
—¡hum! Ministro de estado, no se gaste tratando de hacerle entender a una pared la importancia de las letras, estas están ciegas y solo están para ser entendidas con la fuerza bruta.
—¡Dejen de una vez esta estúpida pelea! ¿Realmente se creen con el derecho o el poder de ocupar el trono? Les recuerdo que la muerte del príncipe heredero no se ha confirmado y aun si fuese el caso, el inédito suceso del despertar del Loto Blanco es un hecho y por legado es tan dueño del trono como nuestro príncipe.
Todos en la corte guardaron absoluto silencio ante las palabras de Hùe Lián, el canciller imperial, este caminó lentamente hasta bordear la mesa y sentarse justo donde se había sentado por décadas, a la mano derecha del asiento del emperador jade. Hùe Lián era un dios casi tan antiguo y poderoso como el emperador y aunque rara vez se hacía presente entre los oficiales del imperio celestial, nunca hacía falta a su deber como el confidente del jade. El único conocedor de la verdad entre el emperador jade, el loto y la exemperatriz Fu Zulìe y, así mismo el único que sabe de la verdadera identidad de Fu Ming y toda la telaraña de engaño detrás de la corte celestial.
Miró fijamente a cada uno de los que se encontraba en aquel lugar, sabía el hambre de poder que consumía a cada individuo en aquel salón, sonriendo levemente apoyando sus codos en la gran mesa y sosteniendo su mentón entre sus manos. Cerró los ojos por unos segundos y dijo suavemente. —Nadie va a ocupar ni resguardar el trono, el príncipe heredero fue encontrado por mis hombres. Habrá una junta oficial entre los tres reinos y posicionaremos al nuevo emperador cuando llegue el día.
Abrió los ojos lentamente mientras hacía una pausa dejando notar el silencio sepulcral que había provocado con su llegada. —Hasta entonces, cada uno de ustedes, meterá sus narices en sus respectivos puestos para intentar recibir al nuevo jade decentemente.
Nadie dijo absolutamente nada, pero las miradas de muerte y odio no hicieron falta en aquel lugar. Una triste rutina que Hùe Lián había propiciado desde que ascendió a los cielos. Desde el mismo día que el antiguo jade, lo nombró su canciller y su mano derecha, teniendo que traicionar sus principios, su lealtad y su mayor amistad. Hùe Lián, como dios de nacimiento, su vida estaba marcada para ser servida al emperador jade, como tal, sabía que, desde el nombramiento de tal, jamás podría volver a mirar atrás aun cuando su corazón estaba en otro bando, él siempre sería fiel al jade, por más que odiase los medios que este ocupase para gobernar.
Hùe Lián, como dios de nacimiento, su vida estaba marcada para ser servida al emperador jade, como tal, sabía que, desde el nombramiento de tal, jamás podría volver a mirar atrás aun cuando su corazón estaba en otro bando, él siempre sería fiel a él ...
...
Auspicio del hijo del jade.
La noche en la ciudad celestial estaba cubierta por completa de estrellas auspiciosas, todo en perfecto equilibrio, y la señal del loto en la constelación sur, marcaba un gran futuro para el ser que recién daba sus primeras señales de vida dentro del vientre de su madre. Por supuesto, todo el reino celestial estaba hundido en una dicha fiesta dando la buena noticia y los buenos deseos para el próximo hijo del gran emperador jade.
Por mi parte como su mano derecha, solo me permití beber una copa en el nombre de su felicidad. Si bien el secreto de que el hijo que porta la consorte Xiao Lián era el primogénito del gran soberano. Esto estaba totalmente sellado en mi memoria y no podía dejar de sentir una pequeña espina de discordia ante el hecho de haber perdido completamente el único amor que tantos años había guardado por ella. Y entre la bruma de mis pensamientos y la nostalgia que producía recorrer aquellos pasillos, no me percaté de la perspicaz presencia tras de mí, hasta que su suave voz entró por mis oídos.
—¡A-Lián!
Una suave risa me tumbó por completo en la realidad y las cálidas manos que envolvieron mi brazo fue suficiente para que esa pequeña aguja punzante en mi pecho se terminara de clavar por completo. —Consorte imperial
Me solté ágilmente de su agarre mientras efectuaba una marcada inclinación intentando con la mayor de mis habilidades no mirarle a los ojos, sabía que, si aquellos grisáceos orbes conectaban con los míos, descifrarían los infames sentimientos que guardaba con recelo en mi corazón.
—Vamos Hùe Lián, no tienes que llamarme así cuando estamos solos, su majestad también te lo ha dicho, mi corazón siente tristeza cada vez que marcas esta lejanía.
Cerré los ojos por unos segundos, suspiré hondo y levanté lentamente la mirada. Tan hermosa como el primer día que la vi, sus cabellos blancos batían con el viento a la par de sus pestañas y, aquellos orbes grisáceos que calaban hasta en lo más hondo de mi ser. Allí estaba la mujer que siempre había amado, siendo la futura soberana del único hombre que jamás podría traicionar. Porque al final de cuentas, era el único que podría darle el lugar y el amor que ella merecía.
—Alteza, hoy es su primer día de nombramiento como consorte imperial, no podría cometer tal falta de llamarla por su nombre, entienda a este canciller, es un simple peón de su majestad.
Le dediqué una leve sonrisa obligando a mis labios a curvarse, ella simplemente bajó su mirada y posó su mano sobre la mía.
—No importa la posición que tome, siempre serás mi pequeño hermano A-Lián.
Ella me dedicó una suave sonrisa antes de marcharse ante el llamado de sus damas. Pero aquellas palabras fueron más que suficientes para que mi corazón terminara por romperse en cientos de fragmentos.
Los días pasaron lentamente desde entonces, Xiao Lián se veía cada vez más radiante y, el emperador no objetaba en demostrar su felicidad y afecto ante su relación. Quería honrar su felicidad, quería servir con la mente en paz, fue entonces que el tiempo se hizo mi aliado y el permiso del emperador para encargarme de los temas de estados me dio la oportunidad de centrar mi camino. Pero jamás creí que, con ello lograra ver la verdadera cada de aquellos seres que osan ser venerados por su pureza. Mucho menos espere ver el gran caos que el emperador jade estaba provocando ante un inocente ser que lentamente se iba consumiendo en la oscuridad.
Fue demasiado tarde cuando me di cuenta del gran error de mi emperador, aquel joven que sin entendimiento vivía en la incertidumbre de un padre ausente, que no mostraba más que hostilidad hacia él y su progenitora y, el recelo que aumentaba ver el gran afecto que este propiciaba a un ser que ni siquiera había nacido.
Ni aun con aquellas señales que auspiciaban una desgracia, el gran jade pudo prever la pérdida de la única flor que daba vida al imperio celestial. Xiao Lián yacía en su último mes de embarazo cuando Fu Ming llevó a cabo el plan de venganza más macabro contra aquel ser que día a día oscurecía su maltrecho corazón. Muchas habían sido las heridas que el emperador jade había provocado en aquel joven que tomó como hijo aquel día de invierno; heridas tan grandes y profundas que cegaron por completo el corazón de aquel joven que tiempo atrás solo aclamaba por una pequeña muestra de afecto de aquel magnífico y frío ser que decía ser su padre.
Fueron los pecados de aquel, que tuvo que pagar Xiao Lián, pero aun sin fuerzas y con sus últimos alientos, dio todo de sí para que aquel ser dentro de ella viviese, y algún día cuando la profecía lo dictara, aquel ápice de esperanza donde sembraron lo más puro de un amor, renacería para ser el único y verdadero Loto que se sentara en el trono del jade.
...
—Luego de tantos años, por fin tu hijo a renacido Xiao Lián...
Caminaba lentamente por los pasillos del ala sur, donde la constelación del loto brilla con mayor intensidad. Desde la muerte de la consorte imperial, ni un alma tiene permitido ingresar a esta ala, a veces siento que puedo escuchar su suave risa resonar entre el eco de las paredes, o ver su vaga silueta entre las sombras. Pero no son más que recuerdos que atormentan mis noches, en son de recordarme que aun cuando moría en mis brazos, no pude hacer nada para salvar su vida.
Y ahora solo puedo grabar en mi memoria, como aquella mujer que amé toda mi vida, se hacía bruma entre mis brazos, mientras con una cálida sonrisa, me pedía que cuidara fielmente del único hombre que mantuvo en su corazón.
—Emperador Wun, si en su próxima vida la ve, por favor, no deje que se enamore de usted, déjela que sea y viva feliz, yo prometo servirle en cada una de sus vidas, si usted la deja ir desde aquí...
Me encaminé lentamente hasta la tablilla de Xiao Lián y posé un pequeño loto blanco a su lado.
—Me encargare de que él viva gratamente desde hoy... me encargaré de cumplir con tus deseos Alteza, solo vea desde allí, lo subiré tan alto que casi podrá sentir su presencia, su larga espera, por fin terminó.
Me di media vuelta y caminé lentamente fuera de aquel aposento, dejando los recuerdos y la bruma de mi corazón en cada incienso quemado aquella noche y totalmente dispuesto a cumplir el último deseo de aquella que siempre amé.
Pero el dilema de cómo hacerlo aún rondaba intranquilamente en mi cabeza, dos lotos y un trono, ambos seres con el mismo derecho a portar el poder, ambos seres víctimas de malas decisiones y con un destino cruel envolviendo sus corazones.