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Reach The Stars

Reach The Stars

Status: En proceso
Genre:Elección equivocada / Traiciones y engaños / La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Reencarnación
Popularitas:576
Nilai: 5
nombre de autor: Alessa Raze

"Dos almas gemelas, unidas por el dolor y la lucha. Nuestras vidas, un eco de la misma historia de sufrimiento y desilusión. Pero cuando el destino nos ofrece una segunda oportunidad, debemos elegir: venganza o redención.

En un mundo donde las apariencias engañan y los rostros esconden secretos, la privacidad es un lujo inexistente. Las cámaras nos observan, juzgan y critican cada movimiento. Un solo error puede ser eternizado en la memoria colectiva, definir nuestra existencia.

Ante esta realidad, nos enfrentamos a una disyuntiva: buscar justicia personal y arriesgarnos a perpetuar el ciclo de dolor, o proteger y amar a quien necesita consuelo. La elección no es fácil, pero es nuestra oportunidad para reescribir nuestra historia, para encontrar un final feliz en este mundo de falsas apariencias."



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Fragmentos de una vida olvidada

Los días transcurrían lentamente, arrastrándose como un río denso de rutinas y expectativas. Sora se despertaba cada mañana en la cama de Jia, en un departamento elegante que parecía sacado de una revista de diseño, con sus muebles minimalistas, sus tonos neutros, y esa sensación de perfección aséptica que hacía que todo se sintiera distante y vacío. Los primeros rayos de luz se filtraban a través de las cortinas, bañando la habitación en un resplandor suave y cálido, pero nada de eso le parecía familiar.

La vida de Jia era un carrusel interminable de reuniones, entrenamientos, sesiones de fotos y eventos cuidadosamente programados. Jinwoo y el equipo de la agencia hacían lo posible por mantenerla enfocada, guiándola a través de cada paso con precisión casi militar. Sora intentaba seguir el ritmo, pero en su interior, una sensación persistente de incomodidad y extrañeza la acompañaba a todas partes. Era como si estuviera interpretando un papel en una obra para la que nunca había ensayado.

Sentada frente al espejo en su camerino, con los estilistas trabajando en su cabello y maquillaje, Sora miraba su reflejo, pero todo lo que veía era un extraño. La sonrisa de Jia, los ojos intensos y el rostro perfectamente arreglado no se correspondían con lo que ella sentía por dentro. A veces, cuando se quedaba sola, se miraba fijamente, esperando que algo en su memoria despertara y le dijera quién era en realidad. Pero siempre quedaba con ese vacío.

Sin embargo, en los momentos más inesperados, pequeños fragmentos empezaban a emerger, como destellos breves de una vida que no podía ubicar del todo. Una mañana, mientras se vestía con uno de los lujosos atuendos que Jinwoo había seleccionado para una entrevista, sintió una extraña punzada en el pecho. Un aroma sutil de perfume le trajo un recuerdo fugaz: una habitación pequeña, llena de libros y papeles desordenados, y una lámpara de escritorio que arrojaba una luz cálida sobre una taza de café a medio tomar.

El recuerdo desapareció tan rápido como había llegado, pero dejó a Sora con una sensación inquietante, como si hubiera estado viendo un sueño inconcluso. Sabía que no pertenecía a Jia, no encajaba con el lujo y la perfección de su vida actual. Era algo más, algo que resonaba con una parte de ella que aún se resistía a desaparecer.

A lo largo de los días, estos momentos comenzaron a volverse más frecuentes. Mientras caminaba por las calles de Seúl, rodeada de fans que la miraban con admiración y odio mezclados, Sora se encontraba con destellos de otra vida. A veces eran solo colores o sonidos; una melodía familiar tocada por un músico callejero, el sonido de una risa que no reconocía pero que le hacía sentir calidez, o la imagen de una taza de té en una pequeña cafetería que nunca había visitado como Jia.

Una tarde, mientras intentaba concentrarse en la letra de una nueva canción que debía grabar, Sora se perdió en sus pensamientos. Cerró los ojos y, por un breve instante, se vio a sí misma en una cocina modesta, preparando un desayuno simple. Había una presencia cálida a su lado, una figura masculina borrosa que no podía identificar, pero que le provocaba una sensación de familiaridad reconfortante. Podía escuchar su risa, sentir la textura de la madera bajo sus manos, y el sol filtrándose a través de una ventana pequeña. Pero al abrir los ojos, la imagen se desvaneció, dejando solo una sensación de pérdida y desorientación.

Estos recuerdos eran como piezas de un rompecabezas que no encajaban en la vida de Jia. Eran imágenes sin contexto, emociones sin origen, pero todas cargadas de una nostalgia que Sora no podía ignorar. Cada vez que surgían, se sentía arrastrada hacia un abismo de incertidumbre, como si estuviera caminando sobre una fina línea entre dos realidades. Sabía que no debía prestarles atención, que tenía que enfocarse en su vida actual, pero la atracción de esos fragmentos era demasiado fuerte.

Jinwoo notó el cambio en ella, la forma en que a veces se quedaba perdida en sus pensamientos, la mirada distante que aparecía cuando todos esperaban su sonrisa característica. —¿Estás bien, Jia? —le preguntó un día, con genuina preocupación. Sora asintió, fingiendo una seguridad que no sentía.

—Sí, solo... a veces me siento un poco fuera de lugar —admitió, sin atreverse a profundizar más. Jinwoo le sonrió, pensando que era solo el agotamiento habitual de la vida pública, y le dio un apretón suave en el hombro.

—Es normal. Solo recuerda que tienes a mucha gente a tu alrededor que te apoya. Todo esto pasará.

Pero para Sora, no era solo el agotamiento. Era la lucha constante de encajar en una vida que no le pertenecía y los recuerdos que aparecían como fantasmas de una existencia que sentía más real que cualquier cosa a su alrededor. Cada fragmento la acercaba un poco más a su verdadera identidad, pero también la alejaba de la estabilidad que la vida de Jia le ofrecía.

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La noche había caído sobre la ciudad, y el departamento de Jia estaba envuelto en un silencio que solo era roto por el sonido del tráfico distante y los murmullos de la vida nocturna de Seúl. Sora se recostó en su cama, mirando el techo mientras su mente divagaba, incapaz de encontrar la paz. Las luces de los rascacielos se filtraban a través de las cortinas, lanzando sombras suaves que bailaban en las paredes, recordándole lo lejos que se sentía de sí misma.

Cerró los ojos, exhalando profundamente mientras intentaba despejar su mente de la agitación del día. Sabía que necesitaba descansar, pero sus pensamientos eran como un torrente interminable que no dejaba de arrastrarla. Finalmente, el cansancio fue más fuerte, y poco a poco, se fue deslizando en un sueño que no esperaba.

En su sueño, Sora se encontró en un lugar que reconocía al instante: la Namsan Tower. La torre se alzaba imponente, iluminada por las luces brillantes que la hacían destacar contra el cielo oscuro de invierno. El aire era frío, y pequeñas nubes de vapor salían de su boca con cada respiración. La sensación de estar allí era vívida y reconfortante, como un abrazo cálido en medio del invierno.

A su lado, Minho estaba sonriendo, con las mejillas ligeramente enrojecidas por el frío y las manos metidas en los bolsillos de su abrigo. Sus ojos, llenos de calidez, se encontraron con los de Sora, y en ese momento, todo se sintió tan real que dolía. Sora podía sentir el viento helado en su piel, el sonido distante de la ciudad y la sensación de estar en un momento perfecto e irrepetible.

—Hace frío hoy —dijo Minho, su voz suave y envolvente. Se acercó a ella, envolviéndola con su bufanda de lana y ajustándola con cuidado alrededor de su cuello. Sora rió, sintiendo la textura suave de la bufanda y el calor que le proporcionaba no solo el abrigo, sino también la presencia de Minho.

—Es el primer día de nieve del año —respondió ella, mirando hacia el cielo mientras los primeros copos blancos comenzaban a caer lentamente, danzando en el aire antes de posarse suavemente en el suelo. El paisaje se cubría de un manto blanco, y todo parecía brillar con una pureza inmaculada.

Minho la tomó de la mano y la guió hacia la plataforma de observación, donde se detenían parejas y amigos, todos maravillados por la vista y la primera nevada de la temporada. Se detuvieron frente a uno de los rincones más apartados, donde las luces de la torre y el suave resplandor de la nieve les brindaban un momento de privacidad en medio de la multitud.

—Hay algo que quería darte —dijo Minho, sacando una pequeña cajita de su bolsillo. La abrió con una sonrisa tímida, revelando un delicado collar de plata con un colgante en forma de copo de nieve, brillante y detallado. Sora lo miró, sorprendida y emocionada, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.

—Es hermoso... —murmuró, tocando el colgante con delicadeza, casi como si temiera romperlo. Para ella, ese pequeño regalo significaba mucho más que un simple accesorio; era un símbolo del comienzo de algo nuevo y especial entre ellos.

Minho se acercó y le colocó el collar alrededor del cuello, sus dedos rozando suavemente su piel. Sora se estremeció, no por el frío, sino por la cercanía y la ternura del gesto. Se miraron a los ojos, y el mundo alrededor pareció desvanecerse, dejando solo la sensación de estar exactamente donde ambos querían estar.

—Es para que siempre recuerdes este momento —dijo Minho, su voz baja y sincera—. Nuestro primer invierno juntos.

Sora sonrió, con los ojos brillando por la emoción y el reflejo de las luces de la torre. Era un momento perfecto, uno que había soñado tener muchas veces y que ahora se sentía más real que cualquier otra cosa. La nieve continuaba cayendo, suave y silenciosa, creando un paisaje que parecía sacado de un cuento de hadas.

De repente, el sueño comenzó a desvanecerse, y Sora sintió cómo la imagen de Minho se desdibujaba lentamente, como un dibujo que se borra al pasar la mano. Trató de aferrarse a la escena, a la calidez de sus manos y al brillo del collar en su cuello, pero todo se desvaneció en la oscuridad.

Jia despertó con un sobresalto, incorporándose en la cama, su respiración agitada y su corazón latiendo con fuerza. Miró alrededor, todavía aturdida, y sintió una tristeza profunda al darse cuenta de que estaba sola en su habitación, lejos de la Namsan Tower y del desconocido.

Tocó su cuello instintivamente, esperando encontrar el collar que Minho le había dado en el sueño, pero no había nada allí. Solo quedaba la sensación persistente de haber vivido algo importante, algo que no pertenecía a Jia pero que ardía en lo más profundo de su ser. El sueño había sido tan real que casi podía sentir el frío de la nieve y el peso del collar en su piel.

Se recostó de nuevo, tratando de calmarse, pero sabía que ese sueño era más que un simple juego de su mente. Era un fragmento de la vida que había perdido, un recuerdo que le recordaba que, aunque su cuerpo y su mundo ahora pertenecían a Jia, su corazón aún guardaba pedazos de Sora, por más que intentara ignorarlos.

Y mientras las primeras luces del amanecer comenzaban a filtrarse por la ventana, Sora cerró los ojos, permitiéndose por un breve instante recordar el sabor dulce y amargo de un amor que ya no podía tener, pero que seguía vivo en algún rincón de su alma.

El amanecer se filtró lentamente por las ventanas del departamento, iluminando la habitación con un suave resplandor dorado. Sora se despertó con una sensación de cansancio que no solo provenía del cuerpo, sino también del alma. El sueño con Minho la había dejado aturdida, una mezcla de nostalgia y tristeza que se sentía como una resaca emocional imposible de sacudir. Se levantó de la cama lentamente, con el peso del recuerdo aún presente en su mente.

Se dirigió a la cocina, donde cada mañana repetía el mismo ritual: preparar una taza de café. El aroma cálido y reconfortante del grano molido llenaba el aire, y Sora se dejó envolver por esa familiaridad. Había pocas cosas que disfrutaba tanto como el café, un pequeño placer que la conectaba con algo más allá de la vida frenética de Jia. A veces, sentía que era lo único que aún podía controlar.

Mientras el café se vertía en la taza, Sora cerró los ojos y respiró hondo, dejando que el aroma le trajera un poco de consuelo. Tomó un sorbo, sintiendo el amargor suave y el calor que le recorría el cuerpo, como si cada gota le devolviera una parte de sí misma que creía perdida. Era su forma de empezar el día, un momento de calma en medio de una vida que a menudo se sentía como un torbellino incontrolable.

Justo cuando se acomodaba en la mesa, tratando de disfrutar de su café, el sonido del timbre rompió la tranquilidad de la mañana. Sora se levantó con cierta pereza y abrió la puerta, encontrándose con Min-Ju y Ha-na, sus compañeras de Cloud9. Ambas la saludaron con sonrisas amplias y abrazos cálidos, llenando el espacio con una energía vibrante que contrastaba con el cansancio de Sora.

—¡Jia! —exclamó Ha-na, lanzándose hacia ella con los brazos abiertos—. ¡Por fin podemos verte! Te hemos extrañado tanto.

Min-Ju asintió, sonriendo con esa mezcla de confianza y calidez que siempre la caracterizaba. —Sí, parecía que pasaron años desde la última vez. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

Sora les devolvió la sonrisa, aunque la sensación de desorientación seguía presente. Min-Ju y Ha-na eran más que compañeras; eran como hermanas, parte de una vida que, aunque cada vez más extraña, aún le daba algo de estabilidad. —Estoy bien... solo un poco cansada —dijo, señalando su taza de café como si fuera la respuesta a todo.

Ha-na la miró con complicidad, sabiendo bien lo adicta que Jia era al café. —¿Otra vez con café a primera hora? No sé cómo puedes tomar tanto. A mí ya me habrían prohibido hasta olerlo.

Sora rió, encogiéndose de hombros. —Es mi combustible. Sin él, no sé si podría funcionar —respondió, tomando otro sorbo, dejando que el líquido amargo la anclara un poco más a la realidad.

Min-Ju observó a Jia con una mirada más cuidadosa, notando el cansancio en sus ojos. —Parece que no has dormido bien... —dijo, con un tono suave y casi maternal—. ¿Pesadillas?

Sora dudó por un momento. Quería contarles sobre el sueño, sobre la imagen tan vívida de Minho y la primera nevada, pero no sabía cómo ponerlo en palabras. Además, aunque sentía un gran cariño por sus compañeras, temía que mencionar esos fragmentos de su vida pasada las desconcertara o las alejara.

—Algo así —dijo finalmente, con una sonrisa pequeña que no alcanzaba sus ojos—. Solo fue un sueño extraño, nada importante.

Ha-na, siempre la más animada y optimista, trató de cambiar el tono de la conversación. —Bueno, estamos aquí para animarte. Te trajimos algunas cosas —dijo, levantando una bolsa con snacks y revistas. Era un gesto pequeño, pero lleno de cariño, que Sora apreciaba profundamente.

Las tres se sentaron en la sala, con Sora aún aferrada a su taza de café, mientras Min-Ju y Ha-na hablaban de las últimas novedades en la industria, sus planes y cómo habían estado lidiando con la pausa del grupo durante la recuperación de Jia. La risa y la camaradería llenaron la habitación, y por un momento, Sora se permitió disfrutar de la compañía, dejando a un lado la carga de su sueño.

Min-Ju se levantó de repente, mirando a Sora con una sonrisa. —Te ves bien, Jia. Mejor de lo que esperaba, después de todo lo que pasó. Y ya sabes, no tienes que enfrentarlo todo sola. Estamos aquí para lo que necesites.

Sora asintió, sintiendo una mezcla de gratitud y un poco de culpa. Aunque sus compañeras no lo sabían, para ella no solo era una cuestión de enfrentarse a las dificultades de la vida pública, sino también de encajar en un lugar que no sentía del todo suyo.

—Gracias, chicas —dijo Sora, y esta vez su sonrisa fue genuina—. De verdad, las he extrañado. Es bueno tenerlas aquí.

Mientras continuaban hablando y riendo, Sora observó a Min-Ju y Ha-na, sintiendo un cariño profundo por ellas, pero también esa constante sensación de estar dividida entre dos mundos. Los fragmentos de su vida pasada seguían acechándola en los momentos más inesperados, pero en la presencia de sus amigas, al menos por ahora, podía encontrar algo de paz.

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Murniyati Mommy
Me tienes en vilo, ¡por favor, publica el próximo capítulo YA! 😩👀
Professor Ochanomizu
Te encanta hacernos sufrir 😭😭😭 necesito leer ya!
000 1
No dejo de pensar en tu novela y vuelvo a cada rato 😍😍
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