Mi nombre es Alexander Dy Galyz, hijo mayor de Violeta de Dy Galyz, más conocida como "La Rosa Negra", la poderosa y enigmática líder colombiana radicada en Monza, Italia. Soy consciente de que mi historia está entrelazada con la de mi madre, una mujer que ha dejado una huella indeleble en el mundo, tanto en su vida personal como profesional.
A mis 24 años, soy ingeniero de sistemas, y con ello, el sucesor de un legado que mi madre ha construido con esfuerzo, sacrificio y una inteligencia que la ha convertido en una mujer respetada y temida por igual. Mi madre, a sus 41 años, ha logrado lo que pocos pueden imaginar: ha creado un imperio en Italia y ha conseguido un respeto absoluto en los círculos más altos de la sociedad.
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La Reunión en el Antro: La Estrategia de Alexander
Después de la llegada triunfal de su familia a Medellín, Alexander Dy Galyz necesitaba aclarar su mente y planificar sus próximos movimientos. Aunque la ciudad estaba impregnada con la atmósfera tensa de su regreso, sabía que la guerra contra Juan Rodríguez y sus aliados no iba a ser fácil. La amenaza de su padre biológico, el hombre que había destruido su infancia y la de su madre, seguía latente, y Alexander no podía permitirse subestimar la magnitud del peligro. Juan Rodríguez no solo era un enemigo peligroso por su alianza con el Cartel del Golfo y el Cartel de Sinaloa, sino también por su naturaleza vengativa y su obsesión con destruir todo lo que Violeta y su familia habían construido.
Con esta amenaza constante sobre ellos, Alexander decidió reunirse con los dos Samuels: su tío, Samuel Dy Galyz, y su mejor amigo Samuel, el hábil hacker que había sido fundamental para recabar información sobre Juan Rodríguez. La reunión tendría lugar en uno de los antros más exclusivos de Medellín, un lugar donde podían hablar con libertad, lejos de los oídos curiosos, pero al mismo tiempo bajo un fuerte control de seguridad.
El antro en el que Alexander decidió reunirse con los dos Samuels era uno de los más discretos de la ciudad, conocido solo por un círculo selecto de personas leales a los Dy Galyz. Alexander se dirigió allí con una actitud confiada, pero en su rostro se reflejaba la tensión de saber que Juan Rodríguez seguía con vida, y ahora, con aliados poderosos, estaba dispuesto a luchar para recuperar lo que había perdido.
Al llegar, Samuel, el hacker, ya estaba esperando en una mesa reservada. Con su habilidad para manejar información y hackear sistemas, era una pieza crucial en la estrategia de Alexander. Samuel Dy Galyz, el tío de Alexander, un hombre con una mente fría y calculadora, también estaba allí. Su lealtad a la familia era inquebrantable, y sabía que este encuentro sería clave para decidir los próximos pasos en la lucha por el poder.
"Vamos a necesitar una carnada", dijo Alexander al sentarse, mirando a ambos Samuels con una expresión decidida. Sabía que el regreso de Violeta había atraído la atención de muchos, y no podía permitir que Juan Rodríguez se acercara a su madre o a su hermana, Valentina. Alexander entendía que, si no actuaban rápido, Rodríguez podría atacar cuando menos lo esperaran.
Samuel, el hacker, comenzó a desplegar su computadora portátil. "He estado rastreando los movimientos de Rodríguez. Tiene algunos contactos en la ciudad, y su objetivo parece ser Violeta, pero también está buscando cómo aprovechar su relación con los carteles. Tenemos que aprovechar su debilidad", dijo mientras mostraba varios archivos en la pantalla.
Samuel Dy Galyz, el tío de Alexander, estuvo observando en silencio. Después de un rato, intervino: "Necesitamos algo que lo saque de su guarida. Algo que lo haga moverse. Si no puede resistirse, lo atrapamos".
"Estoy de acuerdo", dijo Alexander mientras pensaba. "Vamos a usar su ego y su sed de venganza contra él. Pero debemos tener cuidado. No podemos hacer nada a la ligera". Sabía que Rodríguez era un hombre astuto, y que cualquier movimiento en falso podría poner en peligro a su familia.
Durante varias horas, los tres trazaron planes, intercambiaron ideas y analizaron posibles movimientos de Rodríguez. Decidieron que la mejor forma de sacar a Juan Rodríguez de su escondite era hacerle creer que tenía una oportunidad de enfrentarse cara a cara con Violeta, que ella estaba al alcance de su mano, vulnerable. Sin embargo, en el fondo, todo sería una trampa para hacerle caer en la red que Alexander y su familia habían tejido con cuidado.
"Vamos a organizar un encuentro falso", concluyó Alexander al final de la reunión. "Haremos que Rodríguez piense que está a punto de enfrentarse a Violeta. Lo que no sabe es que todo será parte de nuestra carnada".
Con una sonrisa fría, Alexander se levantó de la mesa. Sabía que Juan Rodríguez era un hombre peligroso, pero también sabía que nadie podía desafiar a la familia Dy Galyz y esperar salir impune. Violeta había vuelto para hacer justicia, y Alexander estaba listo para llevar la guerra directamente a las puertas de su enemigo.
La carnada estaba lista, y la trampa había sido tendida. Rodríguez no sabía lo que le esperaba.