Catalina : El Infierno Vive En Mí

La lucha fue cuerpo a cuerpo contra esos tipos, los golpes iban y venían, la tensión estaba en el aire, ellos no soltaban a Catalina al parecer eso era en lo único que pensaban.

Ella forcejeaba para poder liberarse y en un acto de valentía dio media vuelta y con todas sus fuerzas golpeo en la entrepierna al sujeto que la detenía, corrió hacia mí y cuando estuvimos frente a frente vi un brillo en su mirada era como si me estuviera agradeciendo por haber ido por ella. En un gesto que no me esperaba se abrazó a mí dejándome sin saber como reaccionar, por primera vez en mi vida me había quedado paralizado, protegiéndola con mi cuerpo la lleve al auto, mientras que mi gente trataban de contener a esos hombres, una vez estuvimos en el auto la regañe, "No debiste salir de la fortaleza", mis palabras eran frías con un iberg.

Catalina solo hizo un gran silencio su mirada se tornó fría y distante. "Cuando hablo me gusta que contesten y más si es una pregunta que estoy haciendo".

Ella rodó los ojos y miro por la ventana, "quiero ir a mi casa, necesito sacar algunas cosas", respondió sin voltear a verme. Sin embargo, pude ver su mirada a través del vidrio de la ventana, estaba sumida en una gran tristeza, pero al mismo tiempo en un gran odio, entonces entendí que no era el momento para discutir.

El chófer condujo hasta la casa de Catalina, fuera de esta los vecinos miraban con curiosidad el auto en el que llegamos, pude ver la expresión de odio que ella les lanzaba. "Siempre pendiente de lo que pasa a nuestro alrededor y ninguno se dio cuenta de lo que les estaban haciendo a mi familia, son todos unos hipócritas.

Tras decir aquellas palabras, Catalina bajo del auto con la mirada puesta en las personas a nuestro alrededor. Decidí bajar junto a ella al ponerme a su lado las miradas lastimeras e intrigosas se llenaron de miedo, todos me conocían como el hijo de la familia Lombardo y en este mundo sabían muy bien lo que significaba mi apellido.

Catalina volteó a verme extrañada, imagino que no sabía por qué todos los demás me miraban así. Sin decir una palabra camino al interior de la vivienda y no lo voy a negar, la escena era bastante turbia. Ya había investigado la forma en la que la familia de Catalina había perdido la vida, quien hizo eso lo hizo con saña, sabía perfectamente lo de que hacía, eso no fue cosas de unos simples bandidos; aquí había algo más profundo.

Estaba seguro de que alguien de esta familia se había metido con las personas equivocadas y estaba casi seguro de que era el padre, ese hombre no era tan santo como muchos aseguraban, pero no tenía nada concreto y en este momento no le iba a hablar de eso a una joven que acababa de pasar por tanto dolor.

Me quede observando su triste mirada y vi como sus ojos se llenaban de dolor, "debes ser fuerte, ante todo esto que estás viviendo".

"Tengo una misión en esta vida, y es vengar a mis padres y hermana y no descansaré hasta lograrlo", estaba sorprendido ante la determinación de Catalina, ella fácilmente podría ser la reina de Costa Negra.

Rápidamente, sacudí esos pensamientos de mi cabeza, nunca me casaría no podría tener familia en este mundo en el que vivo, no quiero tener que perder algún hijo así como mi padre perdió a mi hermano mayor.

"Te dije que podía ayudarte, solo tienes que aceptar mi ofrecimiento", le recordé mirando la pequeña casa vuelta un caos.

Catalina no dijo una sola palabra, solo camino hasta una habitación: imagino que era la de ella, la seguí y pude ver que se trataba del lugar de otro crimen, debió ser aquí donde le quitaron la vida a su hermana, su mirada se puso aún más fría y aquella tristeza se estaba convirtiendo en algo más, tomo un peluche de esa habitación y continuo hacia otra, suponía que era la habitación de sus padres, ella entró y agarro unas fotos donde estaban sus padres y una pequeña niña, supuse que era la habitación de sus padres finalmente llegó a una tercera puerta, su habitación fue por algunas de sus cosas, era más que todo recuerdos y fotos de ella con su familia. Miro a su alrededor y pude ver ese destello de tristeza que tenía antes de entrar a la casa.

"Ya podemos irnos", dijo caminado frente a mí conteniendo las lágrimas.

Salí detrás de ella, dio un último vistazo a su casa para al final salir. Afuera de la casa había una joven esperándola.

"Cata, ¿Dónde estabas amiga?, me tenías preocupada". Pregunto la mujer notablemente con hipocresía.

"Buscando un hombre que infunda terror, pues lo que le hicieron a mi familia no quedará impune", sin mediar más palabras con esa muchacha, me tomó de la mano y nos dirigió al auto. Subió sin voltear a verme.

Subí tras de ella y me quedé mirando su hermoso rostro, acaso me estaba diciendo que sí, no lo iba a negar, no tenía el más mínimo remordimiento de esto que estaba pasando, ambos sacaríamos ventaja de la situación. El chófer puso en marcha el auto hasta la fortaleza, en el camino ninguno de los dos emitió un solo sonido, solo nos dedicamos a ver por la ventana.

Al llegar a mi casa llevé a Catalina a mi estudio, tenía que dejar las reglas claras, no quería sorpresas después.

"Asumo que aceptas mi propuesta", dije sin titubeos.

"No tengo más opción, es eso o que me maten allá afuera", respondió distante.

"Conmigo no te faltará nada, serás una reina. Sin embargo, hay ciertas reglas que debes cumplir", explique lentamente.

"Pensé que solo estaríamos una vez y que luego cada quien por su lado", respondió ella sorprendida.

"Las cosas no funcionan así, tú me gustas y mucho, por eso quiero que te quede claro que tu cuerpo será solo mío hasta que me aburra de ti, pero tranquila que en el contrato quedará establecido que te ayudaré hasta acabar con los asesinos de tu familia.

Una vez aclarada las cosas le pedi a mi abogado que desarrollara un contrato donde quedara sentado lo hablado entre Catalina y yo.