Beatriz Salinas, conocida como Bea, asume con entusiasmo la vida; sin embargo, pronto su vida cambiará de un momento a otro y una vorágine de emociones, sentimientos y acontecimientos la podrían llevar a conocer al verdadero amor.
Bea desconoce que tras ella existe una persona obsesionada con acabar con su existencia; y que la vida perfecta que creía tener se puede desmoronar en cualquier momento.
¿Podrá Bea liberarse de quien quiere lastimarla?
¿Podrá Bea reconocer el amor de su vida en medio del caos que se avecina?
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22. Déjame ayudarte
William ha ido a recoger los resultados de su resonancia magnética y tener nuevamente una cita con el médico Edward Safra; está esperando cuando es llamado al consultorio, ambos hombres se saludan. La declaración de Edward ayudó en el caso de Bea, y el juicio contra Roberto Correa está avanzando favorablemente, esperan conseguir justicia pronto.
En ese tiempo, han creado una ligera cercanía entre los hermanos Salinas y el médico; por eso cuando Edward mira los resultados, siente mucho pesar por el diagnóstico que tiene que dar.
- "Vamos dilo Edward, ¿Cuál es el diagnóstico?, ¿Hay que operarme?", consultó William.
- "Sería recomendable que vengas con un familiar", comentó Edward.
- "Debe ser grave, si dices eso. Dilo ya, estoy listo", dijo William.
- "Edward, todo hace indicar que tienes un Glioblastoma, un tipo de cáncer que comienza con el desarrollo de células en el cerebro o en la médula espinal, según las imágenes el tuyo está ubicado en...", explicó Edward, mientras William escuchaba la terrible noticia, casi sin poder creerlo.
Edward veía la expresión de William, pero necesitaba explicarle las implicancias de su enfermedad y la importancia de efectuar una cirugía cuanto antes. Luego de las explicaciones, las preguntas, las repreguntas, la confirmación de las respuestas. William se quedó en silencio, absorto en muchos de sus pensamientos; había una alta probabilidad de morirse, todo lo había postergado en la vida, y ahora lo más probable era que le quedaba muy poco de tiempo.
- "Vamos eras mi último paciente, te llevo a casa, no estás en condiciones de conducir", dijo Edward.
- "No, no vine en mi auto, prefiero estar solo. Necesito estar solo, te comunicaré mi decisión pronto", afirmó William y salió del consultorio.
A Edward no le quedó más remedio que dejarlo ir, la noticia era impactante, el tumor que tiene William deberá operarse, la probabilidad de sobrevivir no llega ni al 20%, era un hombre joven, con una vida por delante, pero como siempre nadie puede lo que ocurrirá en el camino.
Cuando la puerta del ascensor en que Ara y Mark habían subido se abrió, la puerta del ascensor que llevaba a Mark bajaba. El hermano mayor de Bea se hacía muchas preguntas en la cabeza, y aunque era consciente de que solo podía esperar que los médicos pudieran hacer algo por él se cuestionaba, si había hecho algo realmente significativo en el tiempo que ha estado en este mundo.
Cuando llegó a la puerta del hospital, solo siguió caminando, sin tener un rumbo fijo, quería que su mente se llenara de imágenes de personas que ni conocía, pero que estaban ahí, sin saber sus problemas, compartían ese espacio de tiempo, y era lo único real que podía percibir con seguridad.
No sabe cuántas cuadras ha caminado, y no sabe a qué lugar ha llegado; cuando escucha unos gritos; y ve varias cosas en la calle.
- "Le advertí que debía irse", dijo un sujeto con caras de pocos amigos.
- "Pero acordamos que me daría una semana más, aún sigo buscando un lugar. Mire que tengo un niño pequeño, solo es una semana más", rogó Liliana, mientras Dylan se aferraba a su pierna asustado.
- "Eso dije, pero ya encontré un cliente, y mañana quiere la pieza, necesito que se vaya para dejar todo acondicionado. ¡Lárguese!", gritó el sujeto, dándole un empujón a Liliana que casi la hacen caerse con su pequeño sobrino.
- "Esa no es una forma de tratarla", dijo William, visiblemente molesto.
- "Esta es mi propiedad y ella no pagó, le pido que se vaya y no lo hace. Fue ella, quien no cumplió con el contrato", expresó el sujeto.
- "Lo siento, yo... En verdad, busqué, pero los alquileres están muy caros... Lo siento, que vergüenza", manifestó Liliana, mientras Dylan se veía visiblemente asustado, porque no entendía por qué todas sus cosas de pronto estaban en la calle, tal vez no tenía mucho, pero era suyo.
- "Tranquila, por ahora, pueden ir a mi departamento, no es muy grande, pero creo que alcanzaremos. Beatriz, mi hermana, también vive conmigo. ¿Te acuerdas de ella?", ofreció William.
- "Es que... creo que es demasiado pedir...", dijo Liliana.
- "Debes pensar en tu sobrino, dónde van a pasar la noche, dónde vas a dejar todas estas cosas. Puedo llamar a alguien que lleve las cosas, y también le avisaré a Bea, vas a ver que ella no tendrá ningún inconveniente", insistió William.
Liliana miró a su sobrino, tenía que pensar en su seguridad, conocía a William de cuando estudiaron juntos en el pueblo y también recordaba la amabilidad de Bea, así que aceptó, se preguntaba si debía dar a Dylan en adopción, como se lo aconsejaron los asistentes sociales desde un inicio; pero luego se abrazaba a él, porque realmente era la única familia que tenía.
El departamento de William no era uno de lujo, pero tenía tres habitaciones, la habitación que usaban como estudio la desocuparon de inmediato, y fue ahí donde se instaló Liliana con su sobrino, para el pequeño Dylan ese lugar le parecía inmenso, para el monoambiente en el que habían estado viviendo.
Para William ver la cara de felicidad del pequeño Dylan le alegró el día. Cuando su sobrino se quedó dormido, Liliana salió a la sala.
- "Muchas gracias, en verdad no sé ni que decir. Es difícil encontrar un lugar confiable donde dejar a Dylan, por eso solo encuentro trabajos temporales y de medio tiempo, y ahora no sé cómo...", expresó Liliana.
- "Tranquila, puedes quedarte el tiempo que necesites", dijo William. Aunque el departamento es suyo, si llega a morir, posiblemente todo pase a sus padres, y lo primero que haría su madre, sería botar a Liliana y sobrino, debe buscar una manera de evitar aquello.
- "Aún están buscando una secretaria para el equipo legal de temas ambientales en el bufete, y tenemos una guardería; prepárate una hoja de vida y veamos qué pasa", manifestó Bea.
- "¿En verdad?", consultó Liliana sorprendida.
- "Es una posibilidad. Siempre se hace el intento", dijo Bea.
- "Gracias, en verdad muchas gracias", expresó Liliana.
Wiliam se disculpó, y fue a su habitación, sacó sus pastillas y tomó una de ellas, el dolor de cabeza era muy fuerte, pero no quería molestar a nadie. Liliana utilizó la computadora que le prestó Bea y preparó su hoja de vida, rogaba tener suerte, sería una gran oportunidad, porque cualquier cosa el pequeño Dylan estaría en el mismo edificio donde trabajaría, rogaba que pudiera conseguir ese empleo.