La Gavia una emblemática hacienda llena de historia cerca de la capital del país, la cual solo puede ser heredada por un Sámano. A veces pensamos que es solo casualidad que sucedan los mismos infortunios para el heredero, terminando solo y consagrado a favor de mantenerla en pie. Es la segunda parte de La gavia, aquí conoceremos el destino de Matías Sámano. Sobre todo las decisiones y el cambio de Cecilia. También la traición y el engaño de parte del esposo de Cecilia, creando una enemistad con otra familia importante de la comunidad. En la guerra y el amor todo es posible, es ahí donde nace el amor entre Matías y Paulina. Sin saber el porqué de la rivalidad entre sus familias. Poco a poco quedará al descubierto la causa del conflicto entre ellos.
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Desagradable encuentro
Capítulo 8
Cecilia y Mariana estaban caminando por el pueblo, entraron a un restaurante para tomar un café. Por lo general era el clima muy frío en esa región, todos en el pueblo la saludaban.
—Cecilia que gusto verte.—decía Irma
—El gusto es mío, toma asiento acompáñanos. Te presento a mi sobrina Mariana, es hija de Rebeca.—la saludaba Mariana
—Es idéntica a ella, ¿y tus hijos?—pregunto
—Matías ya llegó, mañana llegan mis hijos menores.—
—Me imagino que Matías está muy guapo, el siguiente fin de semana va ser cumpleaños de mi hija Chantal. Espero que tus hijos puedan asistir.—
—Yo se los diré Irma, gracias.—
—Bueno las dejo continuar, debo llegar para la comida.—
—Salúdame a tu esposo, recuérdale que el siguiente mes debe ir a renovar su contrato con el ingenio.—
—Si se lo diré.—
Irma se marchó deprisa, quería decirle a su hija que Matías estaba devuelta. Ella anhelaba que Chantal se relacionara con Matías, así aseguraba un futuro brillante para su hija y su familia. Relacionarse con un Sámano lo era todo, era un sueño que su hija se casara con el.
Cecilia y Mariana caminaban hacia la camioneta cuando se encontró con Romina, ella aprovechó para hacerla pasar un mal rato
—Pero que honor que la dueña de la Gavia se pasee por las calles de este pueblo mugroso, tal parece estás buscando darte un baño de humildad.—
—Que desagradable saber que sigues viviendo en esta comunidad, acaso abren temprano el burdel donde trabajas. Porque si es así, se te hace tarde para atender a tus clientes.—le respondió Cecilia mirándola con desprecio
Romina ya no pudo contestarle nada, si Cecilia lo decidía podría destruírla rebelando su secreto. Su reputación estaba realmente manchada así que retarla no era una opción.
Mariana no entendía nada, pero esa mujer daba desconfianza desde lejos. Su tía se veía molesta, se contuvo de hacer algo peor y suponía que era porque ella estaba presente.
Al día siguiente Matías estaba en los corrales, cuando llegó su hermano Alejandro. No podía creerlo había pasado tiempo desde la última vez que se vieron. Se abrazaron ya que por fin estaban juntos.
—Pero que grande estás.—
—Tu también hermano, y trabajando como siempre.—
—¿Dónde está Gabriel?—
—Ya sabes se quedó con nuestros padres, después de todo es el consentido, el bebé.—se reía Alejandro
Se quedó con Matías y observaba todo al rededor pero muy pensativo. La imagen de aquella mujer que observo caminar por la calle cuando entraron al pueblo, realmente lo cautivo
—Hola la tierra le habla a Alejandro, ¿estás ahí?—preguntaba Matías
—Cuando entramos al pueblo observé una mujer caminando por la calle, era realmente hermosa. No era una jovencita pero era hermosa, muy llamativa.—
—Ahora entiendo todo, te dejo hechizado. Aunque te recuerdo que debes buscar mujeres de tu edad, porque las mayores significan problemas.—le advertía Matías
Cecilia y Alejandro estaban felices de tener a sus hijos reunidos. Pronto sería el cumpleaños de Alejandro, ese día le entregarían su regalo, la hacienda de las tunas. Sabía que estaría contento con la sorpresa, aunque no había envidias entre sus tres hijos era mejor que tuviera cada uno su propiedad. Alejandro no entendía porque le había cautivado esa mujer, era realmente hermosa y tenía que verla de nuevo. Matías le prestaba atención.
Mientras tanto en la huerta de las Rivera Paulina, Natalia y Sofía se dedicaban a cuidar de los árboles. Considerablemente bajaron la producción ya que no tenían contrato con ninguna procesadora o empacadora, así que ellas hacían la recolección y salían pueblo por pueblo al rededor a vender su fruta. Paulina se dedicaba a trabajar lo que su padre les había dejado, también su hermana Sofía y su tía. Por supuesto Álvaro.
Paulina era como su padre, trabajadora, decidida y no se daba por vencida. Sofía era muy unida a ella y ambas tenían a su tía que siempre las apoyaba. Sofía dejó de estudiar al igual que Paulina para trabajar en la huerta, para poder solventar todos los gastos. Ya que su madre no le importaba para nada el futuro, Romina solo pensaba en su bienestar.
—Listo Sofía, esta era la última caja.—
—Hoy se me hizo más pesado que otros días.—
—Te sientes bien, te veo un poco pálida.—
—Debe ser por la gripe que tuve, no te preocupes, andando vamos a entregar el pedido a san Cristóbal.—
Álvaro cargó la caja a la camioneta y salieron rumbo a san Cristóbal, mientras que en casa Natalia discutía con Romina.
—¿Donde estuviste toda la noche?—
—Donde no te importa.—
—Claro que me importa, te has convertido en la prostituta del pueblo. Todos hablan de ti y eso afecta a tus hijas. Ellas deberían estar estudiando, mientras tú y yo deberíamos trabajar lo que les dejó su padre para que pudieran salir de aquí. Nadie les habla por ser tus hijas, a Paulina la acosan todo el tiempo, no puede salir sola a ningún lado.—
—Ya deja de criticarme, tu misma lo has dicho deben trabajar lo que su padre les dejó. Estudiar para que, después se van a fijar en cualquier muerto de hambre y van a salir con su domingo siete. Gastar en estudios para Paulina y Sofía son una mala inversión.—
—No tienes perdón, no entiendo porque odias tanto a tus hijas.—al decir eso Romina la observó con mucho coraje
—Si ya terminaste lárgate.—
Natalia se sentía frustrada, su hermana no tenía remedio. No le importaba nada a Romina, si había dinero o si había comida, para que, si prácticamente Paulina se había convertido en la jefa de la familia. Sacrificando sus sueños.