La Mujer De Ovarios

Los últimos tres meses del año los dediqué por completo a mis estudios. Llamaba a mis padres de vez en cuando e incluso hacía videollamadas con mi hermano. Juan siempre me daba noticias sobre la búsqueda de Elizabeth, que seguía sin avances, algo que me frustraba profundamente. A pesar de todo, trataba de ser fuerte. Sabía que debía enfocarme en salir como la mejor de mi clase y construir contactos que, llegado el momento, podrían ser mi salvavidas.

Ale se había convertido en un apoyo indispensable. Más que una amiga, a veces se sentía como algo más. La forma en que me miraba evocaba recuerdos dolorosos de Elizabeth, y aunque me atraía, nuestra relación se mantenía en ese limbo de ambigüedad. Nos veíamos con frecuencia: comíamos juntas, salíamos y, en ocasiones, compartíamos algo más íntimo. Esto provocaba los celos de Lorena, quien me miraba con furia apenas disimulada. Aunque evitaba confrontarme directamente, hacía pequeños comentarios cargados de reproche, como si su orgullo le impidiera admitir lo que realmente sentía.

Con el tiempo, había comenzado a tomar clases de manejo, una sugerencia del padre de Lorena, que se preocupaba por mis horarios incompatibles con los de su hija. En un principio, me negué, pues me parecía un lujo innecesario. Sin embargo, un día Lorena me llevó a una agencia de autos y, mientras ella insistía en que eligiera algo lujoso como su Mercedes, opté por un modelo sencillo y funcional.

—¿De verdad quieres este? ¿Por qué, si puedes tener el que sea?—, me preguntó, incrédula.

—Porque es cómodo", respondí con calma. —No necesito lujo, solo practicidad.

Tener mi primer auto fue una sensación agridulce. Era un logro personal, pero convivir con Lorena seguía siendo agotador. Aunque alguien nos ayudaba en casa, tenía que preparar el desayuno, ya que la "pequeña mujer" no sabía ni freír un huevo. Su actitud demandante y su creciente ira hacia mi relación con Ale añadían más tensión. Lorena intentaba ponerme celosa llevándose a otras mujeres a casa. Siempre llegaba tarde, visiblemente ebria, acompañada de una nueva conquista. Los sonidos provenientes de su habitación eran ensordecedores casi forzados, haciendo que me provocar risa. Me limitaba a colocarme audífonos y dejarla con su show.

Por mi parte, empecé a pasar más noches en el departamento de Ale para evitar esas situaciones incómodas. Ale, siempre comprensiva, me recogía y me hacía sentir bienvenida. Una noche, mientras empacaba ropa para quedarme con ella, Lorena apareció en mi habitación.

—¿Hoy también dormirás en casa de Ale? —preguntó, cruzando los brazos.

—Sí. Prefiero estar lejos. Sé que traerás a alguien y no quiero escuchar nada —respondí sin mirarla.

—Sabes que eso podría cambiar si volvemos a estar juntas, ¿verdad? —murmuró mientras se acercaba y me abrazaba por detrás.

—Lorena, basta. ¿Cuántas veces tengo que repetir lo mismo? —suspiré y me aparté de su alcance.

—¿Acaso tienes sexo con esa mujer? —soltó con tono áspero.

—Sí, de vez en cuando. La desvito quito la blusa, beso sus grandes pechos y hacemos todo lo que tú no puedes —contesté con frialdad, mirándola directamente a los ojos.

Su reacción fue inmediata: una bofetada resonante. Me llevé la mano a la mejilla y, en lugar de responder con enojo, solté una risa amarga.

—Golpéame si quieres, Lorena. Pero aunque me amenaces, mi corazón nunca será tuyo. Acéptalo.

Esto pareció encender algo en ella. Con los ojos llenos de furia y lágrimas contenidas, se lanzó sobre mí, tirándome a la cama. Intentó besarme, pero la detuve sujetándola por el cuello y presionándola contra el colchón.

—¿Tan desesperada estás por qué te metas los dedos ? Bien, pero luego déjame en paz. —

Mis palabras salieron en un tono dominante mientras la besaba con frialdad, la presione contra la cama.

Bese sus labios, su cuello al besarla y morder su cuello escuchaba gemidos provenientes de su garganta, ¿tanto me deseaba?, abrí sus piernas con fuerza mientras presione sus muslos con fuerza haciendo que esta se estremeciera, toque su ropa interior que esta completamente húmeda, introduje mis dedos con dureza, al tocarla esta soltó unos gemidos, parecía disfrutarlo. Su cuerpo me deseaba tanto que los pequeños roces los sentía cien veces mas.

Al terminar, ella quedó tendida en mi cama, envuelta en una sábana de satén, mientras yo continuaba alistando mi maleta. Me miraba con una mezcla de tristeza y anhelo.

—Cristina, ¿realmente no me amas? —murmuró, casi rogando.

—¿Mis acciones no han sido suficientes para que lo entiendas? Pensé que ya era evidente mi desprecio. —Mi voz sonó seca y contundente.

Antes de salir, me recordó que al día siguiente sería su cumpleaños y que esperaba que asistiera como su "prometida oficial". Solo asentí, sin decir nada más.

Ya en la calle, Ale me esperaba en su auto. Me saludó con un beso y preguntó:

—¿Por qué tardaste tanto?

—Ya sabes cómo es Lorena, tan caprichosa. —

Siempre te digo que podrías vivir conmigo. No tienes por qué soportar a esa idiota.

—Sabes que tengo un plan. No te apresures. Además, mi corazón le pertenece a Elizabeth. —Mi voz se quebró un poco al decir su nombre, pero Ale me sonrió con dulzura, como siempre hacía cuando notaba mi vulnerabilidad.

Ella conocía toda mi historia, incluso cómo terminé en España y cómo llegué a vivir con alguien como Lorena. Su apoyo había sido invaluable, pero mi mente seguía atrapada en el recuerdo de Elizabeth. ¿Dónde estaba ahora? ¿Pensaba en mí? ¿Seguía viva? Cada vez que recordaba sus ojos azul cielo, sentía que mi corazón se encogía. Solo el tiempo tendría las respuestas que tanto necesitaba.

Autora :Hola espero estén bien🤓 ¿Qué tal les parece hasta el momento la obra?, me gusta escuchar sus opiniones.

Adelante unos cuantos capítulos, se viene navidad asi que les deseo dulces fiestas y que se la pasen rico 🎅🎅

Hasta la otra semana les actualizo.

Asi que los felicito previamente, sus like y comen ayuda que esto llegue a mas, asi que gracias 💕