el mundo de los sueños se despliega en toda su gloria: nubes formadas por palabras flotan en un cielo etéreo, un río de luz líquida serpentea hacia un bosque oscuro y ominoso en el horizonte, y formas abstractas se mezclan con paisajes imposibles. La niña parece semitransparente, lo que indica que se encuentra atrapada entre los dos mundos.
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El Jardín de las Decisiones
Emma cruzó las puertas de la Biblioteca de los Recuerdos, sintiendo una paz renovada, pero también una incertidumbre que zumbaba en el fondo de su mente. Había enfrentado sus ecos y revisado su pasado, pero sabía que todavía faltaban piezas del rompecabezas.
Frente a ella, el camino luminoso la llevó a un jardín que parecía extenderse hacia el infinito. No era un jardín común; cada árbol, cada flor, y cada hoja brillaban con una energía etérea. Los colores eran más vibrantes de lo que jamás había visto: verdes que parecían contener todas las tonalidades del mundo, rosas y amarillos que danzaban con la luz de un sol invisible.
El aire estaba impregnado de un aroma fresco y dulce, pero lo que más le llamó la atención fueron los sonidos. No había viento, pero las hojas susurraban palabras, como si le estuvieran hablando directamente. Cada vez que daba un paso, podía escuchar ecos de decisiones pasadas resonando en el ambiente.
“Deberías haber dicho que sí.”
“No debiste callarte.”
“¿Por qué no confiaste en él?”
Emma frunció el ceño, reconociendo esas frases. Eran los reproches que se había repetido a sí misma en innumerables ocasiones. Caminó más adentro del jardín, y pronto llegó a un claro donde un árbol gigantesco se alzaba en el centro. Sus raíces eran tan gruesas que parecían formar senderos, y su tronco estaba cubierto de grabados que parecían formar patrones caóticos.
En la base del árbol había una mesa de piedra con dos sillas, una de las cuales estaba ocupada. Allí se sentaba una figura encapuchada, con un aura que irradiaba calma pero también misterio.
—Te estaba esperando, Emma —dijo la figura con una voz que sonaba tanto masculina como femenina, como si contuviera múltiples tonos al mismo tiempo.
—¿Quién eres tú? —preguntó Emma, aunque ya no se sorprendía de encontrar nuevas entidades en este mundo.
—Soy el Guardián del Jardín de las Decisiones. Este es el lugar donde tus elecciones pasadas y futuras se entrelazan, formando las raíces de tu ser.
Emma se acercó lentamente y tomó asiento frente a la figura. Sobre la mesa había un tablero de juego, pero no era como ninguno que hubiera visto antes. No había fichas ni casillas; en su lugar, había un mapa cambiante que mostraba momentos de su vida. Las imágenes se desplazaban, mostrándole instantes clave: el día en que decidió estudiar para un examen en lugar de visitar a su abuela; el momento en que se quedó en silencio en lugar de hablar con Clara sobre sus sentimientos.
—¿Por qué me muestras esto? —preguntó Emma, sintiendo un nudo en el estómago.
El Guardián señaló el tablero.
—Cada una de estas decisiones ha moldeado tu camino hasta ahora. Pero lo que no sabes es que aquí también se encuentran las decisiones que aún no has tomado.
Con un gesto de su mano, el Guardián hizo que el tablero cambiara. Ahora, en lugar de recuerdos, mostraba bifurcaciones: caminos que se dividían en dos, tres, a veces más opciones. En cada bifurcación había un pequeño destello de luz que parecía pulsar, esperando ser escogido.
—¿Esto significa que puedo cambiar mi futuro? —preguntó Emma, con la esperanza brillando en sus ojos.
El Guardián asintió lentamente.
—El futuro siempre está en movimiento, pero para elegir correctamente, debes comprender el impacto de tus decisiones. No todo lo que parece correcto en el momento lo será a largo plazo, y no todo error será una carga eterna.
Emma observó el tablero con detenimiento. Uno de los caminos le mostraba un destello que representaba reconciliarse con Clara, su mejor amiga. Otro destello mostraba la posibilidad de abrirse a Ethan, su hermano, y apoyarlo más en su vida.
—¿Y qué pasa si tomo la decisión equivocada? —preguntó en voz baja.
—No hay decisiones perfectas ni equivocadas, Emma —respondió el Guardián, inclinándose hacia ella. —Solo hay consecuencias. Lo importante no es evitar el error, sino aprender de él.
Emma miró el tablero una vez más, sintiéndose abrumada por las posibilidades. ¿Qué camino debía seguir? ¿Qué decisión era la correcta?
El Guardián hizo un gesto hacia el árbol detrás de él.
—Antes de que puedas avanzar, el árbol te mostrará las raíces de tus elecciones.
Emma se levantó y se acercó al árbol, tocando su corteza. De inmediato, las raíces comenzaron a brillar, y una imagen apareció ante sus ojos.
La decisión de callar
Se vio a sí misma en la escuela, escuchando a sus compañeros burlarse de una chica nueva. Emma había sentido que debía intervenir, pero había decidido callar por miedo a convertirse en el siguiente blanco de las burlas.
—Esa fue una decisión tomada desde el miedo —dijo el Guardián, ahora a su lado.
Emma asintió, con un nudo en la garganta.
La decisión de persistir
Otra imagen emergió: Emma estudiando hasta tarde para un examen importante, luchando contra el cansancio. Aunque no había obtenido la mejor calificación, había demostrado determinación.
—Esa fue una decisión tomada desde la resiliencia —continuó el Guardián.
Emma sintió una chispa de orgullo al recordar ese momento.
La decisión de protegerse
La última imagen era más reciente: Emma ignorando una llamada de Ethan mientras ella lidiaba con sus propios problemas emocionales. Había sentido que no podía lidiar con el peso de los problemas de ambos.
—Esa fue una decisión tomada desde el agotamiento —dijo el Guardián, su tono neutro pero comprensivo.
Emma retiró la mano del árbol, sintiendo que cada recuerdo le daba más claridad.
—Entonces, ¿todo se reduce a elegir con qué emoción quiero vivir? —preguntó.
El Guardián sonrió.
—Exactamente. Las emociones son semillas, y de ellas crecen tus acciones. Ahora, Emma, elige una de las bifurcaciones en el tablero.
Emma volvió a la mesa, mirando los caminos que tenía frente a ella. Cerró los ojos y respiró profundamente, conectándose con lo que había aprendido en su viaje hasta ahora. Cuando los abrió, tocó el camino que llevaba hacia una reconciliación con Clara.
El destello de luz se intensificó, llenando la sala con un resplandor cálido. El Guardián asintió con satisfacción.
—Has dado el primer paso hacia un futuro más brillante. Pero recuerda, este es solo el comienzo.
Las puertas al final del jardín se abrieron, revelando otro portal que brillaba con una luz dorada. Emma dio un paso hacia él, sabiendo que su viaje aún no había terminado, pero sintiéndose más fuerte y decidida que nunca.
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