EN OTRA VIDA

LUCIA SMITH

— Mamá podemos hablar—había cogido valor para hablar con ella.

— Sí, dime hija.

— Pero aquí no— ella me vio un poco seria.

En ese momento me di cuenta de que no debía decir nada de lo que ha pasado con Dylan. Aunque ella siempre me decía que éramos las mejores amigas, creo que una madre antes que todo es eso, una madre.

— Andas de novia de Manuel, es eso.

— No, aún no. Mi cita fue un desastre. Eso te quería contar, Pero no quería que nadie nos escuchará.

—¿Por qué fue un desastre?

— Simplemente no va a funcionar. Somos amigos y creo que no me gusta como creía.

— Ya tendrás tiempo de conocer a un muchacho. Por ahora solo preocúpate por tus estudios.

Le sonreí. No podía decirle que me gusta Dylan. Él la está pasando muy mal por mi culpa.

Me fui a mi cuarto. Me sentía un poco inquieta. Quería ir a ver a Dylan. Esto es una locura. ¿A qué me aferro? Si sé que esto no se va a dar. Vuelvo con mi estupidez de niña. Soy una cobarde.

Tomé un poco de valor, fui a la cocina.

— Mamá no crees que el joven Dylan pueda tener hambre. Estuvo enfermo y ahora está encerrado en su cuarto.

— En las cosas de los señores, no te metas. La orientación es solo llevarle en sus tiempos su comida. No te atrevas a hacer algo que no se nos pide. Ya estás próxima a ir a la universidad y lo menos que necesitamos es perder mi trabajo.

— Solo decía. No es que iba a hacer algo. Únicamente me da pesar.

—mmm.... si quieres hacer algo, ve dónde está Cristi (empleada de la limpieza) y dile que la vas a ayudar con el aseo.

— Pero no quiero limpiar.

— Entonces ve a estudiar.

Salí de la cocina. Siento que mi madre es muy seria con el tema del trabajo. Vi que Cristi iba al segundo piso. Me acerqué a ella.

— Hola Doña Cristi. Mi mamá me envía para que la ayude con la limpieza.

— Bendito sea Dios. Me falta limpiar el cuarto de los señores y el del joven Dylan. Siendo honesta, esos muchachos me dan miedo.

— Si quiere, yo limpio dónde está el joven Dylan y usted el cuarto de los señores. Así terminaríamos más rápido— sentí una alegría en mi corazón.

— Gracias Lucía. Eres una chica muy buena.

Cogí el lampazo, la escoba y el trapo de limpieza de sus manos y fui al cuarto de Dylan.

— Hola. Vengo a hacer la limpieza del cuarto— ellos abrieron la puerta y la cerraron en cuanto entré.

Dylan puso esa sonrisa, yo solo hice la seña de silencio poniendo mi dedo en mis labios. Terminé sonriéndole.

Se acercó y me abrazó.

— Mi hermosa Lucia— me susurró en el oído.

— Esto es una locura de mi parte. No está bien.

Dylan me tomo de la cintura y me besó. Esa sensación inexplicable de mi cuerpo era muy intensa. Creo que deseo pasar esa línea fina hacia la intimidad.

Parecía que la puerta la iban a abrir, empujé a Dylan y tomé la escoba e hice que estaba barriendo.

— Cálmate. No pasa nada.

— Me muero de miedo.

—Y aún con miedo estás aquí. Y si es así, me gusta estar encerrado.

Esta vez me jaló al baño, nos besamos buen rato.

— Quiero ser el primero en tu vida — me decía entre palabras sofocadas y su aliento entrecortado— te deseo.

......Toc toc toc ......

Mi corazón se sobresaltó.

— Me voy. No sé cuando regrese, no encuentro pretextos para venir a tu cuarto. Solo quiero que sepas que yo también te amo desde hace mucho tiempo. Y— suspiré hondo— también quiero que seas el primero.

Salí de inmediato del baño. Dylan se quedó. Cogí el trapo para limpiar, la escoba y el lampazo y salí.

Afuera estaba Cristi.

— ¿Terminaste de limpiar?

— Si doña Cristi.

Ella me cogió de la mano y caminamos juntas.

— Vienes helada.

— Es que esos señores si que asustan. Usted tiene razón con tenerles miedo.

Bajando las escaleras, entraban la Señora América con Estela.

Sentí mi corazón chiquito. Verla bien vestida con su ropa de lujo y un cabello perfecto, me sentí inferior. Dylan es un chico atractivo y a mi lado, yo soy como una cucaracha.

¿Cómo duelen esas dosis de realidad?

Caminé hasta el patio junto a Cristi.

— Muy pronto el joven se casa. Lo de ahorita es una rabieta sin sentido. Cómo todo joven quiere llevar la contraria a sus padres. Pero cuando el se case todo será distinto. Estela es una señorita muy bella.

— Es cierto, la señorita Estela es bonita — me dolía el pecho — Cristi me quiero dar un baño. Mañana te puedo ayudar con la limpieza del cuarto del joven si quieres. Me retiro.

— Gracias por tu ayuda.

Me fui a mi cuarto, entré a la ducha. Lloré como una niña. Las personas normales como yo no deben enamorarse de personas con un estatus distinto.

DYLAN SALVATORE

La puerta se abrió, me puse de pie, pensé que era Lucía. Mi sonrisa se borró cuando ví entrar a mi madre junto a Estela.

— Saluda a tu prometida.

— Me tienen cansadas ustedes dos.

— Doña América puedo hablar con él a solas.

— Sí. Los dejo.

— Estela me fastidia hasta encerrado. Vete. Ya te dije que no me voy a casar contigo, aunque eso significa que muera aquí.

— Moriras no solo tú, sino tus padres también. Morirán de hambre en la cárcel.

—¿Qué diablos dices?

— Sabes que hace unos años mi papi ayudó a tu papá a no quedar en la quiebra, mi padre le metió mucho dinero a la empresa de tus papás. Por eso es el accionista mayorista. En un intento por recuperar supongo, salió lo del compromiso. A mí no me molesta en lo absoluto porque te amo — Estela pasaba su mano acariciando su cuerpo.

— Estás loca.

Ella se acercó y me abrazó.

—Dylan yo te amo desde que éramos niños.

— Estela no quiero ser grosero. Entiende que el amor no se fuerza— La empujé.

— Está bien. Soy paciente, puedo esperar. Me voy.

Por un instante, caí en razón. Y si solo sigo este juego.

— Estela — dudé un poco— ¿Por qué te quieres casar conmigo?

—Por amor, claro.

— Voy a considerar la propuesta.

— Demuéstramelo.

Me acerqué a ella y le di un abrazo. Mi madre entró.

— Ves que si quieres a Estela.

— Ya reflexioné. Solo déjame terminar la universidad y te prometo que me caso con ella.

— Eso lo veremos.

Mi madre le pidió a los guardaespaldas retirarse. Yo bajé a la sala con Estela y mi madre. Si fingir un poco me daba libertad y podría ver a Lucia como yo quisiera, me sacrificaría un poco.