Vidas Cruzadas

Daila

Había pasado un mes desde que Ander se había involucrado en nuestras vidas, y todavía me sentía como si estuviera en una especie de sueño. Al principio, cuando Ander comenzó a ayudarnos financieramente, sentí una mezcla de gratitud y vergüenza. Era difícil aceptar que necesitábamos ayuda, y aún más difícil compartir con él los detalles de nuestra situación.

Recordaba claramente la noche en la que me abrió su corazón y escuchó mis lágrimas y temores. Había estado reteniendo tantas emociones durante tanto tiempo, y finalmente, con él, sentí que podía ser completamente honesta.

Ese momento había sido mágico y único para ambos, nos había acercado demasiado a ambos. No sabía que al principio hubo una línea que nos separaba, aunque aun sentía que había algo, no quería decir que era todo para ambos, solamente que ahora podía sentir que lo tocaba, que podía decir que lo conocía en verdad.

Con el tiempo, nuestra relación se transformó. Lo que comenzó como una ayuda necesaria se convirtió en una amistad profunda. Ander se convirtió en mi confidente, en mi apoyo incondicional. Aunque al principio me sentía avergonzada por depender tanto de él, poco a poco esa vergüenza se transformó en gratitud y afecto.

Sabía cuantas horas le dedicaba a su pasión por el fútbol, estaba emocionado porque había recibido la llamada que espero por un largo tiempo. Ahora le mandaba comida de su dieta especial.

—¡Dai! —Mi hermana me llama mientras corre hacia mí luego de recogerla, estaba feliz de verla un poco más alegre desde que papá murió.

Olivia había agarrado una tristeza inmensa cuando papá estaba enfermo y cuando se murió fue lo peor para ella y era normal, una niña de 13 años había perdido el hombre que corría cuando necesitaba algo, el mismo que le había regalado una pintura porque le recordaba a ella.

Mi hermana se había roto por completo durante los primeros días, dejando de comer y creyendo que en algún momento, mi papá iba a aparecer y a decirle que todo iba a estar bien, pero no fue así y eso la destruyó aun más. A veces nos pasaba que sin querer preguntábamos por mi papá, a veces creíamos que iba a aparecer de un momento a otro, pero nunca paso.

—¿Cómo te fue hoy, pequeña? —Sonrió, porque ella era alta y delgada, ambas teníamos casi la misma estatura, la única diferencia era el peso.

—Superbién, mis profesores me felicitaron, en inglés me dijeron que debía practicar más.

—¿Debería contratar un tutor?

—No, no tenemos dinero para eso.

—Lo sé, pero algo haré —Acaricio su cabello —Haré todo para verlas bien a ustedes —Oli, me mira, pero tiene una mirada triste.

—Tienes que luchar también por ti, no solo por mamá y por mí.

—Tú eres la más pequeña y mamá no podrá conseguir empleo con ese pie herido, yo debo encargarme de todo.

—Espero que tu novio no esté siendo una carga tan pesada —Sonrió mientras niego con la cabeza. Si supiera que es el que está pagando todo lo de mamá y el colegio de ella lo pago por completo.

Había investigado todo sobre Ander Hernández. Sabía que había jugado en la selección sub-20 de Colombia, una categoría para jóvenes talentos que no era tan conocida como la selección mayor que todo el mundo observa. A pesar de no ser tan famoso, Ander había logrado destacar y un equipo de Europa, aunque no tan reconocido, lo había acogido. Gracias a esto, tenía el dinero para ayudarnos.

Además de su carrera en el fútbol, Ander había participado como modelo en algunas campañas publicitarias, aunque no era tan conocido en ese ámbito. Me preguntaba por qué no era más famoso, pero no quería incomodarlo preguntándole.

Cuando llegamos a la casa, luego de pasar casi 20 minutos en el bus, siento mucho ruido en la casa, ¿había venido alguien? Normalmente, no teníamos visitas porque nuestros familiares habían dado la espalda por completo.

—¿Daila? ¿Olivia? —Es la voz de nuestra madre, mi hermana y yo caminamos hacia la cocina y veo a Ander, enarco una ceja.

—¿No deberías estar entrenando?

—Qué novia tan tierna tengo —Niego con la cabeza con una sonrisa, él se levanta de la silla para saludar a mi hermana dándole un revolcón a la cabeza y se acerca para darme un beso en la mejilla.

Habíamos empezado a hacerlo de manera natural, aunque solo en frente de mi mamá, que era la que más sospechaba.

—Ander vino a visitarme, trajo el almuerzo —Pollo asado encima de la mesa.

—No deje que tu mamá se levantará, y normalmente los viernes tienes mucha flojera de hacer de comer —Ahora no tenía que matarme trabajando, Ander de verdad nos estaba dando todo.

—Gracias —Sonrió, él se me queda mirando, no sabía que significaba esa mirada, pero me hacía latir fuertemente el corazón.

—Con gusto —Acaricia mi mejilla y luego vuelve a su asiento, mi hermana se había ido a cambiar el uniforme para almorzar con nosotros.

Mi mamá estaba mucho mejor, la próxima semana iba a tener revisión y verían como iba la operación. Estaba feliz de que ya no se veía tan triste y demacrada como antes, ahora tenía una gran sonrisa.

Así fue como nos quedamos unos minutos hablando, riéndonos de alguna historia de pequeñas de mi hermana y yo, mi mamá se veía feliz cuando hablaba de nosotros, cuando mencionaba a mi papá se veía como su expresión se ponía triste, pero la recuperaba fácilmente gracias al futbolista.

Pronto estaría viajando, para reunirse con la selección. No sabía que haríamos con esa situación, pero lo íbamos a solucionar después, tal vez en ese viaje podría conseguir a alguien que de verdad quisiera como novia.

—Bueno, muchas gracias por todo. Ya es hora de irme —Casi a las 7 de la noche, luego de pedir algo de comer, se estaba levantando para irse.

Lo acompañé a la puerta.

—¿Por qué viniste? ¿Es por algo? ¿No?

—La verdad, quería venir a visitar a tu familia. A veces necesitan que un hombre las ayude, entonces le ayude a tu mamá mientras ustedes no estaban —Asiento, pero cuando lo escucho suspirar, sé que hay más cosas detrás —Daila, mi familia quiere conocerte.

—¿Estás loco? —Me rio, pero él me mira serio —Ander, no somos novios.

—Lo sé, pero ellos se enteraron y te aseguro que mi familia está loca, si no te presento ante ellos son capaces de contactar a quien sea para saber quién eres.

—Jodida vida, ¿estás seguro?

—¿Qué mi familia está loca?

—Claro que sí.

—Bien, iré, ¿Cuándo?

—Mañana a la hora del almuerzo —Me da un beso en la mejilla —No te preocupes, le traeré comida a tu familia y llegaremos para comer, cachetes.

No puedo evitar sonreír por ese apodo, me gustaba, era tierno.