Desconocido

A la mañana siguiente, Dante salió con Rocío a la librería cuando llegaron, él esperaba que ella recordará ese lugar.

- Que hermosa librería. Siento como si hubiera estado aquí. ¿Puedo ver algunos libros?

- Claro. Mientras yo busco lo necesario puedes hacerlo.

- Me gusta esa esquina cerca de la ventana.

Así que Rocío, camino hacia la esquina y encontró un libro de aventura. Sé sentó a leer. Mientras a los lejos Dante la observaba.

De pronto un joven se le acercó y se sentó junto a ella.

- Hola, ¿que tal?

- Bien, ¿Me conoces?

- No pero me gusta ver a las personas leyendo, se ven adorables.

Una escena que le hizo recordar una cara borrosa, pero aún así no podía recordar aquel momento. Era como si Dante hubiera desaparecido completamente de su mente.

Dante la miró desde lejos sonreír. Así que prefirió no molestar. Lo que menos ella necesitaba a alguien celandola.

- ¿Eres de por aquí?

- La verdad que mi madre vive cerca de aquí.

- ¿Qué te trae a esta librería?

- Vine con mi jefe, que está buscando unos libros que necesita.

- Es raro estar en una librería con tu jefe.

- La verdad que también es un amigo.

- Si tu lo dices, yo si fuera él, no te dejaría ni por un momento sola.

- La verdad, que no creó que él piensa que debe mantenerse cuidándome.

- ¿Te dejarías cuidar por mi?

Rocío sonrió, pero no eran palabras que ella quisiera escuchar de alguien desconocido. Ella preferiría escucharlo de alguien más.

Dante a pesar que estaba siempre apoyándola mantenía un límite entre ellos.

- La verdad que tengo que irme. Mi jefe me llama y bueno fue un gusto.

Así que se despidió del desconocido y camino hacia Dante.

Él la miraba con ternura y a la vez se veía la soledad en su rostro.

- Hola, hiciste amigos.

- Si, me dijo que le gustaba ver a las personas leyendo y que si yo quería que me cuidará

- Hasta yo estoy dispuesto a cuidarte y observarte leer es mágico.

Esas palabras salieron tan natural que Rocío se quedó muda y sentía como su corazón se aceleraba y a la vez sentía algo de dolor. Se sonrojó y bajo la miraba, sintió como una lagrima caía de su ojo.

Como era posible que aquel joven le dijera eso y ella no sintió lo mismo.

- ¿Estás bien?

- ah si, solo se me metió una brusca.

No sabia que sucedía, pero de algo estaba segura. Él es importante es su vida.

- Creó que encontré lo que necesitaba. Vamos a la empresa y ordenemos para luego salir.

- Está bien

Ambos salieron de la librería y se dirigieron a la empresa. Cuando iban caminado Rocío se tropezó y sino fuera por Dante qué la agarraba se viera caído.

Cuando Él le sostuvo la mano, ella sintió algo familiar y una Calidez en su cuerpo.

- Me gustaría acordarme de ti.

Dante se sorprendió.

- Cada vez me da más curiosidad por saber quién eres tú en mi vida. Porqué haces que mi corazón se acelera.

Dante se quedó mudo, quería abrazarla y decirle tanto cosas. Pero no quería influenciar en su memoria.

- También me gustaría, pero no debes forzarte.

- No lo hago pero mi corazón se impacienta.

- Si, eso te causa problemas. Me puedes decir y yo me alejaría de ti si es necesario.

- No, no quiero. Tú eres parte de mi vida. Y quiero saber por que.

Al llegar a la empresa terminaron los documento y Rocío le pidió a Dante que visitarán a su madre, ya que Victoria quería verlo de nuevo. Así que ambos salieron junto hacia la casa de Victoria.

- Mamá llegamos

- !oh! mi querida hija. También Dante vino de visita. Hoy es día de celebración mis acompañantes están aquí.

- Hola señora Victoria. Me alegra verla.

- A mi igual.

Pasaron toda la noche conversando. Hasta que se hizo muy tarde y Dante tenía que regresar a casa.

- Deberías quedarte a dormir. Puedes dormir en la habitación con Rocío.

- Si por mi no hay problema. Puedo compartir mi cuarto.

- Si no les incomoda.

- Igual no sería la primera vez.

Victoria sonrió y miro a Rocío.

- Enserió y como no sabia eso. Así que has dormido conmigo en la misma habitación.

Dante sonrió.

- sí fue una pijamada

Rocío se río a carcajada, sabía que no pudo haber sido una simple pijamada.

Esa noche Rocío se puso un pequeño pijama, pantalones cortos y una blusa bastante clara que mostraba su belleza.

Subieron a la habitación y estaba el colchón donde Dante dormía. Él se acosto y ella encendío la lámpara, después prendío una vela. Era una escena seductora.

- ¿Puedo dejar la luz encendida?

- Si claro, no me molesta.

En lo que Dante se pone de costado siento como los brazos de Rocío lo abrazaban. Sintió el calor de su cuerpo.

- ¿Está bien que hagas esto?

- Si, te molesta.

- No, pero estas segura de eso. Una persona que no recuerda. Podría haber sido un acosador y no lo sabes.

- No me pareces un acosador.

Dante se giro y quedo de cara hacia ella. La jaló hacia él. Le beso el cuello y a ella se le salió un gemido.

- ¿Quieres que siga?

- Si.

- No te arrepentirás.

-No.

Le fue besando el cuello y la jalaba hacia él, rozando su cuerpo con él de ella.

Rocío estaba sumergida en el momento. Pero Dante la alejo de ella y se puso de pies.

- Aunque quisiera hacerte de todo. No puedo, tienes que recordarme por que sino estaría mal, si esos sentimientos no son los que tu esperas.

Esa noche Dante se marchó de regreso a su casa.

Rocío quedó pensando en su cama.

- Como es posible que no me guste ese hombre. Su calidez, su cuerpo, todo de él me encanta. Acabo de ser rechazada. Memoria regresa a mí.  Que mal momento para no acordarme de él.

Dante había pedido un taxi para regresar a casa. Cuando llego a casa se acostó en su cama.

- No fue fácil. Un poco más y hubiera pasado lo inevitable. Con esto solo hizo acordarme más de su cuerpo. Y de él deseo que tengo por besarla.