La Venganza De La Emperatriz

Los sirvientes obedecen la orden de su emperatriz, y unas horas después, todos estaban en sus habitaciones.

No pasó mucho para que llegara el día siguiente.

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Al siguiente día, Samanta con ayuda de su fiel amiga de manera inteligente convoca a los nobles de la corte real, y estos sin entender lo que pasa llegaron al palacio y se fueron a la sala del trono. El padre de ella también estaba allí, ya que él era un noble.

No mucho después llegó Samanta con la elegancia que la caracteriza, y pasó a su asiento en el trono y fue directo al grano.

—Les he convocado porque en la noche de ayer pasó algo muy malo con el emperador. Una de las doncellas de la segunda concubina Ruth, se atrevió a intentar matar al emperador, quien por poco no logra salir de ese atentado— dice la mujer y todos jadean, el padre de aquella mujer, sale a su defensa.

—Imposible, la doncella de mi hija sería incapaz de hacer algo como eso, de seguro fue alguien más y usted la está calumniando— expresa el hombre molesto.

—Será mejor que usted evite que le mandé a cortar la lengua por atrevido, ¿quién le dio permiso para hablarme? Tenga en cuenta que delante de quien está es su soberana, y como tal me debe respeto — dice Samanta con seriedad.

Aquel ministro hizo silencio, y entonces ella continuó hablando.

—Como les estaba diciendo, en la noche de ayer el emperador fue envenenado, y el veneno fue encontrado entre las pertenencias de aquella mujer, quien se atrevió a calumniarme y la madre emperatriz actuó por impulso y se atrevió a pegarme— dice ella y todos allí jadean nuevamente.

—Como castigo a su falta de respeto, yo la emperatriz Samanta Parker, determinó que la madre emperatriz debe de recibir 20 azotes en la plaza pública, y la sirvienta afectada, debe de ser ejecutada, pero antes, debe de perder la laguna por intentar dañar el buen nombre de la casa Parker— dice ella y se escuchó mucho murmullo en la sala.

Samanta le hizo seña a un guardia, para que esté vaya a buscar a la sirvienta, quien allí mismo será investigada por ella.

También se mandó traer a la madre emperatriz, quien se negó a llegar a esa sala.

Cuando llegó, más de uno la veía con mala cara, por atreverse a agredir a la emperatriz, quien ha estado haciendo un buen trabajo en el imperio.

Poco después, también llegaron los guardias con la doncella, quien lucía sucia y tenía los ojos hinchados de tanto llorar.

Fuera de la puerta estaban las concubinas, y dos de ellas estaban a punto del desmayo, por ser ellas quienes planearon tal situación, ahora bien, no para el emperador, sino para Selma.

En cuanto la doncella entró a la sala del trono, Samanta le ordenó a las concubinas entrar, y ellas así lo hicieron.

Luego de eso, procede a hacerle algunas preguntas a la doncella.

—Solo te lo preguntaré una vez, y según tu respuesta, consideraré no cortar tu lengua. ¿Quién te ordenó envenenar al emperador?—dice ella y la doncella no dice nada.

Samanta al ver la negativa, procede a dar el siguiente pasó, que era cortar la lengua de la doncella.

De entre su vestido, ella saca una daga, y ordenó a los guardias sostener a la doncella, quien comenzó a llorar y a implorar piedad.

Totalmente desesperada, cuando Samanta iba a tomar su lengua, dijo que hablara.

Ella aunque tenía un semblante serio, por dentro estaba feliz.

Yanet quien miraba todo con curiosidad, también lo están haciendo, ella nunca salió del palacio, y siempre se tiró el espectáculo en primera fila.

Por qué si, a ella no le gusta el chisme, pero la entretiene.

Con Samanta

Tras escuchar que la doncella iba a hablar, ella se aleja un poco y le ordena decir lo que tiene que decir.

—Habla y que sea rápido — le ordena Samanta y la mujer llorando habla, mientras que las dos concubinas estaban asustadas.

—Hace dos días, la señorita Ruth y la señorita Cristina, me ordenaron poner veneno en el té de la cuarta concubina Selma, para que luego se culpe a usted, no sé cómo ese veneno terminó en manos del emperador— dice la mujer y todos jadean, mientras que las concubinas afectadas entraron en pánico.

La sirvienta continúa.

—Juro por mi vida que no quise envenenar al emperador, o a la cuarta concubina Selma, solo estaba siguiendo órdenes de mi ama, quien es muy áspera cuando una doncella comete un error—

Expresa aquella mujer y Ruth decide defenderse.

—Esta sirvienta miente, primero dice que fue la emperatriz, y ahora que yo le ordene matar a la cuarta concubina Selma, es claro que ella está mintiendo descaradamente— dice Ruth y Cristina también habla.

—Así es, primero acusa a la emperatriz, y ahora dice que Ruth te ordenó hacerlo. Estoy segura de que estás mintiendo, esto es un complot en contra de la familia imperial — dice aquella mujer y los nobles comienzan a debatir lo que ambas dicen, pues tiene lógica.

El padre de Cristiana decide hablar.

—Emperatriz, no se deje engañar por esa sirvienta, quién sabe qué más está planeado, estoy seguro de que ella está mintiendo, y solo se quiere librar de la muerte— dice el hombre y todos dicen que es así.

La madre emperatriz decide defenderse también, ya que no puede permitir que se le haga pasar por semejante cosa tan vergonzosa.

—Emperatriz seamos razonables, estás dos mujeres han sido esposas de mi hijo durante mucho tiempo, y nunca ha pasado nada, estoy segura de que esa sirvienta tiene algo personal con la familia imperial, y en cuanto a mí, me deje engañar y pido que se me revoque el castigo— dice la mujer y Samanta decide hablar.

—Claro, así como usted razonó cuando aquella mujer me acusó, ¿verdad? Seamos sinceros, si la evidencia hubiera estado en mi habitación, en estos momentos todos estarían pensados que soy una mala persona, y si, el castigo de la madre emperatriz sigue en pies, y la doncella recibirá la pena de muerte, el hecho se investigará, y de ser las concubinas culpables, sufrirán el mismo destino que ella— dice Samanta

Luego ordena a los guardias llevarás a las dos mujeres que recibirían el castigo.