Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
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Ecos de una noche pasada
La noche cae sobre la ciudad, y el sonido de la música resuena en mis oídos mientras camino hacia la discoteca de Fer y Cristian. No he podido dejar de pensar en la conversación que tuve con Valeria hoy. Aunque las cosas aún están lejos de ser como antes, siento que hemos dado un pequeño paso adelante. Aun así, la incertidumbre sigue presente, y me pregunto si alguna vez podremos superar lo que ocurrió entre nosotros.
La discoteca está en pleno apogeo cuando llego. Las luces de neón iluminan la entrada, y el ritmo vibrante de la música ya me envuelve incluso antes de cruzar la puerta. No es mi ambiente habitual, pero esta noche necesito distraerme, dejar que mis pensamientos se apaguen por un momento.
—¡Alejandro! —grita Fer por encima del ruido cuando me ve entrar. Está detrás de la barra, sirviendo tragos con una energía contagiosa. Cristian está cerca de él, ocupado con la caja registradora. Ambos parecen completamente en su elemento.
—¡Qué bueno que viniste! —añade Cristian cuando se percata de mi llegada. —Esta noche está siendo un éxito.
—Lo veo —respondo con una sonrisa mientras me acerco a la barra—. ¿Alguna recomendación para un trago?
Fer se ríe y empieza a mezclar algo sin siquiera preguntar. —Te prepararé uno especial. Es perfecto para relajarse y olvidarse de los problemas.
Mientras espero, miro alrededor del lugar. Está lleno de gente disfrutando, bailando y dejando que la música se lleve cualquier preocupación. Por un momento, me permito hacer lo mismo, dejar que el ambiente me absorba y me distraiga de los pensamientos constantes sobre Valeria.
Fer me entrega el trago y levanta su vaso en un brindis. —Por las nuevas oportunidades y las noches sin preocupaciones —dice, guiñándome un ojo.
Chocamos los vasos y bebo. El sabor es fuerte, pero refrescante, justo lo que necesitaba para empezar a relajarme. Cristian se une a nosotros, tomando un pequeño descanso de sus deberes.
—Entonces, ¿cómo te fue hoy con Valeria? —pregunta Cristian, con una expresión genuinamente interesada.
Suspiro antes de responder. —Hablamos un poco más. Siento que hemos avanzado, pero aún hay mucho que resolver. No estoy seguro de cómo proceder sin hacer que se aleje más.
Cristian asiente pensativamente. —Es un proceso lento, Alejandro. Pero si continúas siendo honesto y paciente, creo que eventualmente las cosas mejorarán.
Fer interviene con una sonrisa. —Y si no, siempre tienes amigos aquí que te respaldan. Esta noche es para disfrutar, ¿de acuerdo?
Asiento, agradecido por el apoyo de ambos. —Gracias, chicos. Realmente lo aprecio.
Pasamos un buen rato en la barra, hablando de cosas triviales y dejando que la música nos envuelva. Poco a poco, me siento más relajado, permitiéndome disfrutar del momento sin pensar demasiado en lo que sucederá mañana.
En un momento dado, Cristian señala a una chica en la pista de baile. —Esa es mi novia, Carla —dice con una sonrisa orgullosa—. Es la dueña del local de Booba Tea del que te hablé.
La observo bailar con una energía contagiosa, y no puedo evitar sonreír. —Parece una persona increíble.
—Lo es —responde Cristian con una mirada afectuosa—. Deberías pasarte por el local un día de estos. Te vendría bien un buen Booba Tea.
La idea suena tentadora. Volver a ese lugar podría traer buenos recuerdos, y quizás hasta sirva como un terreno neutral para seguir hablando con Valeria. —Lo haré. Quizás la próxima semana.
Fer, siempre el animador, me da una palmada en la espalda. —¡Eso es, Alejandro! A veces, un pequeño cambio de escenario es todo lo que necesitas para ver las cosas con claridad.
La noche continúa, y por primera vez en mucho tiempo, siento que puedo dejar a un lado mis preocupaciones, aunque sea solo por un rato. La música, la compañía de mis amigos, y la energía de la discoteca me permiten desconectarme y disfrutar del momento presente.
Finalmente, cuando la noche está llegando a su fin, Fer y Cristian me acompañan a la salida. —Gracias por venir, Alejandro —dice Fer mientras salimos al aire fresco de la noche—. Espero que te hayas divertido.
—Lo hice —respondo con sinceridad—. Gracias a ustedes por invitarme. Realmente lo necesitaba.
Cristian asiente, colocando una mano en mi hombro. —Estamos aquí para lo que necesites, amigo. No olvides eso.
Me despido de ellos y comienzo a caminar de regreso a casa. La ciudad está tranquila, solo los ecos lejanos de la música permanecen en el aire. Mientras camino, mis pensamientos regresan a Valeria. Aún no sé cómo resultará todo, pero algo en mi interior me dice que no debo rendirme. Quizás la próxima semana, cuando vaya al local de Booba Tea, encuentre una nueva oportunidad para acercarme a ella.
La noche termina con una mezcla de esperanza y determinación en mi corazón. Mañana es un nuevo día, y estoy decidido a seguir adelante, paso a paso, para reconstruir lo que una vez tuvimos.