Soy Azahara y os voy a contar mi historia, aunque no lo creáis, todo lo que os voy a decir es real.
Nunca imaginé que dejaría mi casa, mi ciudad, mi familia y amigos, en fin en dejar mi vida para empezar otra en un lugar diferente donde solo conozco a un par de amigas y lo que menos esperaba era todo lo que me deparaba el futuro con seres increíbles pero reales.
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Capítulo 6. Reencuentro.
Azahara.
Aunque estábamos en el jardín, por un momento me sentí agobiada de estar allí, sabía que decirle a mis amigas de irnos no serviría de nada, lo estábamos pasando bien y llevábamos años sin vernos, no se irían de la fiesta hasta bien entrada la noche y más con los hombres que había allí, por eso cuando ellas fueron al baño yo salí del jardín, camine por un rato fuera de la mansión, me senté en uno de los bancos que había, corría algo de aire, no hacía mucho frío, pero no iba tan abrigada.
Un soplo de aire hizo estremecerme.
- No es un buen lugar para que una mujer como tú ande sola, es demasiado peligroso estar aquí.- un chico se sentó a mi lado y paso su mano por mi espalda. - se dicen que hay mucho lobo suelto. -
Me giré para hablarle, era rubio de ojos grises, era guapo, pero no como el moreno de la barra.
- No creo que a ningún lobo le dé por arrimarse, quizás se lleve la sorpresa de que le saque los colmillos y salga con el rabo entre las piernas. -
Tras decir eso escuché una risa, pero no había nadie con nosotros, así que no pude ver de donde provenía.
- Pero es mejor que un hombre te acompañe, solo por si pasara algo. -
No podía creer lo que estaba escuchando, él me ayudaría poco si uno de los lobos que él dice apareciera por allí, de un zarpazo lo tiraba al suelo, era humano, una presa fácil para un lobo que recién ha empezado a transformarse.
- No pienses que soy la Caperucita del cuento, no me dan miedo los lobos. -
Otra vez se volvió a escuchar esa risa, pero seguíamos estando solos.
- Aun así... -
- Ya le has oído, no hace falta que le hagas compañía, así que si no quieres ver lo que es capaz de hacer un lobo, será mejor que la dejes tranquila. -
Esa voz otra vez, era la tercera vez que la escuchaba, y ya sabía de quién provenía, pero él no se dejaba ver, estaba escondido en la oscuridad.
- Los lobos son presa fácil, y más cuando se ocultan del cazador. -
No podía creer lo que ese hombre acababa de decir, estaba jugando con fuego y juraría que se quemaría si no se iba en ese momento.
- No subestimes nunca la fuerza y la capacidad de un ser tan poderoso como lo es un lobo. - salió de entre las sombras, como yo sabía era él quien se escondía tras esa voz y seguramente tras esa risa. - si no quieres comprobarlo tiene cinco segundos para huir y dejarla tranquila, las lobas saben cazar tan bien como un lobo y ella a demostrado que no le teme a personas como tú.- su sonrisa se dibujaba en su rostro, pero su mirada era fría.
No muy lejos de donde estábamos se empezaron a oír los aullidos de los lobos, el chico que estaba a mi lado se asustó y sin decir nada más, ni siquiera una despedida, se levantó y se marchó, todo era muy surrealista si no vienes del mundo de donde yo vengo.
- ¿Ahora también vas a desaparecer tú?. - pregunté mientras me acomodaba en el banco, unos aullidos no me asustarían.
-¿A qué te refieres?. - su voz se suavizó un poco y los aullidos cesaron.
- Cada vez que te he visto has desaparecido como si temieras de algo o de alguien, y dudo mucho que así sea. -
- La que veo que no teme de nada eres tú, en cambio, yo de la que huyo es de ti. -
Pude notar como cambió mi cara, podría esperar cualquier respuesta menos esa, un hombre como él huyendo de alguien como yo.
- Aunque digas que no eres Caperucita, sabes cómo cazar a un lobo y volverlo loco. -
No entendía a que se refería, nunca tuve más de cinco minutos de conversación con él para que pensara así de mí, lo que si tenía claro que él sabía lo que era y que su aroma me atraía como el humo del cigarro a un fumador.
Nuestras miradas se cruzaron, sus ojos cambiaron de color, muy despacio camino hasta ponerse frente a mí.
- Está vez no me pienso marchar, mi destino está escrito por mucho que quiera huir de él. -