El clan de brujas Lanira suele vivir en la clandestinidad, las reglas de su clan son claras, no busques más de lo que necesitas o puedes llamar la atención de un dragón.
Aisha miembro de este clan estaba por terminar su año en solitario y sus practicas profesionales cuando desapareció del radar, el clan ha implorado saber, pero hay un poder muy grande que la retiene y la oculta de su familia.
Dos años después ella regresa herida y sin memoria de lo que le ocurrió durante su ausencia y con la cría de un dragón creciendo dentro de ella...
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Siete años para renovar una vida
Fafner no podía creer lo que estaba viendo, había escuchado sobre el trance de transformación antes, pero nunca la había visto, su hermano se encontraba irreconocible. Él estaba sentado, estático con sus ojos y venas encendidos al rojo vivo, mientras su cuerpo emanaba un aura roja que se acumulaba a su alrededor volviéndose a cada segundo más densa, hasta comenzar a dibujar el cuerpo de un dragón, el cual estaba en total calma, con sus alas plegadas. Fafner se sintió conmovido e hipnotizado, necesitaba acercarse, era una pequeña polilla que deseaba tocar la luz, y antes de que pudiera tocarlo la mano de su padre lo detuvo.
—No lo toques, te puede hacer daño— susurró con mucha calma —La bruja entró en labor y convocó la fuerza de su pareja— Nidhogg sabía que debían estar en total silencio y calma, su hijo en ese estado era todo instinto, cualquier cosa que lo hiciera sentir amenazado podría desatar su furia. Ambos permanecieron lo más quietos posible esperando, mientras no se descontrolara Ragnar, existía la posibilidad de que todo terminara sin problemas y con mucha suerte, quizás podrían saber dónde se había estado escondiendo Zari y así su hijo se podría reunir con su familia.
—Mi hijo ha llegado— habló Ragnar aún en trance, su voz era muy grave, casi como un rugido animal, todo seguía en calma, y por un instante parecía que todo saldría bien, y de repente Ragnar se paró, al mismo tiempo que el dragón abrió sus alas, poniéndose en posición de ataque —¡DESAPARECIÓ!— rugió —¡MI HIJO, MI COMPAÑERA, NO ESTÁN!
La contención, que hasta ese momento había mantenido, se rompió, el calor que se expulsó fue como una explosión, Fafner y su padre a penas lograron bloquear el daño, el lugar estaba destruido y se había iniciado un incendio, Ragnar se estaba consumiendo de ira y pena por su perdida, si lo dejaban así pronto serían expuestos ante los humanos o peor; él podría arder hasta consumirse a sí mismo.
—Fafner, necesito que congeles el corazón de tu hermano— gritó Nidhogg desesperado.
Al escuchar la orden, los ojos de Fafner se iluminaron en un azul glacial y sus manos comenzaron a despedir un frío tan intenso como el del peor invierno del ártico, sin pensarlo, corrió a través de la habitación cruzando el aura infernal de su hermano. La fuerza de Ragnar se contuvo por un instante, y usando su don de oscuridad, Nidhogg comenzó a nublar la memoria y el corazón de su hijo, todo lo referente a su pareja y su cría desaparecería en una bruma tan oscura como el gran abismo del mar profundo, un lugar del que sólo el llamado de su sangre podría sacarlo. El dragón rojo, que se había formado con la energía de Ragnar, se desvaneció y él cayó inconsciente.
—Padre, ¿qué has hecho?— preguntó Fafner con la respiración agitada.
—Lo necesario para salvar a tu hermano— la mirada de su hijo era acusadora, todo lo sucedido tendría consecuencias, pero no se arrepentiría nunca de haber salvado a su hijo —Ahora, ayúdame a cargarlo, tenemos que salir de aquí antes de que lleguen los humanos.
—Entiendes que ahora mi hermano será más frío y cruel que yo, es probable que nunca pueda volver a encontrar una pareja, y en el peor de los casos puede volverse loco, y sólo habremos retrasado lo...
—Eso ahora no importa, vamos, no pierdas tiempo— al ir saliendo Fafner se sintió apenado al ver aquel lugar que su hermano se había negado a abandonar, a pesar de haber sido comprometida su seguridad, con la esperanza de que ella regresara, aferrándose a cada uno de sus recuerdos. Ahora todo había desaparecido, igual que ella, igual que el corazón de su hermano, como si nunca hubiera existido.
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—Apúrate Zahorí— la voz su madre no pareció perturbar a la pequeña que dibujaba tranquila —Apúrate por favor, quedamos en iniciar el entrenamiento, hoy Boreas llegará tarde...
—Mi papá Boreas dijo que la puntualidad es muy importante— reprochó la pequeña —¿Por qué va a llegar tarde?
—No me dijo— contestó distraída mientras preparaba la mochila de su hija.
—Y ¿Por qué no te dijo?— Aisha suspiró al escuchar a su pequeña, desde que había cumplido seis, todo parecía importarle y atacaba a preguntas a la menor provocación.
—No sé mi cielo, y además, ya deja de preguntarme, son cosas de él.
—¡Pero mamá! ¿Qué cosas?
—Olvídalo mi cielo, y apúrate— y le pellizcó su mejilla, la niña hizo un puchero de molestia, pero se apresuró para hacer lo que se le pedía.
Después del nacimiento de Zahori, poco a poco la familia había encontrado una nueva rutina, que la mayoría de las veces giraba en torno de su pequeño tesoro. Caerus; el mayor de los hermanos Lanira, se había mudado de forma definitiva a su departamento, con Mariana, una Bruja solitaria que había llegado cinco años atrás, provocando todo un escándalo en el Clan, debido a su personalidad amenazante, pero la serenidad de Caerus al final había domado a la fiera y un par de años después ya esperaban a su primer hijo, dándole fin al reinado de la pequeña Zahori. Woden se preparaba para aplicar como fiscal local, lo que no les gustaba mucho, ya que ese era un puesto muy llamativo, mientras que Boras era feliz administrando su gimnasio, dejando que las señoritas y a veces señoras le coquetearan sin decoro, y enseñando Artes Marciales Mixtas. Por su parte Danu había iniciado su internado y lo estaba tomando como su año en solitario, el clan la dejó ir, haciéndole prometer que siempre llevaría consigo un par de talismanes de ubicación y rastreo, después de lo sucedido con su hermana, no se opuso. Mientras que Libelle se afanaba en sus diseños que se vendían muy bien en el almacén de su madre y en una pequeña tienda online, a veces se frustraba por la sobre protección de su familia, y el no poder hacer su iniciación, pero su salud era más importante que el poder y Cybele ya estaba en la universidad, estaba decidida a ser química y alquimista, según ella, era el don familiar.
—¿Estás emocionada por la competencia de la próxima semana?— preguntó Boreas al terminar el entrenamiento.
—Si, y nerviosa, ¿y si se me olvida todo?
—No creo, eres buena y has practicado mucho, ya ve a cambiarte— la pequeña Zahori salió disparada mientras Boreas miraba preocupado a su hermana —¿Y tú, hermanita, ya estás lista?, no has salido de aquí desde... ya sabes...
—Lo sé, pero ya me perdí el torneo de los últimos años, y no está bien, necesito superarlo.
—Si te sientes mal yo puedo encargarme, también vienen Caerus y Mariana— Boreas no podía evitar sentirse preocupado, dos años atrás, Aisha había sufrido un ataque de pánico a medio camino, ella había bajado en la carretera para tomar un autobús y regresar. La psicóloga que la trataba mencionó un TEPT, él creía que si las pesadillas se detenían todo estaría bien, pero era claro que a ella incluso salir de su casa le costaba trabajo, como si temiera no poder regresar si lo hacía.
—No te preocupes, si puedo, siento que ya es tiempo de volver a comenzar, ya pasaron más de siete años de que regresé, son los siete años que se necesitan para renovar una vida, ya soy otra...