El Duque de Norvandia y Arbon, Alberto, que pasaba por muchos años los 40, aún no se casaba y engendraba un heredero, algo que peligraba la conservación de su título, algo que a él no le preocupaba demacrado. Pero su vida da un giro cuando va a visitar a su gran amigo Roque y conoce a Constanza, la hija de 27 años del hombre, edad para la cual ya era considerada una solterona.
Alberto, se ve envuelto en una serie de eventos que lo llevan a desposar a la joven, sin tener en cuenta los sentimientos de Christophe, un joven mulato, hijo adoptivo del Duque, quien también tenía sentimientos por Constanza.
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capitulo 6: "Un nuevo hogar"
Luego del pequeño festejo se prepararon para partir. Constanza se despidió con mucho pesar, luego subieron al carruaje y partieron.
-Son dos días de viaje.- le informo su esposo -Quizás hagamos paradas en algunas posadas para descansar.-
-Está bien.- respondió ella con una sutil sonrisa -Y... ¿Cristof?- pregunto, aunque automáticamente se arrepintió, ya que la expresión en el rostro del duque se endureció.
-Él... Él prefiere viajar montando corceles.- explico.
-Oh, está bien.- respondió y miro por la ventanilla, allí pudo ver a su amigo cabalgando rápido.
El resto del viaje permanecieron en silencio. Cómo dijo si esposo, pararon en dos posadas, pero durmieron en habitaciones separadas. Por su parte, Constanza no podía dejar de pensar en ese beso, no quitaba de la cabeza la sensación que sintió, le había gustado en demasía. En el último tramo del viaje, se quedó dormida en el coche, soñó con la boca del Dique explorando la suya, con mucha fuerza y pasión. Se preguntó si él habría besado a muchas mujeres, se le notaba experiencia.
-Constanza, hemos llegado.- escucho la voz suave del Duque, abrió los ojos y lo quedó viendo por un segundo sonriendo, hasta que reaccionó.
-Lo siento.- dijo y asomo rápido la cabeza por la ventana. Se quedó perpleja al ver semejante palacio, hermoso y limpio.
Al bajar del carruaje se encontró a todo el personal de servicio parados en hilera a los pies de la escalera de entrada. De repente se acercaron dos perritos, eran de raza cocker por lo que había leído en sus libros. Por el gran amor hacia todo animales, no dudo ni un segundo, rompiendo todo protocolo posible, en agacharse y acariciarlos.
-Lo siento.- dijo una joven acercándose a toda prisa, no tendría más de 16 años. A Constanza le sorprendió ver rasgos tan hermosos como los de esa muchacha, le recordaban a los de los aborígenes de su país -Juro que les había encerrado para que no molesten, pero...-
-No se preocupen, me agradan.- dijo la Duquesa con una sonrisa.
-¡Inés, vuelve a la fila!- la llamo una mujer mayor, supuso que era el ama de llaves.
Alberto le ofreció el brazo para que lo acompañe hasta donde estaban todos.
-Les presento a la Duquesa de Norvandia y Arbon.- dijo y todos hicieron una reverencia -Ella es Raquel, el ama de llaves.-
-Un placer.- repuso Constanza y la mujer respondió lo mismo- Y un placer conocer a todos. Hay muchas cosas que aún no sé, pero espero que me tengan paciencia.- dijo en general con mucha amabilidad.
Luego entraron a la casa, pero se sentía muy fuera de lugar, no podía evitar observar todo sorprendida. En ese momento se acercó el mayordomo con algunos papeles en una bandeja de plata.
-Bienvenidos, excelencias.-
-Muchas gracias, Rómulo, estoy feliz de estar en casa.- respondió él -¿Ha llegado ya Cristof?-
-Si, señor, mucho antes que vosotros. Llevo su corcel directo a las caballerizas.- respondió el hombre -Le ha llegado mucha correspondencia y pendientes en su ausencia.-
-Oh, si, ya me ocupo de eso.- dijo Alberto tomando los papeles -Raquel, por favor, lleve a mí esposa a nuestra habitación ("Nuestra habitación" repitió Constanza en su mente) y derívele una dama de compañía, la mejor que tenga.-
Luego le tomo la mano, se la beso muy dulcemente y se marchó.
Más tarde, en sus aposentos, Raquel le presento a Amparo, quien la atendería.
-¿La ayudo a desempacar? Excelencia.- pregunto la joven, una vez solas.
-Si, te agradecería.- respondió ella con una sonrisa, pero la muchacha permaneció sería y muy poco comunicativa.
Luego, con la ayuda de la silenciosa doncella, se refrescó y se cambió de ropa. Más tarde, le pidió a Raquel que le enseñe la casa, aunque era tan grande, que a medida que conocía una parte nueva, olvidaba alguna anterior. Llegaron hasta una habitación grande y limpia, cómo el resto del palacio.
-Este es el cuarto de la antigua Duquesa, la señora Inés, la madre del señor Duque.- explico la mujer.
"Inés, como la niña que había conocido con los perros" pensó.
-¡Es muy bella!- se limitó a exclamar.
-Quedo tal cual la dejo la señora antes de morir.- comento Raquel -absolutamente nada se cambió de lugar.-
-Que lindo detalle.- respondió con una sonrisa, luego continuaron con el recorrido.
Por la noche, a la hora de la comida, Constanza ya estaba sentada a la mesa, sola. Llamo a Raquel y le pregunto por su esposo.
-El señor dijo que cenaría en su despacho.- respondió -Tenía muchos asuntos pendientes, al parecer.-
-Ah.- esbozo ella apenada, no le gustaba estar tan sola en un extraño lugar -¿Y Cristof?-
-El joven salió en la tarde, no creo que llegue a comer, excelencia.-
-Oh, está bien.- menciono cómo en un susurro, estaba consciente que Cristof evitaba verlos a ella y al Duque.
-¿Se le ofrece algo más, excelencia?- pregunto Raquel.
-No, gracias.- respondió ella con una sonrisa desanimada.
Comió sola y luego se retiró a descansar, acompañada de Amparo. Una vez sola, espero a que llegue su esposo, estaba muy nervioso. Él dijo que era la habitación de ambos, pero jamás llegó. Luego de un tiempo, no pudo más del cansancio y se durmió.
En la mañana siguiente, Alberto despertó en su despacho. Luego se refrescó un poco, se cambió de atuendo y fue a desayunar al comedor. Después de un rato solo su esposa entro a la sala, se puso rápido de pie para recibirla
-Buenos días.- dijo de prisa estirando la mano para ayudarla a sentarse.
-Buenos días, alteza Ducal.- respondió ella con una sonrisa.
Estuvieron un momento en silencio, mirándose de vez en cuando, mientras un joven los atendía.
-Creí que desayunaría en mí habitación... La habitación, nuestra habitación.- dijo el Duque para romper el hielo con algo de dificultad.
-Quería adecuarme aquí, alteza ducal.- respondió ella, le agradaba más llamarlo así.
-Ah, me parece bien.- dijo él y se quedaron otro segundo en silencio -Pase gran parte de la noche trabajando...-
-Oh.- esbozo su esposa, sin saber que más decir, el ambiente estaba tenso.
-Muchos asuntos atrasados. De hecho... De hecho ya me marchó.- dijo parándose -Hoy está muy bella, cómo siempre.- agrego, tomo su mano y se la beso.
La muchacha sonrió, luego el Duque se dio la vuelta y se marchó.
Así, quedó nuevamente, comiendo sola y aburrida. ¿Qué más podría hacer ahí? Por el momento desayunar, ya que todo se veía delicioso.
El Duque ya tiene su heredera 🤔🤔🤔
O tiene que ser hijos con su legítima esposa🤔🤔🤔
Y la marquezorra no se queda atrás ella tiene mucho qué ver en la muerte de su esposo y con los bandidos eso nadie me lo quita de la cabeza 🤔🤔🤔