MI DUQUESA
El carruaje de Alberto ya había cruzado los portones de la nueva casona de su amigo, Roque Rosales, recién llegado de Sudamérica, siguiendo a su hija más joven, Sofía, quien se había casado con el Conde de Monte verde, y vivían allí, cerca.
La casa era grande, aunque moesta y muy bella. Por la ventanilla diviso a su amigo junto a su esposa, preparándose para recibirlo.
-¡Oh! ¡Qué honor! El Duque de Normandía y Arbon en mi hogar.- dijo su amigo de forma efusiva, con los brazos extendidos, mientras caminaba hacia él.
-¡Amigo mío!- respondió Alberto, devolviendo el saludo -¡Que bello lugar has escogido!-
-Pero nada hubiese sido posible sin tu ayuda.- agrego este -¿Recuerdas a mi esposa, Ariadna?-
-Claro que sí.- dijo el Duque besando la mano de la mujer -Sigue tan bella como la recuerdo.-
-Muchas gracias.- se ruborizó Ariadna -Hace 20 años ya, las últimas veces que ha ido a Buenos Aires no nos ha honrado con su visita.-
-Ruego que sepáis disculpar, las veces que he viajado a mí adorado, Río de la Plata, he estado muy ocupado, pero ahora, que estáis aquí, espero que las visitas sean más frecuentes.-
-Por favor, Alteza Ducal, quiere hacer llevar a los caballos a las caballerizas para que descansen, y al del...- estaba diciendo Ariadna, cuando vio bajar a un muchacho mulato de un pura sangre de color azabache -Al del joven también.- continuo reponiéndose.
-Ah si, amigo mío ¿Recuerdas a Cristof? Te he hablado de él en muchas ocasiones, al fin lo conocéis.- Alberto presento al muchacho, a quien saludaron muy cordialmente, a pesar de que, hasta el momento, solo se había cruzado con personas de color en el servicio doméstico, pero haría el esfuerzo.
-Pero... Pero, pasemos, por favor, no nos quedaremos aquí fuera.- expreso Roque, tratando de salir del incómodo momento.
-Ya quiero conocer tu palacio.- comento Alberto, y todos pasaron, hasta que en la sala se toparon con una hermosa mujer, de unos 40 años.
-Oh, ayer hemos recibido la visita de una vieja amiga suya, por lo que nos ha informado, a la Marquesa de Roth.- dijo Ariadna.
-¡Claro que sí!- Exclamó el Duque -Que gusto verte aquí, Judith.- continuo con mucha familiaridad, mientras se acercaba a ella para saludarla.
La despampanante y bella mujer no disimulo la alegría que sintió al verlo.
Luego, Roque, le dio un recorrido a Alberto y a Cristof por la casa. El Duque se veía interesado en la conversación, pero a su joven compañero se le notaba a leguas que le aburría el tema.
-Mi hijo, Diego, se ha quedado, para ayudar a cumplir su gran sueño, de la libertad de las tierras en Sudamérica. No sabes lo que fue la semana de mayo, en donde hicieron que Cisneros dimita.- comento Roque.
-Claro que si, lo sé.- lo contradijo Alberto -Suelo recibir correspondencia de mis amigos, "Los jóvenes independistas", sobre todo lo del joven Moreno, en su última carta me comentó que viajaría a Inglaterra, luego de eso, no he vuelto saber de él.-
-El joven Mariano Moreno es amigo de Diego, cómo entenderás, yo, al estar en el bando contrario, se me pondría muy difícil continuar en el Río de la plata.-
-Además, siempre fuiste partidario de las ideas bonapartistas. Ahora con su hermano gobernando la península te es muy conveniente.-
En un momento pasaron por un ventanal, que daba hacía un pequeño patio. Allí, ambos visitantes se quedaron observando a una joven rubia, peinada con una larga trenza, quien estaba parada frente a un árbol, con un libro en sus manos.
-Ella es mi hija, Constanza.- explico Roque -Es algo... Especial. Prefiere la soledad.-
-Algo me has comentado en tus misivas.- respondió Alberto, mientras no podía apartar los ojos de la muchacha.
-Es más, si fuese por ella, ahora estaría de novicia en un convento.- continuo el padre. Y los tres se quedaron observándola por un momento -Bueno... Podemos continuar.- propuso Roque.
Constanza estaba en su lugar especial, mirando un nido de paloma que había en un árbol, con un gesto de preocupación, cuando su madre se acercó.
-¡Aquí estás!- exclamó su madre alterada -Ya llegaron nuestras visitas y tú estás aquí, sola y aislada.-
-Madre, tengo cosas más importantes.- respondió ella -Aquí dice que los huevos de paloma ya tendrían que haber roto.- continuo señalando en el libro.
-¡Todo por una paloma!- se exaltó su mamá -No puede ser que le des más importancia a un animal que a las personas. Hija ¡Estás siendo muy descortés!-
-No es mi intensión, pero... Sabe, madre, que me aburren las personas.- respondió refunfuñando.
-¡No te entiendo! De verdad, hija, no te entiendo. Solo espero, que por lo menos, te presentes a cenar... ¡Y no quiero excusas!.- finalizó Ariadna y se marchó muy enojada.
Más tarde, todos estaban reunidos en la mesa, se dividían en conversaciones diferentes. Su padre y Alberto, hablaban sobre cuestiones políticas y las actividades del Dique, Constanza solo observaba en silencio.
-No entiendo tu apoyo a los criollos, siendo europeo, comprendo que tengas muchos amigos allí, pero mi opinión es que aún no están listos para liberarse.- decía Roque.
-Difiero contigo, querido amigo, los criollos han demostrado ser muy capaces de defenderse por si solos en el pasado.- respondió el Duque.
-¿Lo dices por la ocasión que se unieron a tu amigo, Liniers, para correr a los invasores ingleses?- pregunto Roque y Constanza levanto la mirada, toda esa historia le traía muy malos recuerdos.
-Bueno, primero, Liniers es apenas un conocido. Y lo digo, más que nada, porque si los criollos no se hubiesen organizado, en ambas invasiones, no lo hubiesen conseguido. Por el contrario, de lo que tú dices, yo creo que este es el mejor momento para conseguir la independencia, con José Bonaparte en el trono de la península, el poder se encuentra muy debilitado.- explico Alberto.
Constanza lo miro con interés, le importaba la libertad de su pueblo, soñaba con regresar algún día, pero era cuestiones en los que ella, por ser mujer, no podía opinar, esto la indignaba, así que prefirió concentrarse en la conversación de su madre con la Marquesa. Ariadna contaba de lo mucho que extrañaba a Diego, y lo orgullosa que estaba de su hija menor Sofía, por haber desposado a un Conde, quien para la opinión personal de Constanza, era un hombre frívolo y desagradable, pero su hermana estaba deslumbrada por él.
-Claro que es un honor tener a un Conde como yerno, su hija tendrá muchas actividades nuevas, cuando regrese de su viaje de bodas, cambiará algunas costumbres, imagino.- comento la Marquesa.
-Por supuesto, pero me he dedicado la vida en preparar a mis hijas para todo tipo de futuro junto a sus esposos ¡Lo hará de maravillas!- Exclamó Ariadna.
-Se le nota a leguas que es una excelente madre, ahora solo le falta una por enganchar...- continúa Judith en forma pícara.
Constanza la miro sin poder creer lo que escuchaba.
-Creo que me retiro.- dijo Constanza, parándose sin disimular su mal humor -Estoy algo agitada.- y todos los caballeros se pararon de inmediato para despedirla. Los dos invitados quedaron viéndola con detención mientras se marchaba.
Su madre la siguió apresurada.
-¿Qué crees que estás haciendo?- repuso en cuanto estuvieron lo suficientemente alejadas.
-¡Ay, madre! ¡No quiero discutir!- Exclamó.
-¿Tanto te costaba quedarte un rato más o entablar algún tipo de conversación?-
-Madre, sabes que no me agrada la gente...-
-La gente como ellos, porque bien que te relacionas con los de servicio...-
-¡¿Y qué tendría de malo eso?!- pregunto la joven ya muy disgustada.
-Mientras sigas pensando en los muertos no habrá espacio en ti para los vivos.- crítico su madre muy duramente.
Ella la miro por un segundo muy dolida.
-No puedo creer lo que has dicho...- reprochó la joven -Si le molesta tanto mi actuar, desde ya le informo que en cuanto encuentre un convento¡me iré de aquí para siempre!- finalizó Constanza y se alejó corriendo.
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Comments
Cecilia Lujan Ruiz Diaz
Si, es uno de los míos también, aunque mí favorito es Güemes, lo amo!!!! jaja 🥰🥰❤️
2024-06-26
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Ness_Newt
uno de mis próceres favoritos
2024-06-26
1