"El Misterio del Bosque Encantado" es una emocionante novela de aventuras que sigue a Lucas, un joven aventurero que, desafiando las advertencias de su pueblo, explora un bosque misterioso lleno de secretos. Tras encontrar una puerta oculta y enfrentarse a una criatura mítica, Lucas descubre que su destino está ligado a una espada ancestral y a un portal que lo transporta a un mundo desconocido. Allí, es recibido por un grupo de guerreros que lo guiarán en una nueva misión, mucho más peligrosa de lo que jamás imaginó. Esta es la historia de un viaje lleno de valor, misterio y descubrimientos.
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El Legado del Equilibrio
El viento soplaba suavemente a través del valle, acariciando los rostros de Lucas, Mara y Torak mientras avanzaban por el sendero que los llevaba de regreso al mundo que habían dejado atrás. Había pasado casi una semana desde que habían dejado las ruinas de Azaroth, y aunque sus cuerpos aún sentían el peso de la batalla reciente, sus corazones estaban ligeros. A medida que se acercaban a los pueblos y aldeas, notaban cómo la vida comenzaba a florecer nuevamente en lugares que antes habían estado marcados por la oscuridad.
La restauración del equilibrio no solo había traído la paz, sino también un renacimiento. El mundo que había estado sufriendo bajo el yugo de la sombra ahora respiraba con una nueva energía. Los campos que habían sido estériles ahora rebosaban de vida, y las personas, aunque aún cautelosas, comenzaban a sonreír nuevamente, agradecidas por la sensación de esperanza que llenaba el aire.
—Es impresionante lo rápido que todo cambia —comentó Mara mientras observaba a un grupo de niños que jugaban cerca de un arroyo—. Hace solo unos días, este lugar parecía desolado.
—La oscuridad siempre fue más fuerte cuando se permitía que el miedo la alimentara —respondió Lucas, reflexionando—. Pero ahora, con el equilibrio restaurado, las personas empiezan a recordar lo que significa vivir sin esa constante amenaza.
Torak, quien caminaba a la cabeza del grupo, se detuvo y señaló hacia el horizonte.
—Ahí está —dijo con una sonrisa—. El próximo pueblo. Ya casi estamos en casa.
El pueblo de Elorath se extendía ante ellos, un pequeño asentamiento que, a pesar de su tamaño modesto, siempre había sido un lugar acogedor. Había sido el punto de partida de su viaje, el lugar donde todo había comenzado. Ahora, volver allí significaba más que solo regresar a sus raíces; significaba ver con sus propios ojos cómo su sacrificio y esfuerzo habían hecho una diferencia tangible.
Cuando cruzaron las puertas del pueblo, la gente comenzó a notarlos. Al principio, solo algunos aldeanos se detenían a observarlos, reconociendo vagamente a los tres viajeros. Pero pronto, sus rostros se iluminaron de alegría, y una pequeña multitud comenzó a reunirse alrededor de ellos.
—¡Están de vuelta! —gritó un niño, corriendo hacia sus padres para contarles la noticia.
Los habitantes del pueblo los rodearon con sonrisas y palabras de agradecimiento. Muchos sabían lo que habían hecho, aunque los detalles exactos de la batalla en Azaroth aún no eran del conocimiento común. Lo que todos entendían era que algo fundamental había cambiado, y que Lucas, Mara y Torak habían sido parte crucial de ese cambio.
Un anciano del pueblo se acercó, apoyándose en un bastón de madera desgastada, y les dirigió una mirada agradecida.
—Nos han devuelto la esperanza —dijo con voz temblorosa—. Por tanto tiempo, temimos que la oscuridad nos consumiría a todos. Pero ahora, hay luz otra vez. Nunca podremos agradecerles lo suficiente.
Lucas, incómodo con tanta atención, asintió humildemente.
—No lo hicimos solos —respondió—. Todo el mundo tiene un papel en mantener este equilibrio. Lo importante es no olvidar que la luz y la oscuridad siempre estarán presentes. Pero ahora, sabemos cómo convivir con ambas.
El anciano sonrió con comprensión.
—Sabias palabras, joven. Y es por eso que tu legado vivirá mucho más allá de este día.
La multitud los acompañó hasta la plaza central del pueblo, donde un pequeño grupo de aldeanos los invitó a compartir una comida. El aire estaba lleno de risas, conversación animada y el aroma de panes recién horneados y guisos calientes. Después de tanto tiempo en batalla, la simplicidad de una comida comunitaria parecía el mayor de los lujos.
Durante la comida, Mara observaba a Lucas en silencio. Lo conocía lo suficientemente bien como para notar que, aunque estaba presente físicamente, su mente parecía estar en otro lugar. Finalmente, decidió romper el silencio.
—¿En qué piensas? —le preguntó en voz baja, inclinándose hacia él.
Lucas la miró y sonrió levemente, pero había una seriedad en sus ojos que no podía ocultar.
—En lo que viene después —admitió—. Restauramos el equilibrio, sí, pero el mundo aún está lleno de desafíos. No todos entienden lo que hemos logrado. Habrá quienes intenten aprovecharse del caos que aún queda en algunas regiones. Y otros que intentarán usar la oscuridad para sus propios fines.
Mara asintió. Sabía que tenía razón. La lucha contra la oscuridad nunca sería completamente ganada, pero ahora tenían una ventaja: sabían cómo equilibrar las fuerzas. El verdadero desafío sería asegurarse de que ese conocimiento no se perdiera con el tiempo.
—¿Qué crees que deberíamos hacer? —preguntó ella, inclinándose más cerca para que nadie más los oyera.
—Creo que debemos preparar a otros —respondió Lucas después de una pausa—. No podemos estar en todas partes, pero podemos enseñar lo que hemos aprendido. Mostrar a la gente cómo mantener el equilibrio en sus propios corazones y en sus tierras.
—Como una especie de guardia del equilibrio —dijo Mara, pensativa—. Personas que aseguren que lo que hemos logrado aquí no se desmorone con el tiempo.
Lucas asintió, su mirada firme.
—Exactamente. Si no hacemos algo, todo esto podría deshacerse en unas pocas generaciones. Pero si entrenamos a otros para que comprendan lo que hemos aprendido, entonces podemos asegurarnos de que este legado dure.
Torak, que había estado escuchando desde el otro lado de la mesa, se inclinó hacia ellos.
—Cuenta conmigo —dijo, con una sonrisa socarrona—. No tengo intención de quedarme sentado a ver cómo el mundo vuelve a caer en el caos. Si vamos a preparar a otros, haré mi parte.
Mara sonrió ampliamente, sintiéndose fortalecida por la resolución de sus compañeros.
—Entonces es un pacto —dijo—. No solo vamos a disfrutar de la paz que hemos traído, sino que también vamos a asegurar que perdure.
Esa misma noche, cuando el pueblo se sumía en el sueño, los tres se sentaron alrededor de una pequeña fogata, planificando su próximo movimiento. Decidieron que su primer paso sería viajar a las regiones cercanas, compartiendo su conocimiento y estableciendo refugios donde aquellos dispuestos a aprender pudieran reunirse. Formarían una red de guardianes del equilibrio, personas comprometidas a mantener la paz entre la luz y la oscuridad.
Y así, el viaje de Lucas, Mara y Torak estaba lejos de haber terminado. Habían enfrentado la mayor amenaza que el mundo había conocido en siglos, pero sabían que su verdadero propósito apenas comenzaba. El equilibrio era frágil, pero con el compromiso de sus nuevos aliados y la enseñanza de aquellos dispuestos a escuchar, estaban decididos a protegerlo.
El amanecer del día siguiente trajo consigo un nuevo capítulo en sus vidas, y mientras el sol se alzaba en el horizonte, los tres se prepararon para lo que vendría: no una batalla, sino un legado de sabiduría y equilibrio que perduraría por generaciones.