No soy una mujer que siga reglas o estereotipos, odio que pretendan gobernarme.
A mis cuarenta y tres años soy la soltera más feliz que existe, no tuve hijos por elección propia. No consideré que para sentirme mujer debería ser madre.
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Pequeña Demonio
Flor Inés Villamizar
Flor Inés Villamizar
—René, por favor hablemos, ¡necesito de tus servicios! —Expreso con desesperación. Él gira junto a la pequeña, demonio.
—Papi, el problema es que aquí no admiten niños y mamá tardará mucho tiempo en llegar —manifiesta la chiquilla, eso quiere decir, que su madre aún no ha venido. Ahora entiendo, pero él coloca una cara de asombro.
—Yo tengo una amiga, que puede hacer las veces de niñera, —doy una opción conveniente para ambos bandos. Karla me las debe así que no se negará.
—A mí no me gusta estar lejos de mi papá y menos con gente extraña, entonces ni modo. —La mocosa dice en tono, odioso y la observo tomar la mano de mi fotógrafo dispuestos a salir.
—Está bien entiendo, puedes venir. —Respiro profundo, para tranquilizarme. La pequeña arpía ciñe sobre sus labios una sonrisa de victoria.
—¿Quién irá por mí al colegio? Tú no puedes cortar las sesiones fotográficas.
—No te preocupes, por eso mi chofer puede ir, —Ofrezco la solución.
—¡No entiendes que no me gustan los extraños! —“Dios mío, porque me pones las cosas, tan difíciles”. Sonrió amargamente
—¿Y si voy yo? —Digo con temor. La chiquilla vuelve a postrar su sonrisa de triunfo. René también sonríe, no sé si a esto le llaman karma.
—Aceptó con otra condición, como papá estará ocupado, salvándote el trasero, tú me asistirás en mis tareas. —La diablilla esa resultó ser muy buena negociante. Sabe que me tiene en su poder y no tengo más opciones que aceptar.
—Está bien, como digas. —Su padre no ha dejado de reír.
—Entonces tenemos un trato —Ella se aproxima a mí y estira su mano, la cual recibo. —Apropósito, ¡lo escribes, no confió en las palabras! —Abro grandes mis ojos ante la sorpresa, ¡se parece a mí! Es algo que yo haría.
Sé que mi querido ex marido, es el mejor así, que con él lograré equilibrar las cosas, pero acabo de firmar contrato a esa pequeña, demonio.
Nos dirigimos a la oficina, le explico lo que quiero que las fotografías plasmen, que sean mujeres empoderadas, que mis joyas le den ese toque de elegancia y glamur, que ellas estén en diversos escenarios.
Él capta de inmediato mi propuesta. Luego recorremos las instalaciones, lo presento con las modelos, los diseñadores y nos dirigimos al set de fotografía.
La señorita no se ha desprendido de su padre y se mantiene muy atenta a todo lo que hablamos, en ocasiones ha intervenido, pero solo para aportar ideas. Las cuales son muy buenas.
Regresamos a mi oficina para ultimar detalles.
—¡Como bien sabes me gusta madrugar! Por favor, cita a las modelos y a los diseñadores sobre las 4 de la mañana. — Asiento. Es cierto, siempre él era el que se levantaba primero, el que preparaba el desayuno, mientras me alistaba para salir a trotar juntos.
—Papi, eso significa que aquí la doña será quien me recoja y me lleve al colegio. —Pronuncia Gaby, quien lo mira como una niña buena.
—Pero…–Ella me interrumpe.
—¿Qué vas a decir que no está? En el numeral 5 dice: En caso de que el señor René Anderson, no pueda cumplir con alguna de sus obligaciones, de la Niña Gabriela Anderson Villamizar, la Señorita Flor Inés Villamizar, lo realizará. —Tomo el dichoso papel y lo leo, —¿Me dirás qué eres de las que firma sin leer? —Cuestiona, la cerebrito, mientras se cruza de brazos y me mira con prepotencia.
—No, es lo que piensas, siempre leo lo que firmo, solo quería verificar que estuviese bien escrito. —Miento. Sonrió, falsamente, ya sé quién me las pagará. Además, no entiendo ¿por qué ella me traicionó? Y se alió con la escuincla, de la cual debo cuidarme, ha demostrado ser muy astuta.
—Aclaradas las cosas, a mí también me gusta madrugar, me gusta estar temprano en el colegio, nos vemos a las 5:00 de la mañana. —¡Odio su mirada de triunfo!
—¿No sé dónde viven? —Anderson no ha pronunciado una palabra. "Creo que cuando ella sea grande la contrataré". Pienso luego que me doy una bofetada mental.
—¿Dijiste que habías leído? —Me dice, mientras me señala, el maldingo acuerdo, —aquí al lado de mi firma están mis datos.
Como me exaspera que sea tan lista y prepotente, debe ser igualita a la mamá, porque René, es el hombre más, sencillo, carismático y descomplicado que conozco.
Gabriela Anderson Villamizar