Amelia Xhu, es la joven y única sobrina del Patriarca de la familia Xhu, quien la ha criado desde su niñez. Al cumplir los 23 años, Amelia fue obligada por su tío a tener citas a ciegas con hombres que no conocía para que pudiera asentarse y tener algo de vida amorosa, y quien sabe, hasta casarse y tener hijos.
Sin embargo, cada cita a ciegas terminaba en fracaso cuando los hombres escuchaban a que se dedicaba, estos huían inmediatamente con excusas al saber su profesión. Finalmente terminó frustrada y se dio por vencida con su vida amorosa.
Pero lo que no sabía era que un pequeño descuido la llevaría a conocer al hombre con quien había soñado en incontables ocasiones.
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Extraño sentimiento.
Sasha vio a su padre alejarse, soltó un suspiro y camino por el lugar, familiarizandose con los alrededores.
Media hora después, una joven sirvienta llegó acompañada de dos más, en sus manos cargaban las maletas de Sasha, quién salió de la pequeña Mansión y las ayudó a cargarlos sin ninguna dificultad.
-Que gran fuerza, sabe artes marciales, no me extraña viniendo de la hija del Gran General...- Las dos sirvientas que acompañaban a la empleada enviada por Mark no pudieron evitar murmurar mientras veían como Sasha acomodaba las cajas en una esquina sin problema alguno.
-Sí, pero es tan poco femenino...- Respondió la otra con una mueca de desprecio en su rostro.
-¡Cállense!¿Cómo se atreven a hablar así delante de la Señorita Kun?- Exclamó la sirvienta qué las guiaba, las miró con frialdad y continuo reprendiendolas bajo la sería mirada de Sasha, quien realmente no parecía interesada en lo más mínimo.
Sin interés, la joven comenzó a sacar su ropa y acomodarla en el gabinete de la habitación, colgando los vestidos en pequeñas perchas de madera junto a las túnicas de entrenamiento.
Las sirvientas, quienes estaban siendo regañadas, no pudieron evitar fruncir el ceño, sin embargo, sus ojos se abrieron como platos un momento despué, viendo como aquella joven sacaba de una de sus maletas cuchillas, dos espadas, un hacha y una espada con forma de S un poco extraña.
Bajo la mirada de las mujeres, Sasha agitó la espada con forma de S, la cual, se extendió y se formó en un látigo con cuchillas filosas que cortarían por donde pasarán.
Haciendo un pequeño y elegante movimiento, esta volvió a su forma original. La joven se dio la vuelta y acariciando su arma favorita, miró con ojos fríos a la sirvienta que se atrevieron a hablar así de ella.
Sí algo entendía a la perfección, era que en este tiempo, las personas fuertes tenían el poder y las débiles tan sólo obedecían. No le gustaba hacer este tipo de cosas, pero, si quería sobrevivir en este tipo de lugar, tenía que ser el depredador y no la presa.
Sin previo aviso, la espada látigo en la mano de la joven se extendió y su punta, la cual tenía forma de pirámide, roso el cuello de las sirvientas, creando una pequeña línea roja, donde la sangre comenzó a salir de forma inmediata.
Las dos mujeres, en estado de shock, se desplomaron en el suelo, ambas golpearon su cabeza contra el piso de madera, pidiendo piedad.
-¡Lo sentimos, por favor perdone nuestras vidas, Señorita Kun!¡Lamentamos haberla ofendido de una manera tan fea!- Exclamaron ambas al mismo tiempo con grandes lágrimas en los ojos, sobre todo, la que recién había sido rosada con la cuchilla del látigo, y logró ver su vida pasar delante de sus ojos.
-Larguense y no vuelvan a menos de que las llame o las envíe mi padre.- Ordeno la joven en un tono sin emociones, sus ojos fríos miraron a las chicas con indiferencia. Aunque no le importaba lo que dijeron, tenía que mostrar lo que podía hacer.
Eso fue algo que su padre le mostró desde hace años, el poder lo era todo en esta sociedad.
-¡Si...si, como ordene, Señorita Kun!- Respondieron ambas mujeres antes de salir corriendo por la puerta, dejando solo a la sirvienta enviada por Mark, quién, no pudo evitar sentirse afortunada de regañar a las otras.
Aunque en su corazón, pensaba lo mismo que las otras dos, ya que, después de todo, en este tiempo, las mujeres no son más que lindas decoraciones hechas para satisfacer al hombre y lucir bonitas. Una sociedad algo machista, de hecho.
-¿Y tú?¿Cómo te llamas?- Preguntó la joven, volviendo la mirada hacia la sirvienta que parecía unos dos años mayor que ella. Hizo que el látigo volviera a su forma original y sonrió mientras bajaba la mirada hacia su espada látigo favorita.
-¿Sabías que este tipo de arma se puede usar tanto para ataques a distancia como para ataques frontales de cuerpo a cuerpo? En su forma de látigo puedo atacar a distancia, tal y como hice con la Sirviente que hablo de más...- Dijo la joven en voz baja, levantando la vista.
La sirvienta sintió un escalofrío cuando ese par de ojos azules tan profundos como mares cayeron sobre ella. El miedo brotó en su corazón.
-...Pero también lo puedo usar en distancias cortas, perfecto para cortar un cuello.- Termino la joven con una sonrisa ladina en su hermoso rostro, llevando la espada hacia el cuello de la mujer.
Las piernas de la sirvienta se debilitaron, cayendo de rodillas delante Sasha con sudor frío corriendo por su frente, sus labios temblaban mientras veía como ese filo frío se acercaba lentamente a su cuello.
-He preguntado ¿Cuál es tu nombre?- Repitió la joven nuevamente con un tono serio y una expresión tranquila, aquel peligro había desaparecido de sus ojos azules, sonriendo en su lugar.
-Mi...mi nombre es Laila... Señorita Kun...- Tartamudeo la mujer con los ojos llenos de miedo, sin atreverse a mirar a la persona delante de ella. Tenía miedo, sentía terror, esta persona... le provocaba el mismo miedo que sentía cuando estaba delante del Gran General.
Habiendo recibido la respuesta, Sasha apartó la espada del cuello de la chica y se encaminó hacia su gabinete, guardandola a un lado en la parte baja.
-Esta bien, guarda en tu corazón las cosas que tengas que decir sobre mí y no comentes nada de más. Ahora ve a prepararme algo de comer.- Dijo la joven con seriedad, volviendo a su expresión de siempre mientras seguía con lo suyo.
Laila se puso de pie e hizo una reverencia respetuosa antes de salir corriendo con dirección a la cocina para cumplir la orden de su ahora Señorita.
Sasha, quien estaba en silencio acomodando su ropa, sintió un extraño sentimiento de repente. Sus ojos miraron con confusión en una dirección determinada fuera de la ventana, sin saber porque se sentía un tanto inquieta.
Por otro lado, en la choza del Gran General.
Lían, el primer guardia oscuro de Mark, hizo una reverencia hacia su maestro mientras le entregaba un papel en sus manos, información la cual había sido recibida hace unos minutos.
-El enemigo se está redireccionando, parece que se están movilizando hacia acá. Como el Comandante Liang es el más atacado, no tuvo tiempo de descubrir que varias tropas estaban avanzando en esta dirección. Cuando se dio cuenta de ello...- El hombre se detuvo.
-... Las tropas enemigas ya habían llegado al paso fronterizo del norte, parece que solo están esperando órdenes de atacar. El Comandante Liang viene en camino hacia acá para dar su apoyo, con algunas de sus tropas más grandes.- Terminó.
Mark soltó un pequeño suspiro y asintió con la cabeza -El número de soldados bajo mi mando es pequeño esta vez, no pasa los 3000 hombres, no podremos hacer mucho si ellos nos atacan antes de que el Comandante Liang logre traer refuerzos. Nuestra pérdida de hace 5 años fue mucha.
Ambos hombres quedaron en silencio por unos segundos antes de que Mark lo rompiera -¿Él ya terminó con las tropas enemigas qué atacaron su frontera?- Preguntó con seriedad.
El guardia Lían asintió respetuosamente -Sí, los soldados que quedaron están limpiando el lugar.- Dijo con seriedad con un brillo de admiración en sus ojos bajos, admiraba al Comandante Liang desde lo más profundo de su corazón.
-Bien, prepara las tropas, iremos a donde esta acampando el enemigo.- Ordeno Mark mientras se ponía de pie para ir a darle la noticia a su hija ¿Y para qué? Fácil, pensaba llevarla al campo de batalla.
Lían, quien no sabía lo que estaba pensando hacer su Maestro, salió de la habitación a paso rápido para llevar a cabo la orden dada por su maestro.
Al día siguiente:
El sol está a saliendo de detrás de las montañas acompañado por el sonido de los caballos relinchando, los murmullos de los soldados y el canto de las aves en los árboles.
Más de dos mil soldados se colocaron en fila, encaminandose por la montaña trasera del campamento, donde se ubicaba la línea fronteriza norte, la cual, era la que custodiaban.
Encabezando a los soldados, se encontraban Mark y Sasha, ambos montando a caballo. Detrás de ellos, los ocho guardias del Octógono montaban a caballo, en completo silencio, junto a ellos, estaba el teniente Huang.
-¿Porqué el Gran General trajo a la Señorita Kun con él?¿No teme que sea una carga para nosotros?- Preguntó en voz baja con cierta molestia, mirando al guardia Cuart qué cabalgaba a su lado.
Este negó con la cabeza y respondió con seriedad -Lo creas o no, ella puede protegerse muy bien sola, no es necesario que le prestemos mucha atención. Con asegurar su espalda esta bien.- los demás guardias, a excepción de Lían, asintieron.
Todos estaban de acuerdo con lo mismo, después de todo, cada uno de ellos, a excepción de Lían y el segundo guardia, habían probado las palizas de la Joven Señorita Kun.
El ceño del Teniente Huang se frunció con cierto disgusto, sin embargo, notó que el primer guardia no dijo nada y tampoco asintió con la cabeza. Por lo que sonrió un poco y se volvió hacia él.
-¿Qué opinas tu sobre esto, Lían?- Preguntó con un pequeño tono provocativo, haciendo que el mencionado frunciera un poco el ceño sin mirar al otro.
-No es una carga, es ayuda. Si yo tuviese una batalla frontal contra ella, no estaría seguro de ganar pero tampoco de perder.- Comentó el hombre sin darle mucha importancia, realmente, no le interesaba.
La boca del teniente Huang se abrió ligeramente, completamente sin palabras. De igual forma, no se tomó enserio las palabras del tipo monocromático e insensible.
No creía que una mujer podía luchar de tal manera que pudiese vencer al octógono mortal.
"Solo en sus sueños." Pensó el hombre con una expresión burlona en su rostro.
Gracias a las cercanías del campamento con la frontera, la cual, estaba ubicada a unos 8 u 9 kilómetros, lograron llegar en dos horas al lugar; a los pies de la montaña trasera.
Los árboles frondosos y verdes llegaban hasta un pequeño arroyo, ese pequeño arroyo marcaba la frontera entre el Estado de Shuayan con el Estado Gu.
Y de allí en adelante, pasando ese pequeño y angosto río, un desierto árido y sin un solo árbol se extendía hasta no más poder, sin dejar límite visible. A lo lejos, pequeños puntos negros estaban a la vista pero sin dejar definición exacta de lo que era.
Simplemente se podía saber que eran miles de esos puntos negros.
El Gran General y sus tres mil soldados se colocaron en la línea defensiva, esta vez, esperarían al enemigo en su lado de la frontera, un lugar fácil de defender pero difícil de atacar por la gran cantidad de árboles.
-Sólo sus tiendas son miles ¿Cuántos serán sus hombres entonces?- Murmuró el tercer guardia, Tare, con una expresión bastante sería en su rostro.
La primera vez que enfrentaron a un enemigo tan formidable fue hace cinco años, y sus pérdidas fueron de al menos ocho mil o nueve mil hombres.
Ahora, otra vez, tendrían que enfrentarse ante un ejército igual o incluso más grande con tan solo tres mil hombres.
Esto dejaba ver la situación tan desventajosa en la que se encontraban.