La Princesa Y Andrómeda

Las cuatro mujeres, Nicolasa, Melancolía, Ari e Ira, salieron del vestíbulo con rumbo a la puerta de ingreso y salida del palacio real. Recorrieron el pasadizo que parecía interminable, y al llegar al enorme portal de salida del palacio, se encontraron con los cuatro prodigios. Ira aprovechó para presentarle a Bastián y Giordano a Ari, ya que los dos prodigios restantes eran los únicos que faltaban por conocer a la habitante de Andrómeda.

— Hola muchachos. —saludó la princesa a los prodigios. — Vengan aquí, Giordano y Bastián. Me complace en presentarles a esta dulce mujer. —su mirada brillante cayó sobre la presencia de Ari.

— Hola a todas las presentes. —saludó Bastián. — Mi nombre es Bastián, ¿Cuál es el tuyo?

— Hola Bastián. Mi nombre es Ari. —sonrió con gentileza. — Es un placer conocerte.

— Igualmente, Ari. —le sonrió Bastián de vuelta.

— Hola Ari. Mi nombre es Giordano. —se presentó el otro prodigio. —Es todo un placer conocerte, ¿De dónde has salido?

— Hola Giordano, el placer es recíproco. —respondió amablemente Ari. —Vengo de tierras lejanas, diría que ignotas. Provengo de la constelación de Andrómeda.

— ¡Vaya! Eso es realmente increíble. Provenir de la constelación vecina suena genial. —exclamó con entusiasmo el prodigio Giordano. — Cuéntame cómo es por allá.

— ¿Cómo llegaste hasta estos lares? —preguntó Saxo.

— Son muchas preguntas, chicos. —intervino la princesa oscura. —Otórguenle algo de tiempo entre una pregunta y otra para que pueda responder y aclarar sus dudas.

— Toda una incógnita se cierne por la llegada de Ari de Andrómeda. — rezongó Nicky, mientras miraba con desconfianza a la visitante. — ¿No es cierto Mel?

— No lo sé, Nicky. —contestó Melancolía. —Lo único que sé, es que de ella se desprende un aura tan colorida como el oleaje de colores que se reflejaron la noche que su constelación colisionó con la nuestra. —le sonrió amablemente a Ari.

— Tienes toda la razón en esa afirmación, Mel. —interfirió Ira. — Ella es genuinamente impresionante, de sus espectaculares ojos emanan candor y dulzura, además de ser dueña de una personalidad apacible y encantadora. Es preciso admitir que la magia de su belleza única, hipnotizaría a cualquiera.

Todos los presentes quedaron atónitos al escuchar las palabras que pronunció la princesa, tanto para los prodigios como para Nicolasa y Melancolía, era extraño oírla hablar así con tanta pasión y aún más que fuesen inspiradas aquellas palabras por alguien que apenas acababa de conocer. Y aunque todos estaban expectantes ante aquel manifiesto de la mandataria, no dijeron una sola sílaba. Por su parte la recién llegada de la constelación de Andrómeda, más que sorprendida estaba enrojecida como un tomate y sus mejillas mantenían el calor por los nervios. Una sonrisa tímida se dibujó en su rostro, sonrisa que fue correspondida por la princesa con una de vuelta. Los ojos de ambas mujeres brillaron con un fulgor tan resplandeciente que bien podrían haberse usado sus globos oculares como candiles para alumbrar entre la penumbra, y quizá eso fue lo que pasó por la mente de la princesa, esa princesa que llamaban oscura, estaba siendo destellada por una mujer proveniente de otro planeta, de otra galaxia. La princesa oscura se sentía iluminada bajo la mirada acogedora de Ari la visitante de Andrómeda, esa grácil criatura como la misma monarca había pensado desde el primer instante que la conoció, trascendió con presura dentro de los parajes más insondables de su propia alma inmortal. La semidiosa conoció por vez primera y única el amor proyectado en la imagen de la extraterrestre, y para la habitante de la constelación vecina a la vía láctea, no era para nada indiferente aquel sentimiento, pues ella también recibió ese abrazo al espíritu cuando descubrió a tan imponente ser humano y divino, cuando se encontraba extraviada en una ruta que desconocía, en tierras ignotas. En ese instante en que ambas se miraban mutuamente, el tiempo parecía haberse detenido y las inquietudes ocasionadas por los monstruos que llegaron a tierras atenienses, se dispersaron, solo existían ellas dos, Ira para Ari y Ari para Ira.

— Entonces. —interrumpió de forma abrupta aquel mágico instante, Nicky. — ¿Responderás las dudas de los prodigios o seguirás siendo la chica misteriosa de Andrómeda? —preguntó con ironía.

— ¿Seguirás con tu hostilidad? —Ira le lanzó una mirada fulminante.

— No hay problema, su majestad. —rápidamente intervino Ari. — no tengo inconveniente en contestar lo que se me ha preguntado. Siento no haberlo hecho antes, solo me distraje un momento. —miró a la princesa y sonrió con nerviosismo.

— Pues siendo así, prosigue. — expresó con antipatía, Nicky.

— No seas tan intransigente Nicky. — dijo Giordano.

— Ya se me hacía raro que no intervinieras tú. —le contestó Nicky sin voltearlo a mirar, no le quitaba la vista de encima a la visitante. —Ya pareces mi eco, siempre respondiendo cada vez que digo algo. ¿No te cansas?

— No. —respondió categóricamente Giordano.

— Pues a mí sí. — lo observó Nicky. —Me aburre y mucho, es más tú me aburres de sobremanera.

— Lo que se me hacía raro es que ustedes dos no se pelearan. —emitió Saxo.

— Ya les vengo diciendo desde hace años. —dijo Cyril. — estos dos están enamorados.

— No tengo los gustos por el suelo. —refunfuñó Nicky.

— Cierto que tú vuelas por el cielo nocturno. —replicó Cyril.

— No hermano. —negó Giordano. — No creo que sea el planear sobre el cielo nocturno lo que la desvele. Quizá sea algo más gélido que eso.

— ¡Ay ya paren, por amor a Zeus! — alzó el tono de su voz la princesa. — ¿Qué pensará nuestra invitada? Mejor déjenla hablar y que responda sus preguntas para que Nicolasa se tranquilice.

— Bueno. —aceptó Ari. — Mi viaje a este lugar no fue anticipado, llevaba mis pasos por el camino habitual en Helos, el cual es mi planeta, cuando un agujero de gusano me tomó por sorpresa y me trajo a estos parajes que hoy frecuento. Vengo de un planeta que es parecido a este, pero a la vez muy distinto, el treinta por ciento está conformado por agua, un gran océano dulce baña a Helos, mientras que la zona de tierra está conformada por el setenta por ciento restantes. Antes el planeta estaba dividido, mis antepasados vivían debajo de la superficie marina con temor a los infames que habitaban la zona terrestre, hasta que un día una catástrofe destruyó a los últimos, pudiendo así los del mar salir a flote y consagrarse en ambas zonas, respirando dentro y fuera del agua. —concluyó.

— ¿Qué le pasa a tu cabello? —preguntó sorprendido Cyril. Los cabellos castaños oscuros de Ari cambiaron a un azul rey.

— Se me olvidó advertirles. —confesó Ari. — Mi cabello cambia de color debido a emociones estacionales.

— No dejas de sorprenderme. —enunció coquetamente la princesa.

— Bueno, bueno. —se entrometió Nicky. — Es hora de irnos.

Los ocho salieron del recinto y cuando Ira cruzó por los jardines, los girasoles dejaron de ver el sol para girar hacia donde estaba ella. Ari con total asombro miró a la princesa y percató en sus ojos la magnitud de un fulgor ígneo y comprendió porqué las flores los buscaban; ardían mucho más que el astro rey.