JULIA

Él sabía que había descuidado a su hijo del medio. El señor Sanjaya escuchó las palabras de su esposa y se quedó en silencio, porque lo que ella decía era cierto. El señor Sanjaya respiró hondo. De repente, sintió miedo en su corazón, miedo de que su hija realmente cambiara y ya no fuera ella misma.

"Está bien, cariño. Ya lo pensaremos. Ya es de noche, será mejor que descansemos. Mañana por la mañana Julia volverá a ser la misma...", dijo el señor Sanjaya, tranquilizando a su esposa.

La señora Ratih asintió con la cabeza en señal de acuerdo. Tampoco quería ser egoísta, seguro que su marido estaba cansado después de un día de trabajo en la oficina. Al igual que ella, que había pasado todo el día en su boutique.

"Está bien, entonces, papá." Finalmente terminaron su conversación y decidieron descansar. Esperando que al día siguiente no sucediera nada que no desearan.

Pero el señor Sanjaya estaba un poco preocupado por las palabras de su esposa. También tenía miedo de que su hija volviera a vengarse de ellos, sin importarle quién fuera su familia nunca más.

(Dios mío. ¿Soy tan malo con mi hija del medio? No me di cuenta porque ya he llegado tan lejos. Tampoco me di cuenta de que he estado descuidando a mi hija del medio durante tantos años.) pensó el señor Sanjaya. El señor Sanjaya cerró los ojos de nuevo, pero no para dormirse, sino para revivir los acontecimientos del pasado con Julia.

De hecho, no todos los recuerdos de Julia eran dulces, sino sólo gritos y castigos de él hacia ella. También recordaba cómo sus hijos se peleaban entre ellos. Como buen padre, no debería haber tomado partido, sino haber reconciliado a ambas partes.

(Lo siento, papá. Papá promete que cambiará y empezaremos de nuevo). pensó el señor Sanjaya. Finalmente, el señor Sanjaya cerró los ojos y se quedó dormido.

Resulta que su condición no era muy diferente a la de su hermano y Ridho. Raka, que de repente pensó en Julia, que sólo se había mostrado indiferente con ellos, detuvo inmediatamente su actividad de hacer algún papeleo de oficina que se había llevado a casa. Sin embargo, antes Julia estaba tan ansiosa por ganarse su afecto y mimarlo. Su mirada también era tan dulce porque quería animarle.

"Hermano Raka, ¿a dónde vas...? ¿Por qué estás listo y vestido así...? ¿Vas a jugar al golf? ¡Julia viene contigo...!"

"Hermano, ayúdame... jejeje..."

"Hermano, dame dinero para gastar..."

"Hermano, ¡esto es una bebida para ti...! Debes de estar cansado..." Pero Raka siempre rechazaba lo que su hermana pequeña hacía por él. Siempre le decía que no se molestara en prepararle todo. También le decía siempre a Julia que dejara de molestarlo.

Pero ahora Raka ya no veía eso en los ojos de su hermana pequeña. Todo lo que había era una mirada triste y una actitud indiferente. Ya no había una mirada de entusiasmo al verle como antes.

"¿Qué pasa con Julia? ¿Por qué está tan rara hoy? Ya no hace dramas como de costumbre. Tsk. Esa chica me tiene intrigado. Será mejor que termine este trabajo primero", dijo el hermano mayor.

Se revolvió el pelo, inquieto. Su cerebro tampoco podía dejar de pensar en el rostro indiferente de Julia. Pensando en ello de nuevo, Raka decidió recostarse en el sofá.

"Tsk... No pienses demasiado en ello, Raka. Tu hermana pequeña está bien. Seguro que mañana todo volverá a ser como antes", se dijo Raka a sí mismo.

El estado de Ridho no era muy diferente al de su hermano. También pensó en el cambio de actitud de Julia ese día. Normalmente, cuando Ridho decía algo sarcástico a Julia, ésta se quejaba y pedía o buscaba el apoyo de sus padres o de su hermano mayor. Pero esa noche en la mesa no lo consiguió.

"Oh, ¿por qué sigo pensando en ello...? Será mejor que me vaya a dormir, mañana tengo clase por la mañana", murmuró para sí mismo. Después de eso, se quedó dormido inmediatamente. En realidad, no se quedó dormido, sólo eligió cerrar los ojos.

A la mañana siguiente, como de costumbre, Julia se levantó temprano, hizo su rutina matutina y preparó sus cosas para la escuela. Después, bajaría a desayunar con su familia, aunque nunca se involucraba en ningún asunto familiar.

Al llegar a la mesa del comedor, allí estaba la señora Ratih, preparando el desayuno para su marido y sus hijos. Julia, al verla, y al cruzarse la mirada con la señora Ratih, se limitó a sonreír. Ya no saludaba con cariño como de costumbre, porque su madre seguramente la reprendería e incluso la ignoraría.

Julia cogió y metió una botella suya que había llenado de agua. Al menos, aunque no comiera en la cantina de la escuela, todavía tenía agua para beber. Mientras tanto, la señora Ratih, al ver llegar a Julia, respondió a su sonrisa aunque con torpeza.

"Buenos días, cariño...", saludó la señora Ratih amablemente. Intentando sinceramente iniciar un acercamiento a su hija mediana.

Pero Julia, al oír el saludo de la señora Sanjaya, se limitó a sonreír de nuevo y a asentir con la cabeza, olvidando cómo reaccionar ante su madre.

Pero eso no importaba a la señora Ratih. Parecía que había algo diferente en el carácter de Julia. Entonces, la señora Ratih se apartó de la mesa del comedor y regresó poco después con algo en la mano.

"Este es tu dinero para gastar esta semana, cariño", dijo la señora Ratih mientras le entregaba una cantidad de dinero bastante gruesa. De hecho, eran 2 millones. Julia no se atrevió a contar la cantidad de dinero delante de su madre.

Como solía hacer. Si era menos, seguramente se quejaría de que su dinero de bolsillo no era el mismo que el de sus hermanos. Pero ahora optaba por rendirse. Aceptaría cualquier cantidad que le dieran.

"Gracias...", respondió Julia mientras recibía el dinero y se lo guardaba inmediatamente en el bolsillo. Su agradecimiento no incluía la palabra "mamá". Una vez más, Julia parecía haber olvidado cómo expresarse ante sus padres.

La señora Ratih, que sólo escuchó un breve agradecimiento sin ninguna forma de dirigirse a ella, se puso inmediatamente en guardia. Sin embargo, no lo demostró delante de su hija.

"De nada, cariño", dijo la señora Ratih. Finalmente, poco después, el resto de la familia se unió a ellos en la mesa del comedor, con la esperanza de poder ver la verdadera naturaleza de Julia ese día.

"Buenos días, mamá guapa...!", gritaron mientras tendían la mano para pedirle dinero a su madre. La señora Sanjaya sonrió y entregó un fajo de billetes a sus hijas.

"Este es vuestro dinero para gastar esta semana. Recordad ahorrar...", dijo la señora Sanjaya a sus gemelas. Mientras que Julia sólo optó por guardar silencio.

"Gracias, mamá guapa...", exclamaron de nuevo y tomaron asiento. Al igual que los demás.