Es la historia de Nico, el hijo de Anna y Enzo, aunque no es necesario leer la anterior para comprender esta.
Nicolas Parisi un CEO que no creía firmemente en el amor, concentrado en su trabajo, un día se fijó demás en su secretaria, una joven con una belleza inigualable que él empezó a desear.
Cada vez era más las veces que él se perdía en sus pensamientos al pensar en Helena, su secretaria, una chica con noble apariencia y que aparentaba inocencia, él empezó a sentirse más atraído por ella.
Helena empezó a invadir sus pensamientos con más persistencia, lo que hizo que el interés de él fuera aún mayor. ¿Podrá Nicolas conquistar a Helena?
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Seis
Habían pasado dos días y Helena todavía no regresaba a trabajar, pero Nico no dejaba de llamarla para saber como estaba. El jueves, cuando subió hasta el piso de la presidencia, iba acompañado de su padre que acababa de llegar de Italia y se encontró a su secretaria en su puesto.
- Helena¿ Que haces aquí?
- Yo trabajo aquí señor Parisi, o eso creo. le contestó ella.
- No es eso lo que te digo, lo que quiero saber es porqué no te quedaste en tu casa unos días más.- le reclamó él.
- Ya estoy bien, no se preocupe. Buenos días señor Enzo. - cambió la vista hacia el padre de su jefe, que hasta ahora solo había observado, para saludarlo.
- Buenos días Helena.- le dijo el mayor de los Parisi sin inmiscuirse en la conversación.
- ¿ Yo quisiera saber porqué a mi padre lo llamas por su nombre y a mí señor Parisi?- se quejó Nico como si fuera un niño.
- Lo siento señor si no le parece bien, llamaré a su padre también señor Parisi. - contestó ella avergonzada.
- Déjalo Helena, no es eso de lo que hablo, yo te he dicho muchas veces que me llames por mi nombre y no lo haces.- ella se quedó callada sin entender ese arranque de sinceridad del hombre en este momento.
- No le hagas caso Helena, tú llámame como tú quieras él hoy amaneció refunfuñando. - dijo Parisi padre.- pasa, seguro tienes cosas que decirle.
- Gracias señor Enzo. - dijo ella entrando.
Enzo estaba en la oficina de la presidencia de Parisi S.A. , estaba sentado en el sofá mientra veía a Nico como miraba a su secretaria en lo que está le decía todas las citas que tenía en el día.
- ¿Ya se lo dijiste?- le preguntó a su hijo cuando la chica salió de la oficina.
- ¿Que cosa?
- Que estás loco por ella.
- Las cosas no son tan fáciles papá.- dijo mirando la puerta por la que había salido Helena.
- Lo son hijo, no cometas el error que yo cometí con tu madre. Angelo se encargaba de decirme todos los días que lo estaba haciendo mal y yo no hice caso.- trató su padre que entendiera.
- Tú sabes como vivimos y como es la vida que llevamos, esto no es lo único que hacemos- dijo señalando a su alrededor- y si ella no lo acepta no se que voy a hacer, creo que prefiero seguir viéndola de lejos que perderla de vista.
- ¿Y después que harás, te irás a los puños con otro Liam ? - dijo refiriéndose a la vez que él se peleó por el amor de Anna- Ella va a seguir adelante, como lo intentó tu madre y entonces te darás cuenta que sí era fácil, y que tú fuiste quién lo complicó.
- No lo sé ¿ Tú crees que mamá la acepte?
- ¿ A ella? Tu madre la va a amar, solo no demores en ser feliz, te lo mereces, eres un buen hijo, un buen hombre¿ Porqué no piensas en ser ya un buen esposo y un buen padre?
- Papá, vas demasiado rápido, todavía ni se si yo le gusto.- Nico sonrió.
- Dios, en vez de salir a tu madre, saliste a mí, créeme , le gustas, y mucho. No la pierdas. Y me voy, tu madre se va a enfadar cuando sepa que bajé del avión y vine aquí primero. - le dijo levantándose del sofá para irse.
- Gracias papá, por tus consejos.- se dieron un abrazo y el padre salió rumbo al ascensor.
- Helena ¿ Puedes entrar un momento?- ella lo siguió adentro y él se quedó de pie frente a su escritorio- Quiero pedirte una disculpa, ni siquiera te di los buenos días o te pregunté como estabas y empecé a reclamarte por venir.
- No se preocupe señor, yo comprendo, no tiene que disculparse. - él estaba parado frente a ella y de repente la chica sintió la mano cálida de él que tocaba su mejilla y la hizo tener un escalofrío que subió por su espalda.
- ¿Ya no tienes dolor ?- le preguntó muy bajo, acariciando donde tenía ella el golpe.
- Muy poco, ya va pasando.- contestó ella también con un tono de voz bajo, a punto de desmayarse y con el tacto de su mano terminó cerrando los ojos, y en ese instante sintió la boca de él repartiendo pequeños besos por su mejilla, uno a uno los fue contando mientras él se deleitaba hasta llegar al borde de sus labios. Pero como nada es completo, se escuchó el sonido de el teléfono de él que los interrumpió, los dos miraron al escritorio donde se encontraba el equipo y en la pantalla se leía "Samantha " .
- Creo que es mejor que me vaya señor Parisi- le dijo ella retomando la compostura- usted tiene una llamada que atender.
- Espera Helena. -él le sostuvo la mano.
- Atienda la llamada señor, yo estaré afuera, en mi escritorio, todo el día. - y salió de la oficina, con un cubo de realidad volcado sobre su cabeza.
El maldijo mil veces a Samantha antes de contestar, tampoco quería dejar la llamada sin atender.
- Parisi- dijo muy serio al teléfono.
- Cariño- se escuchó la voz de la mujer.
- No me llames cariño Samantha, sabes que no me gusta, además, no hay una razón para que lo hagas.
- Nicolas, perdona por llamarte así, pero tampoco es motivo para que me hables tan bruscamente. - la mujer se defendió.
- Di lo que quieres Samantha, tengo mucho trabajo- habló él y el enfado seguía notándose en su voz, la mujer había roto el mejor momento que había tenido en años.
- Ya veo que no soy de tu agrado hoy, solo quería saber si podías venir pero ya veo que no.
- Ves bien Samantha, no tengo ánimo, estoy con mucho trabajo, ya te aviso yo cuando me desocupe. ¿ Necesitas algo más? - cortó bruscamente la conversación.
- Pensé que cuando vinieras podías traerme algo hermoso, de las cosas que a mí me gustan.- le pidió descaradamente.
- Escoge lo que quieras y ya le digo al chófer que te lo alcance.
- Gracias Nicolas- dijo la mujer con evidente desgano- pero me gustaría más que tú lo trajeras.
- Eso no podrá ser, ya te envío lo que quieras.
- Bueno si no hay remedio está bien, chao.- se despidió ella.
- Adios- y él colgó el teléfono- Maldita sea- habló para si- tenías que llamar en este preciso momento.
El resto del día Nico no vio a Helena, sabía que estaba en su puesto porque no dejó de recibir las llamadas o de ordenar todo su día, pero todo lo que recibió de ella fueron mensajes de texto.