"Mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tenía todo lo que siempre había deseado: padres amorosos, una hermana que era mi mejor amiga y un novio que se suponía que me amaba desinteresadamente. Pero un día, al descubrir secretos ocultos que giraban en torno a mí, sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies. ¿Cómo podría haber estado tan ciega?, ¿cómo puede confiar tanto en esas personas?; estos secretos estaban a punto de sacudir los cimientos de mi familia y destruir mi relación."
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Capitulo X La cena
Gabriel me vino a buscar en uno de sus tantos autos, está vez apareció en un descapotable negro, con sillas forradas en cuero. Al verme salir del edificio bajo del auto y se quedó mirándome como idiota. Pero era el idiota más guapo que había visto en mi vida, mi corazón se aceleró al verlo, mis piernas me estaban traicionado, todo mi ser empezó a temblar de los nervios y no podía apartar mis ojos de los suyos. Trague grueso y con mucho esfuerzo las palabras salieron de mi boca. “Hola, perdón por hacerte esperar”.
“Valio la pena esperarte, te ves muy hermosa”, me dijo con una sonrisa de ensueño.
Subimos a su auto y condujo hasta un restaurante cinco estrellas, ese lugar tenía muchos lujos, y me hacía sentir extraña, nunca me acostumbré a estar en sitios así y eso que en Inglaterra me toca asistir cuando teníamos reuniones fuera de la oficina.
Un joven muy amable nos saludo guiandonos a nuestra mesa, Gabriel se portaba como todo un caballero y se podía sentir algo entre los dos, no se qué era, pero estaba segura que el sentía lo mismo por mi que yo por él.
Estábamos hablando muy animados, cuando veo que cambia su expresión a una más rígida, yo estaba de espaldas a la dirección que el estaba viendo y como no quise ser inoportuna preferí no voltear a ver lo que atrajo su atención.
Continúe como si nada estuviera pasando, hasta que escuche la voz de una mujer saludar muy íntimamente a Gabriel.
“Gabriel Linares, tiempo sin verte”, la mujer se puso frente a Gabriel y con una sonrisa muy descarada se acercó a él y le dio un beso muy cerca de los labios. Yo estaba molesta y no entendia el por qué si el siempre me dijo que yo no era de su tipo, en cambio la fulana que acaba de llegar llena todos los requisitos que el busca en una mujer.
“Patricia, ¿cómo has estado?”, la voz de Gabriel era neutra, así que no pude saber que estaba sintiendo en ese momento, cosa que me irritaba aún más.
“Bien, ya sabes que siempre ando viajando y dandome la gran vida”, respondió la desconocida sintiéndose la reina del mundo.
“Si, siempre quisiste viajar por el mundo, eso ya lo sabia”, respondió Gabriel pensativo.
Ellos continuaron hablando como si yo no existiera, era una situación muy incómoda y yo solo quería salir de ese lugar, estaba dispuesta a salir corriendo cuando la voz se un hombre se escuchó a mis espaldas.
“Patricia, es hora de irnos”, ese sujeto agarró a la tal Patricia por la cintura y la pego a él de manera ruda.
“Ok, cariño solo estaba saludando a Gabriel”, dijo Patricia sin que nadie le preguntará que estaba haciendo.
“Gabriel Linares, mi buen amigo. Es un gusto volver a verte y veo que estás muy bien acompañado. Vamos presentarme a esta hermosa mujer”, la mirada de ese hombre me resultó familiar, algo en el me daba temor, pero obviamente no se lo iba a demostrar.
“Primero no somos amigos y por supuesto que no me da gusto verte y por último ella no es de tu inconvencia, así que por favor retirarte”, está vez pude notar la molestia en la vos de Gabriel quien se quedó mirándome con una mirada de advertencia.
Preferí quedarme sin decir nada, no sabía que estaba pasando y tampoco quería saberlo. Lo único que quería era salir por esa puerta y no mirar atrás.
Punto de vista de Gabriel
Cuando vi a Kristen en ese vestido negro, mi respiración se detuvo, tuve ganas de tomarla en mis brazos y llevarla de vuelta a su apartamento y hacerla mía toda la noche. Pero debía ir poco a poco, ella no era igual a otras mujeres y si me portaba así seguramente se alejaría de mí.
Llegamos al restaurante y la estábamos pasando de maravilla, ella era una mujer muy inteligente y no me cansaba de hablar con ella, estábamos riendo cuando escucho la voz de mi ex, Patricia se acercó a mí y me dio un beso casi que en la boca. Mire la reacción de mi acompañante, pero ella no se inmutó y eso me puso de mal genio. Patricia decía algunas cosas y yo solo quería que Kristen interviniera y me dijera que nos fuéramos de ahí, pero a ella parecía no importarle mi conversación con Patricia.
Estaba perdido en mis pensamientos cuando escuché la voz que más odie en la vida, este no era otro que Sergey Montenegro: mi peor enemigo. Él me dedico algunas palabras para después centrar su atención en mi Kristen, eso sí me enfureció, ella era mía y no permitiría que nadie se le acercara y muchos menos ese bastardo.
Pude ver en la expresión de Kristen que estaba incómoda y lo más seguro era por como Sergey la veía. Así que deje las cosas en claro y por fin esos dos personajes se marcharon.
“¿Podemos irnos?”, pregunto Kristen cabizbaja.
“Me gustaría quedarme contigo un rato más”, respondí sinceramente.
“No me siento cómoda, ese hombre no me quita la vista de encima”, dijo ella mirando a la mesa donde se habían sentado Patricia y Sergey.
"Está bien, salgamos de aquí y no te sientas amedrentada por él, yo estoy aquí para cuidar de ti”, por impulso acaricie el rostro de Kristen, me puse de pie y la ayude a levantarse de la silla. La tomé de la cintura y caminamos fuera del restaurante. Una vez en el auto le saqué plática.
“Siento mucho que nuestra cena haya terminado así”, dije con sinceridad.
“No te preocupes igualmente me la pasé muy bien”, respondió ella con una sonrisa.
La llevé de vuelta a su edificio, la verdad no quería que la noche terminara así que me atreví a pedirle algo. “¿Me invitas a un café?”.
Vi que estaba dudando así que pensé se negaría, pero para mi sorpresa ella aceptó y subimos juntos a su apartamento. Este era muy tranquilo y los colores que tenía regalaban un nivel de relajación única. Nos sentamos y ella me llevo el café tal y como a mí me gustaba, bien fuerte y sin azúcar. Mientras que ella solo se sirvió un vaso de agua, ya que le desagradaba el café.