Una Chica Ruda Reencarna en una Nerd Tímida

Pero desafortunadamente, el agarre no se soltó, sino que se hizo más fuerte. "Ven aquí," gritó Fiko mientras tiraba con fuerza de la mano de Key.

¡Plas!

Le dio una fuerte bofetada a Key, su mano se sintió caliente después de abofetearla. Pero la mejilla de Key sentía más ardor y dolor en ese momento.

¿Era esta la bienvenida matutina para la hija y hermana que acababa de regresar del hospital? ¿Nadie tenía la intención de abrazarla? Cihh. Key era demasiado ingenua en ese momento.

Key rio entre dientes suavemente. Sangre fresca manaba de la comisura de sus labios.

¡Plas!

Su mano izquierda abofeteó a Fiko.

“¡Keyla!” gritaron todos al ver a Key abofetear a Fiko con la mano izquierda. Estaban muy sorprendidos por esto.

Aunque Key abofeteó con la mano izquierda, aun así hizo brotar sangre fresca de la comisura de los labios de Fiko. Y todavía dejaba una sensación de escozor y ardor.

“No busco problemas. Suéltame,” espetó fríamente. Tiró con fuerza de su mano derecha, que Fiko sujetaba. Al instante, su mano se soltó.

Sus pies comenzaron a alejarse, pero desafortunadamente, no era tan fácil escapar de gente cruel. Riko volvió a tirar de su hombro con fuerza. En ese mismo instante, Key empujó con fuerza a Riko, haciéndolo chocar contra Fiko, y Fiko trastabilló hacia atrás, chocando contra Daren. “¡No busquen pelea conmigo!” gritó Key con dureza y agudeza. Se marchó, dejándolos aún sorprendidos.

Todos allí miraban a Key boquiabiertos, incrédulos. ¿Desde cuándo se había vuelto tan brutal? ¿Desde cuándo se atrevía a defenderse? Mientras tanto, Fiko se limpiaba la comisura de los labios. Pero sus ojos se desviaron hacia la palma de su mano, que estaba llena de sangre. Podía asegurar que la mano de Key sangraba de nuevo debido a su agarre demasiado fuerte de antes.

“¿Por qué Keyla está tan rara?” preguntó Dara incrédula.

“¿Están bien?” preguntó Dita, preocupada por sus hijos.

“Estamos bien, má,” respondieron ellos, todavía sumidos en la incredulidad. La chica torpe que odiaban había cambiado.

“Luego papá la castigará cuando vuelva,” dijo Handi fríamente. Él tampoco podía creer que Key fuera tan brutal ahora. Lo que era un interrogante: '¿De dónde sacó tanto coraje y fuerza?'

...

Key conducía el coche que le regaló su abuela. Se lo habían dado desde que Keyla entró a la secundaria. Solo que Keyla no sabía conducir, lo que hacía que este coche no se usara. Pero Key tenía la intención de cambiarlo después de volver de la escuela más tarde, porque este coche ya no le resultaba atractivo.

¿Dinero para gastos? Sus padres nunca le daban. Conseguía dinero del café de su abuela y de las inversiones de su abuela. ¿Su familia? Nadie lo sabía. Si lo supieran, seguramente no dejarían que Key usara todo eso. El café de su abuela, de hecho, fue heredado por Key. Key poseía dos cafés, y lo mantenía en estricto secreto.

Así que se podría decir que Key era bastante rica sin que su familia lo supiera.

Su abuela le dio todo esto porque sabía que los padres de Key odiaban mucho a esta nieta suya tan querida. Si su abuela no le hubiera dejado la herencia, Key seguramente no habría podido sobrevivir en ese entonces.

“Hu...” Key suspiró. Conducía el coche a una velocidad superior a la media. Todavía pensaba en el incidente de esa mañana. ¿Decir que no le dolía? Esa sería la respuesta incorrecta. Su corazón era demasiado frágil para expresarlo. Su viejo corazón frágil, unido a una nueva fragilidad, la destrozaba aún más. “Menos mal que tienes dinero, Key. Si no, seguro tendría que volver a trabajar. Me destrozaría aún más,” murmuró con tristeza.

Volvió a aumentar la velocidad para despejar el agobio de su mente.

,,,

Fiko frunció el ceño mientras estaba en el garaje. “Señor Doin. ¿Dónde está el coche de la abuela?” preguntó al no encontrar el lujoso coche negro de hacía unos años.

“Se lo llevó la señorita Key, joven amo,” respondió el señor Doin. Más precisamente, el chófer de su papá.

Tanto Fiko como los demás se quedaron atónitos al oírlo. “¿Key, conduciendo un coche?” murmuró incrédulo. De hecho, Key no sabía conducir. Key era considerada tonta en la familia; ese coche se usaba normally cuando los otros coches no se podían conducir por estar en mantenimiento o inutilizables.

“¿Cuándo aprendió Key a conducir?” preguntó Dara, no menos sorprendida.

Mientras tanto, Daren se mostró indiferente. Sí, él era el más despreocupado de todos. Ver a su hermano indiferente los hizo reflexionar y pensar en ello por su cuenta. Esa mañana se habían sorprendido por muchas cosas: porque Key se había recuperado, por su cambio de actitud y ahora por su habilidad. Era como un sueño en pleno día para ellos.

...

“¡Apartaos! ¡Apartaos!” gritó Key al ver a la gente caminando agrupada, mientras usaba una Sky board.

“¡Oye! Ten cuidado.”

“Si quieres jugar, no es aquí.”

“¿Qué demonios, oye?”

“Solo molestas.”

Respondían personas molestas porque se sobresaltaron al ver pasar a Key a toda velocidad en su skyboard.

En realidad, Key podría haberlos esquivado sin gritar, pero por alguna razón, sorprender y molestar a la gente era su hobby. Sentía como si todo lo que tenía en mente se liberara.

Pero inesperadamente, chocó contra alguien.

¡Pum!

“Agrgg....” Gimió Key. Cerró los ojos sobresaltada,

‘Eh, ¿cómo es que la caída no duele?’ murmuró de nuevo. Abrió los ojos. Pero se agrandaron cuando se dio cuenta de que había chocado contra un hombre. Sus ojos se abrieron aún más cuando se percató de que su juguete seguía deslizándose a toda velocidad. “¡Mi Sky board nueva!” gritó delante del hombre.

De inmediato, los oídos del hombre zumbaron. Rápidamente, Key se levantó y persiguió su Skyboard, que se deslizaba sola hacia el final del camino del campus.

“¡Oye! Hazte responsable...” gritó el hombre contra el que Key había chocado. Hizo una mueca de dolor agarrándose el trasero adolorido, además de que sus oídos aún zumbaban por el grito de Key.

“¡Dios mío! ¿Por qué duermes en el camino, oye?” gritó otro hombre, riendo entre dientes al ver a su amigo tirado en el camino.

“Cállate,” dijo. Se levantó y dejó a su amigo que seguía riendo.

“¡Oye, Al, espérame!” gritó el amigo que lo llamaba.

“Qué ruidoso eres, Bay,” murmuró el llamado Al y se fue, cargando con su molestia.