Una Boda Por Conveniencia

Entramos a la habitación y la primera en entrar a ducharse fui yo. Había una bolsa con un paquete sobre mi cama cuando salí. Él esperaba sentado en un sillón revisando su celular cuando salí.

—¿Qué es eso?

—Esto es un regalo, me gustaría que te lo pongas esta noche. Voy a ducharme, no me extrañes esposa.

Entro a darse una ducha con una toalla en la mano y yo solo tenía mi bata puesta. Me siento un poco incómoda de vestirme aquí aunque él este en el baño y no me vea.

Abrí el paquete y me sorprendí al encontrar un vestido rojo. Era sencillo y fresco, pero también era hermoso. Dentro de la caja había unas bonitas sandalias negras con tacones medio fino. Me lo probé y me quedaba perfecto, tiene muy buen ojo con la ropa y los calzados. Busque en el vestidor lo que quería que el se ponga, ya que el eligio mi ropa para esta noche yo haré lo mismo.

Él salió del baño con una toalla en la cintura y una sonrisa en el rostro.

—Agostina, estas preciosa. Ese color te queda muy bien y es perfecto para ti.

—Gracias esposo, te dejé sobre la cama lo que vas a usar. Vistete, voy a maquillarme un poco.

Gracias a Dios el me había comprado un secador de pelo, un alisador y cepillos. Me tomo casi media hora arreglarme el cabello y maquillarme. Cuando al fin estuve conforme salí y el me esperaba acostado con las piernas cruzadas y los brazos bajo su cabeza.

—Ya estoy lista.

—Eres una mujer muy hermosa ¿ Lo Sabías? Voy a tener que espantar a varios hombres más.

—Siempre fui invisible. ¿Que te hace pensar que eso aqui va a ser diferente?

El se rió de mi comentario, se acercó a mi y me dio la mano. Cuando la tome me hizo dar una vuelta, yo me puse a tono con mi vestido y le sonreí.

—Eso es lo que tu piensas. ¿Tienes hambre?

—Mucha.

—Genial, te tengo una sorpresa.

El restaurante del hotel estaba lleno, no tenía idea de que había tanta gente en el lugar.

—Hay una mesa para nosotros dos, pero afuera.

—¿Por que afuera?.

—Por que adentro hay mucha gente y ruido y no vamos a poder hablar tranquilos. Además me gustaria estar en privado contigo para conocernos más.

—¿Lo tenias todo planeado verdad?

—Así es, y creo que te va a gustar lo que pedí para nosotros. Son varios platos así que prepárate preciosa.

Cruzamos, por una parte del restaurante y salimos a la terraza, había varias mesas dispersas con otras parejas cenando y sonriendo.

—Sigo pensando que eres un mandón.

Sonreí. Demian corrió el asiento para que yo me siente y el se sentó en frente mío.

Por segunda vez le presté más atención, estos días bajo el sol le dieron un bronceado bien marcado, su lindo pelo rubio resaltaba más y sus ojos celestes claros eran mucho más lindos de lo que pensé que eran. La primer semana juntos fue más hablar y conocernos un poco más pero ahora lo estoy mirando con ojos de mujer.

—¿Te gusta lo que ves?

Sonreí, me había quedado callada, solo lo miraba.

— Bastante. Si no fueras tan irritante en ocasiones serías perfecto.

—Algo es algo ¿No?

Un camarero se acerca a nuestra mesa con un carrito. Muy amablemente nos da la bienvenida y pone sobre la mesa una hielera con vino, y nuestros platos de comida.

—Muchas gracias —Dijimos al mismo tiempo.

—Que lo disfruten. El hombre se fue.

—No me sorprende tu cara, sabia que ibas a ver los ostiones con asco. Pero en realidad son muy ricos, este es el primer plato que vamos a probar esta noche. ¿Los comiste alguna ves?

—No, y ahora que los veo me dan un poquito de asco. Dicen que es afrodisíaco ¿No?

Sonrió nuevamente.

—Así dicen, pero no se si es cierto, yo creo que es psicológico

—Eso espero, o vas a terminar bajo la ducha fria por mucho tiempo.

Estalló en una carcajada...

—Hecho

—¿Sabes por qué te invité a cenar aquí afuera? Tengo problemas con los lugares cerrados cuando hay mucho ruido. Eso y que quería hacerte pasar un rato agradable.

—¿Por qué?

—No me gusta la gente.

—No, me refiero a que ¿Por qué te molestas en hacerme pasar un buen rato?.

Me miraba pero no decia nada... No se como descifrar a Demián.

—Por que quiero conocerte mas. Te voy a enseñar a comer esto.

—Prefiero no comerlo, el olor es asqueroso.

—Solo uno, y si no te gusta pedimos el segundo plato. Solo no respires y tragalo, se deslizara rápido y será fácil de tragar. No lo mastiques.

—Esta bien. Algo asqueada y con la fuerte sensación de que no me agradará este bicho con aspecto a moco lo trague cuando me lo entregó. Sabía a limón y a... al tragarlo automáticamente subió por mi garganta y volvió a mi boca causado arcadas.

Tomé la servilleta y lo escupí. Fue lo más asqueroso que probé en mi vida. Tiene aspecto de moco duro y sabor a mar, horrible experiencia.

...El se levantó de la silla y se acercó a mi para ver si estaba bien...

—¿Que pasó? ¿Estas bien

El pobre se veía angustiado por mi reacción.

—Lo tragué pero salió de mi garganta de nuevo a mi boca y me dio asco. Es la segunda cosa más horrible que comí en mi vida.

—Ya veo, no más ostiones para vos"

Le hizo señas al chico que nos había servido antes retiro los platos.

Me sirvió una copa de vino y probé unas aceitunas para cambiar el sabor de boca.

—Quería hacerte pasar un buen rato por que me siento atraído hacia ti Agostina, eres una mujer muy bella y estos días aprendí a verte con otros ojos. No te estoy pidiendo nada, no te sientas incómoda con esto que te estoy diciendo, solo quería que sepas que me gustas.

—Nos conocimos hace unas semanas Demián, pasamos mucho tiempo juntos y no nos damos un espacio para estar solos. Quizá solo es eso.

—Hagamos de cuenta que no te dije nada.

—¿Por qué?.

—Porque es obvio que no estás interesada en mí y lo entiendo.

Iba a responderle, pero fui interrumpida por el camarero y viendo que no quería hablar más del tema y prefería no decir nada para no hacerlo sentir incómodo. Después de todo fue lindo el detalle que tuvo esta noche conmigo.

Aunque no voy a negar que día tras día el palpitar de mi corazón iba en aumento desde que llegamos aquí.

—Te voy a dar espacio para estar más tiempo sola, espero que disfrutes la lasaña.

—No necesito tomo solas. Pero tienes razón, tal vez ambos lo necesitamos.

Bebió un buen trago de su copa y charlamos de otras cosas, note que estaba tenso, pero no estaba molesto. Terminamos la cena y me comí todo el postre, amo la crema de vainilla con frutillas y chocolate.

—¿Vamos a seguir yendo al gimnasio juntos? Me gustó ir y me gustó la paciencia que tuviste conmigo.

—Si querés ir conmigo esta bien, prometo no presentarme como tu esposo y no voy a ahuyentar a nadie mas.

—¿Estas molesto conmigo? Siento que... —Me interrumpió antes de terminar.

—¿Por qué lo estaría?.

—No lo sé, estás diferente desde hace un rato y no quiero que cambies conmigo. Me agradas Demián.

—Acabo de decirte que me gustas y ahora me siento estúpido.

—No te sientas así, no me dejaste hablar y nos interrumpió el camarero, pero ahora no vamos a hablar de eso. Vayamos a dar un paseo por la playa, la noche está agradable y el clima es perfecto para una caminata nocturna.

—Está bien. Vayamos

No había salido en todo el día del hotel y tenía ganas de recorrer el lugar. Cuando llegamos me quedé enamorada de la playa y el color del agua, siempre hace calor y la brisa es tibia.

Esta vez no me tomo la mano, caminaba junto a mi en silencio mientras me veía poner los pies en el agua, el llevaba mis sandalias en la mano. Y después me reí cuando Nacho, el chico que me habló en el gimnasio estaba besando a una chica más o menos de mi edad en la arena a unos cuantos metros.

—Te lo dije.

—Me lo advertiste y tenías razón.

Me sonrió y colocó su brazo sobre mis hombros cuando sentí frío. No tenía que ofrecerme.

Se veía una gran tormenta avanzar y se levanto un viento muy fuerte. Odio las tormentas y me dio mucha impresión ver como caían los rayos en el agua.

—Volvamos, no me gustan las tormentas.

—Todavía está lejos. No temas yo cuidaré de ti.

—Lo sé, pero me aterran.

Lo tomé del brazo y caminamos en dirección al hotel.