Paloma está determinada en robar al novio de su hermana mayor y para ello está dispuesta a poner a todo el mundo en contra
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Capítulo 13
PALOMA
El almuerzo fue realmente un desastre, con Michelle hablando de tener un hijo con Noah, luego acusándome de ladrona y de querer quitarle sus bienes y posteriormente con Noah yéndose sin avisarle a nadie y aunque Mateo se excusó por él y dijo que tuvo una urgencia del trabajo, en realidad no lo creí.
Afortunadamente, Julio y Alice, los padres de Mateo y Noah, fueron amables y nunca hicieron nada para hacerme sentir incómoda y cuando dejamos la casa, ellos me invitaron nuevamente, lo que me alegró.
Michelle por su parte, se fue poco después de que Noah lo hiciera, argumentando que chocó contra una pared extremadamente bruta y que le dolía la mejilla. Todos me miraron en ese momento, pero simplemente me hice la desentendida.
Volví a casa de Noah en el vehículo de Mateo y de Elisa y la verdad es que fue un alivio haber terminado con esa visita.
Cuando llegó a casa de Noah, me baño y duermo una siesta, cansada. Después de eso, me despierta el celular y antes de ver de quién se trata, veo hacia la ventana y me doy cuenta de que ya oscureció. Luego me apresuro a contestar cuando veo que se trata de Noah.
-Pluuumiiitaaa- arrastra las palabras e inmediatamente me doy cuenta de que está borracho.
-¿Estás bien?- pregunto.
-Mejor que nuncaa- responde y resoplo, porque inmediatamente empieza a lloriquear diciendo que le duele tanto.
-¿Dónde estás?- le pregunto, levantándome y vistiéndome, mientras que lo tengo en altavoz.
-¿No sé?- pregunta.
-Noah. Dale el teléfono al tipo que te está vendiendo alcohol- le pido.
-¡Oye!- alejo el celular de mi oreja, ya que está gritando ahora -¡Plumita quiere hablar contigo, hombre!
Hay una pausa y luego un tipo habla por el teléfono.
-Sugiero que lo vengan a recoger, antes de que lo tiremos a la calle- dice, con voz molesta.
-Eso es lo que quiero, pero necesito la dirección- le respondo.
Él me da la localización , antes de que Noah esté nuevamente en el teléfono.
-Creo que necesito un préstamo- dice de pronto, sin arrastrar las palabras, lo que me hace pensar por un momento en que está un poco más sobrio, pero luego se ríe. -Necesito un préstamo de mi propio dineeero.
Suspiro y salgo de la casa, tomando el auto de Noah, para rápidamente ponerme en camino.
Durante el trayecto no cortó la comunicación con él, por miedo a que se vaya a otro lugar o le hagan algo estando en ese estado.
Cuando llego, estaciono y entro en el bar en el que me dijeron que está. Lo encuentro en una mesa al fondo, hablando todavía conmigo, mirando hacia un vaso casi vacío y es una vista tan deprimente que mi corazón se siente adolorido.
Corto el teléfono cuando ya estoy a unos pasos de él.
-Hey- le digo.
-Hey- responde -viniste.
-Sí. Ya es tarde, ¿vamos a casa?- le pregunto.
El asiente y lo ayudo a levantarse cuando veo que tiene dificultades para hacerlo.
-El mesero se acerca y me dice que Noah no ha cancelado y aunque Noah intenta protestar porque según él sí lo hizo y que por eso necesita un préstamo mío, el mesero insiste.
Pago el monto que me dice, porque estamos llamando demasiado la atención, aunque no le creo que Noah no haya cancelado.
Parece que Noah va a seguir protestando, pero desiste y ambos salimos de ese lugar lúgubre.
Lo llevo al auto y lo siento en el asiento del pasajero, poniendo su cinturón y poco después de salir del estacionamiento, ya está dormido.
Lo despierto cuando llegamos a su casa, aunque no quiera, ya que se ve pacífico cuando duerme, muy lejos del hombre lleno de energía que es cuando está despierto.
-Noah- lo muevo -ya llegamos.
Él despierta después de un momento y se estira como un gato, en la medida en que el espacio dentro del auto se lo permite.
-Voy a romper con Michelle- dice, mirando a la casa. Me sorprendo y un poco de esperanza asoma su cabeza.
-¿Y eso?- pregunto.
Él se encoje de hombros, como quitándole importancia -creo que es lo mejor para mí.- Él me mira entonces con una mirada llena de dolor y me doy cuenta de lo tonta que fui por siquiera pensar en que la ruptura me daría una oportunidad, cuando debería estar pensando en él y en su dolor.
Estiro los brazos hacia él y le digo -¿Quieres?
Él asiente y me abraza enterrando su cabeza en mi hombro. Lo abrazo de vuelta y nos quedamos así por un rato.
No creo que él esté llorando, pero probablemente necesitaba algún consuelo, porque cuando se aleja, se ve un poco más entero.
Luego de eso, nos bajamos del auto, entramos a la casa y luego de despedirnos, cada uno se va por su lado. Él por un baño y yo a la cama.
Y aunque nada ha cambiado entre nosotros, siento que me perdonó un poco.