Amarantha: Un Nuevo Final.

Capítulo 5

–Todo está listo milady.–Comentó Virginia cerrando el último baúl con todo lo necesario para ir a la gran capital del Imperio Alba, Akal.

Amarantha miraba por última vez hacía el hermoso jardín de hortensias que se podía ver desde la ventana de su habitación, no volvería a ver esa maravillosa y relajante vista, pero se aseguraría de que sin importar donde fuera, haría un jardín que le transmitiera la misma paz y tranquilidad.

–Que lleven todo abajo.–Ordenó a su doncella.– Y ¿Dónde está mi hermana?– Preguntó curiosa porque no la había visto en toda la mañana, con toda la preparación para el viaje supuso que también estaría ocupada, pero aun así quiso saber si todo estaba bien.

–Lady Analise, se encuentra abajo organizando todo lo que se llevará a Akal, de manera muy diligente cabe aclarar.–Respondió solemne la doncella.

–Muy bien, ya que todo está listo aquí bajaré al jardín, díganle a mi hermana que la espero allí cuando termine.– Pidió saliendo de la habitación para dirigirse al hermoso jardín que pocas veces había visitado.

Cuando estuvo frente a las flores no pudo evitar tocarlas con suma delicadeza, eran tan hermosas, parecían pequeñas mariposas.

Estaba disfrutando de los últimos momentos de paz y tranquilidad que le quedaban, porque en el momento en que llegarán a la capital empezarían su plan. Esa misma mañana partirían hacia Akal y tardarían alrededor de tres días en llegar.

Desde que llegaron a ese mundo estuvieron recolectando información que les fuera util, se centraron en la parte financiera, en la jerarquía y personas importantes, no podían solo quedarse con la información que tenía Analise sobre ese mundo, aunque obviamente no estaba de más.

Escucho pasos acercarse, y busco con la mirada quien venía.

Diviso a su hermana, se veía deslumbrante con un hermoso vestido azul pálido con su cabello castaño suelto en ondas, todavía se sorprendía cuando la veía, incluso cuando ella misma se veía en el espejo se sentía extraña, era como mirar a otra persona. Y es que había cambiado su cabello negro azabache y ojos verdes, por cabello tan dorado como el oro y ojos tan azules como el cielo.

La verdad es que Amarantha no se parecía a su hermana, estaba segura de que si no fuera por el color de ojos tan únicos que tenían, nadie creería que son hermanas. Analise era una copia exacta del Duque.

Cuando tuvo a su hermana frente a ella sonrío con verdadera alegría, antes se abstenia de mostrar cualquier tipo de expresión que pudiera mostrar que sentía, no era cariñosa y siempre era fría con todos, pero luego de despertar en ese cuerpo que aunque no estaba mal ser precavida y no mostrar lo que sientes a los demás, por lo menos debía dejar caer esa máscara cuando estaba con la única persona que siempre había estado con ella.

Su hermana.

–Buenos días, Amarantha. ¿Cómo estás esta mañana?– Dijo Analise con una sonrisa que deslumbraría a cualquiera.

–Estoy muy bien, un poco ansiosa por ese viaje de tres días en un carruaje, pero que se le puede hacer.–Suspiro con resignación.– Y ¿tú, cómo estás? Supe que estabas organizando lo que llevaremos al viaje, si sabes que no tienes que hacerte cargo de eso ¿verdad? Para eso está Francisco.– Dijo haciendo referencia al mayordomo principal del ducado.

–Lo sé, es solo que organizar y tener todo listo y pulcro es parte de mí, soy muy perfeccionista, me estreso cuando algo está fuera de lugar o no está listo, lo sabes.– Respondió mirándola con los ojos entrecerrados.

Amarantha río divertida, porque lo sabía esa fue una de las razones por las que no confiaba a nadie más las cosas en la empresa, porque nadie era tan competente.

–Bueno no importa, únicamente quería que hablar contigo antes de irnos, sin oídos alrededor.–Su tuno de voz y mirada se volvieron serias.

–¿Qué sucede?– Cuestionó preocupada Analise.

–Estoy preocupada por ti.– Su mirada demostraba la preocupación que sentía en ese momento.– Si llego a casarme, aunque te lleve conmigo a la que será mi nueva residencia, el Duque tendrá todo el derecho de sacarte de ahí y casarte con él que le venga en gana y teniendo en cuenta que ya no me podré casar con el príncipe heredero, buscará hacer que tú lo hagas en mi lugar.–Su mirada se oscureció por el enojo y frustración creciendo en su interior, odiaba no tener el control de vida como siempre lo había tenido y lo odiaba aún más por su hermana, sabía que en ese mundo no verían con buenos ojos las preferencias amatorias de su hermana.

–Lo sé y no tienes que estar preocupada por eso, pensaremos en algo, talvez consiga un buen partido en la capital, después de todo la temporada es para conseguir buenos prospecto para señoritas de alta cuna en edad casamentera.–se encogió los hombros despreocupada.

Pero Amarantha sabía que eso también la tenía inquieta.

–Sabes que no permitiré que te cases con alguien con quien no te sientas cómoda. Además, tengo la solución.–La miro fijamente.

–¿Qué piensas hacer?–Cuestionó.

Amarantha Sonrió

–Solo hay que hacer que el Duque me seda tu potestad. Cuando estemos en la capital haremos un documento que me permita decidir sobre tu vida y que quite todo derecho al Duque. Luego haremos que lo firme sin que se dé cuenta.– Explicó con simpleza.

Su sonrisa solo se agrandó más al ver la de Analise.

–Por esta razón es que eras la dueña de una cadena de hoteles conocida internacionalmente. Me siento orgullosa de ser tu hermana, nunca me decepcionas.– Sonrió y la miro a los ojos para que viera la veracidad de sus palabras.

Amarantha le devolvió la sonrisa, agradecida con la vida por haberla conocido y que aún después de la muerte estuvieran juntas y tuvieran otra oportunidad.

–También estoy orgullosa de la persona que eres, sé que aun en este mundo encontraras a la persona correcta y se que te amara sin importar que, porque eres una persona maravillosa.– Amarantha abrazo. Analise acepto el abrazo con todo el cariño que sentía.

–Muy bien vamos, tenemos una ciudad esperando por nosotras, para empezar a cambiar nuestro destino.–Dijo separándose de su hermana.

–Tienes razón hay que ponernos en marcha.– le Sonrió mientras enlazaba su brazo con el de Analise y se encaminaba a la parte delantera de la mansión.

Ellas en definitiva iban a cambiar su destino e iban a vivir como querían sin bajar la cabeza por nada ni por nadie.

Estaban orgullosas de quienes eran.