Hijo De Sangre

Correo electrónico de Walter I. Para Esteban G. de la central de policía

Querido amigo, como ya es costumbre, por medio de estos escritos te redacto los acontecimientos ocurridos en los casos de este periodo.

Me complacer mucho saludarte y saber que tengo un gran amigo y excelente aliado esperando mis informes dispuesto a ayudarme en cualquier situación. Desafortunadamente para ambos, no ha sido necesario, todos mis casos trabajando como detective particular, son demasiado sencillos. Carecen de esa pisca de interés cómo cuando empezamos en esto. A veces siento envidia de ti porque estoy seguro que en la policía tendrás vasos más entretenidos, sin duda los mejores. Pero también soy consciente de que no tienes las libertades que yo tengo al trabajar por mi cuenta, así que estamos igualados.

Comenzaré por resumirte que el caso de la señora que “perdía” su dinero ya ha sido resuelto. La noble mujer vivía aterrorizada por su propio hijo, quien cada noche acostumbraba a pedirle dinero para sus borracheras. Se ponía a gritar al recibir negativas de su madre y muchas veces la insultaba. Cansada, comenzó a esconder el dinero debajo de la alfombra de su habitación, y decía que le habían robado. Al joven no pareció agradarle esta situación porque ya no tendría dinero para gastarlo en sus parrandas. Decidió entonces contratar mis servicios. Ese mismo día hablé a solas con su madre y ella me explicó, entre llanto, la situación. Dijo que no deseaba compartir el dinero con su hijo ya que él lo malgastaba en los vicios terrenales y que ella había trabajado mucho para conseguir el dinero que ahora tiene.

Una vez resuelto el caso, dí un sermón a su hijo y le aconsejé cuidara a su madre, que él era le encargado de su seguridad y que no le causara más temor. Para asustarlo un poco y no lo volviera hacer le dije que de insultar a su madre tendría problemas con la ley. 

Cuando me retiré de ahí le escuché decir que cuidaría a su madre y ya no le haría daño. Regresé un poco y le dije que si necesitaba ayuda con la rehabilitación le podía recomendar un lugar, pero él insistió que podía solo.

Ahora debo irme de aquí, me han contratado en un pueblo cercano que lleva por nombre “Los santos” Me han dicho que hay mujeres jóvenes que han desaparecido. Parece ser un pueblo muy tranquilo y casi nunca hay problemas entre los habitantes, llevan vida tranquila, cada quien está en lo suyo y el gobernador se preocupa por ellos, es un pueblo en progreso. Mis primeras interrogaciones me llevan a creer que algún grupo de forasteros está involucrados, por lo cual los trabajadores del gobernador que me han  contratado quieren respuestas para que puedan actuar.

El pueblo no está muy lejos de la capital que es donde me encuentro ahora. Tienen muy buen clima como el resto del estado, fresco como es mi preferencia. Es un pueblo muy rico en plata y en comida, en la que destaca un platillo llamado “xhotes” son rollos de tortilla rellenos de carne bañados con una salsa muy picosa, estoy ansioso de probarlas. En cuanto a su población, son 16,000 personas como máximo y todos ellas, según lo que me cuentan, son amistosas.

Me dirijo hasta ahí esta misma tarde y estaré reportándote, como siempre el caso.

Se despide tu amigo Walter.

Historia desarrollada en el colegio ubicado en el pueblo de los santos

En el patio del colegio los estudiantes disfrutaban de un día soleado. Corrían y se divertían, algunos más se limitaban a sentarse y platicar en pequeños grupos. En el rincón, alejados de todos los demás y con la demanda que el sol pide para iluminar nos, dos personas conversaban

–Ahora que somos novios.–Decía una chica cuyo rostro expresaba felicidad.–¿No crees que deberíamos salir juntos?

–Si eso es lo que quieres. –Se limitó a decir su acompañante, un chico de tez morena, rostro serio, muy atractivo pero sin carisma.

Los dos permanecían sentados, él seguía con la mirada a los compañeros que jugaban fútbol mientras ella se esforzaba por entablar una conversación. 

–¿Por qué estás tan callado?, ¿te he hecho algo?

–No.–Respondió secamente mientras seguía sin cambiar el rumbo de su mirada.

–Entonces salgamos hoy.

Su acompañante por fin  la miró para responder. 

–Está bien, después de clases nos vemos aquí.–Contestó fríamente.

Los dos se fueron a sus respectivos salones no sin antes recibir una caricia en el rostro de parte de ella para no volver a verse durante toda la mañana.

La escuela era un buen lugar, había profesores ejemplares y los sistemas educativos eran competitivos con cualquier otra. Los alumnos aprovechaban cada instante en ese lugar y los respaldaban con buenos resultados académicos, de lo único que carecía este lugar era en el deporte. Lo practicaban pero no al grado de competencia con otras escuelas, simplemente para pasar el rato. 

La escuela contaba con un patio muy grande y en la parte trasera colindaba con un edificio fácil de recordar, era grande, de color naranja y con mínimas ventanas lo que lo hacía carecer de iluminación y ventilación. Este lugar era ciertamente reconocido en todo el estado y era el mas recurrido para llevar a los pacientes por su eficacia. Los alumnos lo llamaban vulgarmente “el manicomio” pero en realidad el nombre que tenían en la entrada era “Clínica psiquiátrica la esperanza ”.

El patio también colindaba en el otro extremo con una admirable tienda de comida a donde la mayoría de los alumnos se dirigían al salir.

El reloj avanzó y dieron las 15:00. Los alumnos salieron y la pareja al fin se reunió en la puerta para salir.

–¡Ay por fin una cita!–Exclamó ella con brillo en sus ojos.–¡No sabes cuanto te quiero!

Él solo la miró y sin mostrar sonrisa la tomó de la mano y salieron. Ella lo interpretó como una señal de cariño pero él solo quería apresurarse a salir de ahí.