Evans llevaba una carga enorme sobre sus hombros, como si no fuera suficiente hacerse cargo de todo, también debía asumir las deudas de sus padres. Los mismos que le impusieron el peso que ahora soporta.
En medio de este camino, el dueño del préstamo quiere recuperar su dinero, una suma altísima imposible de pagar.
En esta trama se entrelazarán sentimientos, traumas, conflictos y un recorrido que Evans deberá seguir para recuperar su felicidad.
NovelToon tiene autorización de TRC para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 5
Evans
Aún no entiendo qué demonios quería ese hombre conmigo. Cuando deslizó esa mano grande por mi espalda, volví a sentirme inseguro y a recordar mi pasado que enterré durante años.
Lo único que sabía era la imposibilidad de escapar, había guardias por todas partes. Parecía la Casa Blanca del presidente. Como era de esperar de un mafioso.
—¿No me vas a tirar a un lugar oscuro y sucio? ¿Como esos lugares de prisión?
Le hablé al hombre sombrío que caminaba delante mientras uno de sus hombres me escoltaba.
—Evans, sería mejor que mantuvieras esa boca cerrada antes de que pierda la paciencia.
Piensa que puede llevarse la mayor parte del pastel conmigo, solo porque tiene toda la autoridad para mantenerme preso cuando no debería. Odio a la gente así, mi corazón sangraba de odio. Todavía cree que tiene razón para enfadarse por mis preguntas cuando no sé absolutamente nada.
Puede que le tenga algo de miedo, pero eso no me impedía intentar protegerme. Me llevan a una habitación, en cuanto entré estaba bien organizada y limpia por dentro. Me imaginaba que me arrojaría directamente a un lugar donde las ratas hubieran hecho su hogar.
Se giró hacia mí, con la mirada fría y penetrante.
—Este será el lugar donde te quedarás, procura no estresarme intentando escapar.
Lo miré con rabia.
—¿Y qué pasa con mi ropa, mis cosas que se quedaron en casa de mis padres? ¿Qué pasa con mi vida? ¿Mis amigos?
Se pasó una mano por el pelo.
—Tantas preguntas —En un gesto repentino me agarró del cuello— Ya te lo dije, todo lo que tenías se fue, en cuanto a la ropa mandaré a comprar. Así que olvida todo lo que tenías antes de poner un pie aquí.
A partir de esas palabras, sentí que mi vida se destruía, todo lo que había construido. Empecé a llorar, no sabía qué era peor, saber que me habían vendido o ser tratado como el perro de alguien.
—¡Te odio!
—Evans, entiende, no eres el único que me odia, solo eres uno de los muchos que me quieren muerto. Ahora, vístete, vamos a una fiesta esta noche.
Cuando pensé que había terminado de hablar, volvió a hablar.
—Ni se te ocurra avergonzarme, ¿me oyes? Te vigilaré. Estás avisado.
Me soltó el cuello y salió dejándome acompañado de uno de los hombres. Me tiré al suelo de rodillas tosiendo como un condenado, todavía sintiendo el apretón de su mano en mi cuello.
—Deberías obedecerle, así no sufrirás tanto.
—Ya estoy sufriendo solo por estar aquí, ¿qué podría ser peor?
Le digo al hombre que me ayuda a levantarme.
—Para ser alguien que trabaja para él, pareces amable.
—No confundas amabilidad con mi trabajo. Solo te diré una cosa, ten mucho cuidado en esa fiesta. La mayoría de los invitados son maliciosos.
Asentí, nada podía ser peor que estar preso por ese hombre. Me dejaron un par de prendas para que me pusiera, por conveniencia tenía que ser traje y pantalón. Analicé la ropa, y solo podía ser de marca importada. Debió costar unos mil solo por el material de la tela.
Mi habitación tenía baño, lo que facilitaba las cosas para mí. Cuando terminé de arreglarme, uno de los guardias llamó a la puerta preguntando si ya me había cambiado, porque el cabrón estaba esperando.
Mi deseo era estar totalmente desaliñado y ver qué hacía. Pensándolo bien, creo que puedo intentar escapar en esa fiesta, habrá mucha gente, en cuanto lleguemos analizaré si hay ventanas en el piso de arriba y saldré por ellas. Mientras ellos aprovechan el momento, encontraré algún resquicio. No soporto ni un minuto más aquí.
Echo tanto de menos a mi mejor amigo ahora mismo. En esta situación él sabría qué hacer y al menos tendría compañía. Camino junto con el guardia de seguridad, siendo el mismo que me habló de la fiesta.
—Y entonces, ¿vas a ser tú el que me vigile?
—Técnicamente sí.
Mejor aún, puedo encontrar alguna manera de despistarle.
Como imaginaba, mucha gente. Todos iban vestidos de forma elegante, eso explicaba el tejido de mi ropa. Todavía no sabía cómo dirigirme al desgraciado que me obligó a venir aquí.
—No hagas ninguna gracia.
Dijo muy cerca de mis oídos cuando aún estábamos en la entrada.
—¿Cómo puedo dirigirme a usted? ¿Gángster? ¿Señor Extraño? ¿Serpiente Venenosa?
Hablo de manera neutral.
—Ricardo, prefiero que me llames por mi nombre.
—Está bien, "Ricardo".
Digo su nombre con sorna haciendo comillas con los dedos, pero no le importó. Que le den, porque hoy me voy a escapar.
Para que no fuera tan explícito que yo era una especie de fugitivo, el guardia se quedó cerca de la puerta observándome desde lejos. Me fui a un rincón más apartado, cuando un hombre se acercó a mí.
—Buenas noches, nunca te había visto por aquí. Tú eres el...
Tendió la mano de forma educada, que por cierto era un hombre guapo.
—Evans, ¿y tú?
Le estreché la mano.
—Damion. ¿Te apetece subir conmigo? Quiero enseñarte algo.
—¿Cómo?
Me quedé sorprendido, porque realmente no tenía ni idea de qué sería. Y que uno de los integrantes de la fiesta de alta alcurnia me llamara así.
—Vamos, es una sorpresa.
Por un lado, acabé aceptando, sería de gran ayuda para mi huida. Miré a mi alrededor y Ricardo estaba muy concentrado hablando con un hombre mayor, podría ir rápido y en un chasquido de dedos largarme de aquí.
Acompañé al elegante hombre a subir las escaleras hasta el piso de arriba de la casa, se dirigía a una habitación. Dependiendo de la altura de la ventana, podría saltar. Quién sabe, incluso él podría ayudarme.
Al entrar, me dejó espacio para que entrara yo primero, el ambiente de la habitación era silencioso, solo se oía el ruido de la llave en la cerradura de la puerta. Este tipo nos ha encerrado aquí.
—Y bien, ¿dónde está la sorpresa?
Me giré hacia él, cuando tenía las manos en la cremallera del pantalón. Ni hablar.
—La sorpresa está justo delante de ti.
¡No! Lo único que pensaba mi cerebro.
—¿Qué quieres decir con eso?
Empecé a asustarme. Su rostro amable de hacía unos segundos se había vuelto totalmente perverso.
—Obvio, ven a chupármela. Te garantizo que no te arrepentirás, cariño.
—¡¿Estás loco?! —Me apoyo en la pared cuando no tengo a dónde ir— ¡No voy a hacer eso, ahora déjame ir!
—¿Qué pasa, te gustó y me seguiste cuando te llamé? ¿Ahora te estás haciendo el difícil?
Camina lentamente hacia mí, asustándome cada vez más.
—¡Para, voy a gritar!
—Grita, la habitación está insonorizada. Todos están abajo, nadie te oirá. Ahora ven aquí.
—¡Fuera de aquí, desgraciado!
En el instante en que me agarró del brazo, sentí que mi cuerpo temblaba, era una sensación peor que cuando me atrapó Ricardo. Si no conseguía hacer algo, este tipo abusaría de mí.
Intenté que me soltara dándole puñetazos y empujándolo, pero era más fuerte que yo. Me tiró al suelo y me puso boca abajo, este hijo de puta se sentó encima de mis piernas inmovilizándome contra el suelo.
Odiaba esto, todo mi trauma volvió de golpe. Mi cuerpo temblaba, entré en shock cuando empezó a lamer mi cuello y a bajarme los pantalones junto con la ropa interior. Cuando sentí su polla rozar mi trasero, escuché la voz de Ricardo.
—¡Evans, sal de ahí ahora mismo, sé que estás ahí dentro!
Su voz era seria y áspera. Nunca pensé en recurrir a este método, pero le pedí ayuda a gritos.
La puerta se abrió de golpe con un fuerte estruendo, cuando se topó con la escena, mis ojos ya húmedos por no poder contener el llanto, se tapó la cara y se pasó una mano por el pelo con rabia.
—No puedo quitarte los ojos de encima ni un minuto sin que ya estés haciendo algo para estresarme.
—Ricardo, no es lo que piensas, fue totalmente consentido, ¿verdad, princesa?
El odio de este tipo me hizo doler la cabeza.
—Mentira, estabas a punto de violarme, desgraciado.
Ricardo tenía cara de asesino.
—Quítate de encima de él ahora mismo.
—Pero...
—¡No te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando, joder! Antes de que pierda aún más lo que me queda de paciencia.
Fue un alivio que llegara a tiempo, no sé qué habría sido de mí. Tengo tanto miedo que no puedo pensar en nada más.
—Ricardo, no puedes impedirme nada, soy el hijo mayor de tu aliado. Puedo ponerte en un buen aprieto.
Ricardo lo agarró por el cuello y lo estampó contra la pared.
—Muere intentándolo, quienquiera que seas, Damion, no obligues a la gente a hacer algo que no quiere. Invéntate eso de nuevo y de la muerte no escapas.
Ricardo hizo una seña al hombre que era mi vigilante.
—Si esto vuelve a pasar, ya sabes lo que va a pasar. Ahora llévate a Evans, cuando lleguéis allí, enciérralo en la habitación. No sé qué haré si lo veo delante de mí.
Su fría mirada se clavó en mí, como si yo tuviera la culpa cuando fue este animal de Damion el que lo planeó todo.
Me subí los pantalones y acompañé al hombre. Pasara lo que pasara, solo quería estar en un lugar y sentir que nadie con malas intenciones viniera a meterse conmigo.