Yohei huye de su país y del aplastante peso de su familia, sin saber que allí encontraría a alguien a quien amar, pero aquello de lo que escapa lo terminará encontrando.
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capítulo 4
Yohei
Después de clases, esperé a que llegara Reece y me acompañara a comprar las cosas que necesitaba, incluida la ropa de cama, pero pasó lentamente el tiempo y no apareció. Cuando empezó a caer la noche, finalmente me rendí y asumí que olvidó por completo su compromiso conmigo.
Durante la tarde pude ir a una tienda, del mismo modo en que llegué a la universidad, utilizado la información disponible en internet, pero no lo hice porque aún esperaba que llegara y porque no me siento lo suficientemente cómodo en este país, como para vagar libremente.
Por eso, en la noche debido al frío, tuve que tomar prestada la cama de Reece nuevamente.
Tengo el sueño ligero, así que escuché cuando llegó, pero no estaba de humor para hablar con él, después de haberme dejado esperando. Pensé que al verme dormido en su cama iría a casa de su novia, como el día anterior, pero me sorprendió cuando se acostó a mi lado.
Nunca he dormido con alguien, así que estaba nervioso, pero él no tuvo ese problema y no demoró mucho más que un minuto en dormirse.
Descarado.
Reece se fue a dormir como si no le importara mi presencia, por el contrario, estuve despierto un buen rato antes de dormirme, consciente de cada pequeño movimiento que hacía.
La siguiente vez que desperté, fue cuando me abrazó y empezó a acariciarme.
Pensé que podría estar despierto, así que aunque se sentían bien sus caricias, llamé su nombre para que dejara de hacerlo. Él no respondió para nada, así que terminé de comprobar que estaba dormido.
Lo siguiente que supe es que se estaba presionando contra mi trasero y podía sentir todo de él.
Es grande… Es lo que pensaba. Sabía que debía llamarlo más fuerte o moverlo para despertarlo, alejarme, algo, pero el placer que sentía en ese momento, me tenía mordiendo mi labio inferior para evitar soltar un gemido.
Tenía miedo de que el bajara su mano y descubriera lo excitado que estaba, pero en su lugar, la subió a mi pecho y se paralizó.
Despertó… Lo sabía con certeza y casi quise rogar para que siguiera, pero contrariamente a lo que pensé que haría, él continuó frotando su miembro y enterrándolo con fuerza entre mis nalgas.
Reece se acercó aún más y siento su respiración agitada contra mí y es casi demasiado.
Toda mi fuerza de voluntad está en mantenerme quieto y en silencio, pero cuando roza mi pezón, la estimulación es excesiva. Tiemblo y me corro lo más tranquilamente que puedo.
Cuando recupero la conciencia, Reece está congelado y temo haber hecho un sonido. Mi garganta se cierra, al pensar en que fui descubierto y que pensará que soy asqueroso. Pero me recuerdo que no era el único que hacía algo que no debía.
Reece se levanta y se va hacia el baño y luego de que él se va, por fin puedo levantarme y quitarme mi ropa interior mojada.
Durante el día, intento no pensar en lo que sucedió en la mañana y afortunadamente no lo veo, hasta que regreso a mi habitación. Allí está él y al verme pone las manos juntas.
-Lo lamento, en serio- dice -olvidé por completo que debía acompañarte ayer.
-Está bien- respondo, aliviado de que no hable de lo de esta mañana.
Luego de eso, fui de compras con él y fue entretenido y curioso la variedad de cosas que podías encontrar en cada tienda, algunas cosas que nunca había probado o visto. Además, compramos lo necesario para mi cama, ropa de invierno, materiales para la universidad y algunas cosas más.
Afortunadamente Reece era fuerte y pudimos llegar con todas esas bolsas a la residencia.
Ninguno habló nunca de lo que sucedió mientras dormíamos juntos y así pasaron un par de semanas.
Para ese momento, ya podía moverme perfectamente en la universidad y conocía a algunos compañeros lo suficientemente para hacer pequeñas charlas.
Lo que no cambió para nada, sin embargo, era esa manía de abrazar de Reece y tocar demasiado, lo que seguramente hacía inconscientemente, pero aunque ahora ya estaba más habituado, no dejaba de parecerme extraño a veces.
Por supuesto, traté de que no me afectará y nunca confundir que Reece no era más que un amigo y compañero de cuarto y no un objetivo amoroso. Aunque no era demasiado difícil, ya que siempre estaba la sombra de su novia y en esas dos semanas, nuevamente se quedó fuera por la noche para verla.
Por mi parte, todo estuvo bien hasta que decidí que era una buena idea ir a una fiesta gay, que promocionaban en internet y que no estaba demasiado lejos de la universidad. Porque aún no podía olvidar que necesito experimentar y decidir que quiero hacer con mi vida, mientras esté aquí.
Al principio, parecía un lugar donde diferentes hombres conversaban en la suave música y luz tenue, pero conforme pasó la hora y estando parado en una esquina, sin saber cómo acercarme a alguien y entablar conversación, la situación se puso un poco turbia.
La ropa cada vez era más escasa por aquí y por allá y empecé a ver personas demasiado cerca como para decir lo que estaban haciendo.
Creo que fue una mala idea venir. Pienso, después de ver a personas con ropas raras empezar un show en una tarima.
Tomo rumbo a la salida, porque ahora me siento mucho más incómodo de lo que estaba antes, pero mi paso es cerrado por alguien.
-Cariño, no me digas que ya te vas- dice un tipo grande, con pelo largo y que lleva un vestido, pero que tiene una barba prominente. -Eres lindo ¿Quieres experimentar la parte de atrás de la fiesta? Es mucho mejor que esta, si sabes lo que quiero decir.
-No, gracias. Ya me voy- digo, dando un paso atrás.
No sé lo que quiere decir y no quiero descubrirlo tampoco.
-No, no. No puedo dejar que alguien tan exótico como tú se vaya sin más. Al menos permíteme probarte un poco- dice acercándose y tratando de tomar mi brazo.
Lo esquivo y vuelvo a retroceder.
-No quiero- le digo, asustado ahora. Él cambia su mirada a una de molestia y aprieta con fuerza el vaso de licor que tiene en una de sus manos.
-Si no te gusto, puedo llamar a un amigo…
No espero a que termine de hablar y corro hacia donde dice baños, ya que la salida no es una opción. Allí me encierro en el primero que encuentro disponible y tomo mi teléfono.
-¿Sí?- pregunta Reece.
-Ayúdame- pido en voz baja, cuando escucho a alguien preguntar por un chico con ojos rasgados.
-¿Yohei?- pregunta, después de un momento, como si hubiera contestado sin ver quién era. -¿Qué sucede? ¿Dónde estás?
Le doy la dirección y le digo que estoy encerrado en el baño, porque alguien quiere atacarme.
-Voy para allá. No salgas hasta que yo llegue- dice jadeando. -Mejor aún, quédate en el teléfono.
-Sí… Date prisa, por favor- le pido, asustado como nunca antes. Este lugar es muy diferentes a las fiestas y a las personas que se encuentran en Japón, tanto que no quiero estar ni siquiera un segundo más en este lugar.
¿Por qué tuviste que venir en primer lugar?
Pensé que sería como cuando me encontré con ese hombre en Japón. Ir a un lugar agradable, conversar con un tipo medianamente atractivo y luego ir a un hotel de mutuo acuerdo.
Iluso.
Reece no dice nada, pero escucho cuando toma un taxi y le da la dirección al conductor, pidiendo ir rápido.
Una lágrima solitaria cae por mi cara, porque si antes me sentía solo, no es ni siquiera cerca de lo solo que me siento ahora. Si no fuera por Reece...