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EL LEGADO DE HELENA

EL LEGADO DE HELENA

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Secretos de la alta sociedad / Policial / Escena del crimen / Casos sin resolver
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: maite lucía

En una ciudad donde las apariencias son engañosas, Helena era la mujer perfecta: empresaria y una fiscal exitosa, amiga leal y esposa ejemplar. Pero su trágica muerte despierta un torbellino de secretos ocultos y traiciones. Cuando la policía inicia la investigación, se revela que Helena no era quien decía ser. Bajo su sonrisa impecable, ocultaba amores prohibidos, enemistades en cada esquina y un oscuro plan para desmantelar la empresa familiar de su esposo,o eso parecía.

A medida que el círculo de sospechosos y los investigadores comienzan a armar piezas clave en un juego de intrigas donde las lealtades son puestas a prueba

En un mundo donde nadie dice toda la verdad y todos tienen algo que ocultar, todo lo que parecía una investigación de un asesinato termina desatando una ola de secretos bien guardado que va descubriendo poco a poco.Descubrir quién mató a Helena podría ser más difícil de lo que pensaban.

NovelToon tiene autorización de maite lucía para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 11: Secretos del Pasado

La tarde caía lentamente sobre la ciudad cuando Montero regresó al hospital. Las calles bullían con una energía inusual; la caída de Solano dominaba cada conversación, cada titular, cada noticiero. En los quioscos, su rostro aparecía en todas las portadas, acompañado de titulares sensacionalistas que proclamaban el fin de una era de corrupción.

Si tan solo fuera tan simple, pensó Montero mientras atravesaba las puertas automáticas del centro médico.

Clara había sido trasladada a una habitación privada, custodiada por dos oficiales que Velasco había asignado personalmente. Cuando entró, la encontró semi-incorporada en la cama, notablemente más lúcida que durante su visita anterior.

—Tienes mejor aspecto —comentó él, dejando un pequeño ramo de flores sobre la mesita auxiliar.

—Las apariencias engañan —respondió ella con una débil sonrisa—. Pero sobreviviré.

Montero tomó asiento junto a la cama. Por un momento, ninguno habló, como si ambos necesitaran ese breve silencio para reorganizar sus pensamientos después del caos de las últimas horas.

—Mencionaste el Protocolo Alejandría —dijo finalmente Montero—. ¿Qué sabes exactamente?

Clara respiró hondo, un gesto que evidentemente le causó dolor.

—Helena nunca me habló directamente de ello —comenzó—. Sabía que cuanto menos supiera yo, más segura estaría. Pero la noche antes de... —su voz se quebró momentáneamente—, antes de que la asesinaran, vino a mi apartamento. Estaba nerviosa, algo que rara vez ocurría con ella.

Montero asintió, recordando la legendaria serenidad de Helena Valverde incluso en las situaciones más tensas.

—Me entregó una llave —continuó Clara—. Me dijo que si alguna vez le pasaba algo, debía guardarla hasta que fuera absolutamente necesario utilizarla. "Es la clave de todo", fueron sus palabras exactas.

—¿Una llave? ¿De una caja de seguridad?

Clara negó con la cabeza y, con un esfuerzo visible, se inclinó hacia la mesita de noche. De un pequeño neceser extrajo una cadena con una llave antigua, ornamentada y sorprendentemente pequeña.

—No sé qué abre exactamente, pero conociendo a Helena, debe ser algo importante y discreto.

Montero observó la llave con atención. No parecía corresponder a ninguna caja de seguridad moderna, sino más bien a un mueble antiguo o quizás un archivo personal.

—¿Alguna idea de dónde podría utilizarse?

Clara guardó silencio un momento, como si dudara.

—Helena tenía una casa en las afueras, en el Valle de los Cipreses. Pocos conocían su existencia. Era su refugio, donde guardaba sus investigaciones más importantes —explicó—. Nunca me llevó allí, pero me habló de ese lugar como su verdadero hogar.

—¿Por qué no lo mencionaste antes?

—Porque prometí no hacerlo salvo en caso de emergencia absoluta —respondió ella, sosteniendo su mirada—. Y porque tenía miedo. La Hidra tiene ojos en todas partes; mencionar ese lugar era exponerlo.

Montero comprendió. El instinto de protección, la promesa a una hermana fallecida... motivos suficientes para mantener ese secreto.

—Necesito la dirección —dijo suavemente.

Clara asintió y escribió unas indicaciones en una pequeña libreta. Cuando se la entregó a Montero, retuvo su mano por un instante.

—Ten cuidado. Si Helena ocultó algo allí, debe ser extraordinariamente valioso... y peligroso.

Al salir del hospital, Montero llamó a Velasco y le informó de su próximo destino, omitiendo detalles específicos por teléfono. La comisaria acordó mantener la vigilancia sobre Clara y Roberto mientras él investigaba esta nueva pista.

El Valle de los Cipreses resultó ser un área rural a una hora de la ciudad, un enclave tranquilo donde antiguas casas de campo se alternaban con modernos chalets de fin de semana. La propiedad de Helena, según las indicaciones de Clara, se encontraba al final de un camino sin asfaltar, parcialmente oculta entre vegetación.

A medida que conducía por el serpenteante sendero, Montero sintió una extraña sensación de déjà vu, como si ya hubiera estado allí antes. La casa finalmente apareció ante él: una construcción de piedra de dos plantas, sencilla pero elegante, con un amplio porche y ventanas enrejadas.

Estacionó y permaneció unos minutos observando los alrededores, comprobando cualquier señal de vigilancia o intrusión reciente. El lugar parecía intacto, como si el tiempo se hubiera detenido desde la última visita de Helena.

Con la llave en mano, Montero se acercó a la puerta principal. Pero pronto comprendió que aquella pequeña llave ornamentada no correspondía a ninguna cerradura visible de la casa. Tras probar suerte en varias puertas y cajones, decidió explorar sistemáticamente el interior.

La casa revelaba mucho sobre Helena Valverde. Estanterías repletas de libros sobre derecho, filosofía e historia cubrían las paredes. Un escritorio meticulosamente organizado dominaba el estudio. Fotografías enmarcadas mostraban momentos de su vida: su graduación, viajes a países exóticos, imágenes con Clara cuando era niña.

Y entonces, en un rincón del dormitorio principal, Montero la encontró: una fotografía que nunca hubiera esperado ver. Helena y él mismo, diez años atrás, sonriendo a la cámara durante un congreso de derecho penal en la capital. Su primer encuentro profesional, mucho antes de que sus caminos se cruzaran definitivamente en aquel caso que cambiaría sus vidas.

Junto a la fotografía había un pequeño diario de tapas de cuero. Montero dudó un instante antes de abrirlo, sintiendo que violaba la intimidad de Helena. Pero la urgencia de encontrar el Protocolo Alejandría superaba cualquier escrúpulo.

Las primeras páginas contenían reflexiones cotidianas, apuntes sobre casos en curso, pensamientos sueltos. Pero a medida que avanzaba en la lectura, comenzó a encontrar referencias a Montero o eso parecía, primero profesionales, luego cada vez más personales:

"M. presentó hoy un argumento brillante ante el juez Ramírez. Su capacidad para conectar detalles aparentemente inconexos me fascina. Si tan solo pudiera compartir con él mis sospechas sobre La Hidra..."

"Cena con M. después del cierre del caso Domínguez. Por un momento sentí que podía confiar plenamente en él. Pero no puedo arriesgar otra vida en esta batalla. Ya es suficiente con que la mía esté en juego."

"A veces me pregunto cómo sería una vida normal, lejos de conspiraciones y amenazas. Una vida donde pudiera permitirme sentir lo que empiezo a sentir por M."

Montero cerró el diario, abrumado. Nunca había sospechado que Helena albergara sentimientos hacia él. Siempre la había visto como una colega brillante, respetada, quizás una amiga en potencia... pero las circunstancias nunca habían permitido explorar nada más.

Se obligó a volver a la tarea que lo había llevado allí. Si no era la casa, ¿qué abría aquella peculiar llave? Recorrió nuevamente las habitaciones, esta vez con mayor atención a los detalles.

En el estudio, un cuadro llamó su atención: una reproducción de la antigua Biblioteca de Alejandría. El nombre no podía ser coincidencia.

Al examinarlo más de cerca, notó una pequeña cerradura disimulada en el marco.

La llave encajó perfectamente. Al girarla, el cuadro se deslizó silenciosamente, revelando una caja fuerte empotrada en la pared. Dentro había un único objeto: un disco duro externo, etiquetado simplemente como "Alejandría" con la elegante caligrafía de Helena.

Montero extrajo el dispositivo con cuidado reverencial. Tenía en sus manos lo que probablemente había costado la vida a Helena, la información por la que Roberto había sido torturado, el secreto que podría desmantelar por completo a La Hidra.

Su teléfono vibró con un mensaje de Velasco: "Situación crítica. La residencia del juez Márquez ha sido atacada. El juez ha desaparecido. Necesitamos hablar AHORA."

Mientras guardaba cuidadosamente el disco duro en su chaqueta, Montero notó movimiento en el exterior de la casa. Una sombra fugaz entre los árboles, demasiado grande para ser un animal.

No estaba solo.

Se movió sigilosamente hacia una ventana lateral. Un vehículo negro sin identificación estaba estacionado a unos cien metros, parcialmente oculto entre la vegetación. ¿Cómo lo habían seguido? ¿O acaso la casa de Helena ya estaba vigilada?

El crujido de una rama en el porche confirmó sus temores. Apagó todas las luces y extrajo su arma. Las salidas estaban potencialmente comprometidas. Necesitaba un plan alternativo.

En ese momento, recordó algo que había leído en el diario de Helena: "Finalicé las renovaciones del sótano. El acceso desde el armario de la cocina proporciona una vía de escape discreta hacia el arroyo. Espero no necesitarla nunca."

Montero se deslizó hasta la cocina, localizando el armario mencionado. Efectivamente, tras mover varios objetos, encontró una trampilla disimulada en el suelo.

Mientras escuchaba pasos acercándose a la puerta principal, descendió rápidamente por la estrecha escalera, cerrando la trampilla tras de sí.

Un túnel de hormigón se extendía unos veinte metros, culminando en una salida camuflada entre la vegetación cercana al arroyo que marcaba el límite de la propiedad.

Emergió cautelosamente entre los arbustos. A lo lejos podía ver luces moviéndose dentro de la casa. La Hidra había reaccionado con rapidez, lo que significaba que sus sospechas eran correctas: el Protocolo Alejandría era la clave de todo.

Montero se internó en el bosque, usando el arroyo para cubrir sus huellas. La noche había caído completamente, proporcionándole un manto de oscuridad protectora mientras se alejaba con su preciada carga.

El Protocolo Alejandría finalmente estaba en sus manos. Ahora comenzaba la verdadera batalla contra las sombras.

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Michica Omegavers
espero que le guste
Silvia Barreto
hermosa istoria
Fina
actualiza mija que esto es un enrredo total , elena amo a todo 🤣🤣🤣🤣
Michica Omegavers: Helena es casi inmortal más a delante lo vas a dar cuentas tal vez no hemos llegado allí todavía mi querida Helena era bisexual.espero que sea de su agrado Helena es una cajita de sorpresas 😃
Michica Omegavers: falta más jajaja
total 2 replies
Fina
no puedo con tanto , 🤣🤣🤣🤣
Michica Omegavers
muchas gracias 😊 voy a seguir subiendo más capítulos
Hector Figueroa
Está bien interesante esta historia del asesinato de Helena
Michica Omegavers
No lo puedo encontrar
Lee la mia/Smile/
Michica Omegavers: esta bien
total 1 replies
Es interesante
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