Si Fueras Mío
Yohei
Me gustan los hombres. Eso es lo que ha estado en mi mente en los últimos años y cuando logré reunir el valor suficiente para encontrar a alguien y probar que se siente estar con uno, fui descubierto.
No es que fuera alguien a quien amara o algún conocido, simplemente era un tipo desconocido que encontré en un bar, así que no sería más que una hora lo que estaría con él, si es que tenía suerte, puede que fuera mucho menos, pero estaba nervioso y emocionado a la vez.
Fuimos a una habitación de hotel y estábamos besándonos, cuando empezaron a tocar insistentemente la puerta.
Mi intuición inmediatamente me advirtió sobre abrir la puerta, pero el chico con el que estaba no tenía ese tipo de preocupaciones.
Él se levantó de la cama, dirigiéndose a la puerta. Me estiré y lo detuve, agarrando su brazo.
-No abras.
-No pasa nada, debe ser alguien que se equivocó de habitación- me responde él, antes de ir a la puerta y abrir. -¿Sí?
-Quítate- dice la voz de una mujer, una que conozco demasiado bien. Cierro los ojos y maldigo para mí mismo, sabiendo que estoy en grandes problemas.
-¡Yohei! ¿Qué se supone que significa esto? ¿Acaso quieres humillarme? ¿Quieres que sea despreciada aún más?- empieza mi madre y abro mis ojos. Quiero decirle que no todo se trata de ella, que esto es algo que no le incumbe, que ya tengo casi veinte años, pero nada de eso sale de mi boca, porque por sobre todo, estoy sintiendo vergüenza por haber sido descubierto con otro hombre.
-Lo siento madre, pero ¿puedes salir?, saldré en un minuto- le pido, viendo como nuestro chofer también está detrás de ella.
Así que él fue el que me delató. No me extraña.
-Y por qué querrías un minuto. Ese bastardo con el que estabas salió huyendo y afortunadamente no llegue demasiado tarde como para encontrarte sin ropa. Qué humillación, madre mía, si tus tíos se llegan a enterar… Vámonos ahora mismo, no quiero ni pensar que alguien pueda haberte visto entrar.
Ella se da la vuelta y sale del cuarto, me pongo rápidamente los zapatos y la sigo, sabiendo que si no lo hago, la haré enojar aún más.
La sigo en silencio, así como lo hace el chófer y ninguno habla mientras salimos del hotel y empezamos el camino a casa en el auto. De hecho ella ni siquiera me mira, mientras murmura sobre ser humillada por un hijo ingrato.
Intento tragar el nudo en mi pecho, mirando por la ventana y queriendo taparme los oídos, porque si ella piensa que está humillada, yo lo estoy mil veces más.
Si no fuera por ese complejo que tiene, me pregunto si sería un poco más comprensiva.
Soy mestizo, hijo de un japonés y una latina. Vivimos en mi país natal, Japón.
Puedo hablar Japonés y Español perfectamente , además de inglés, pero en lugar de ser una ventaja, ha sido una pesadilla toda mi vida.
Mi abuelo tiene un conglomerado exitoso y todos los hijos de él trabajan en las empresas, incluído mi padre. Todos también quieren heredar el conglomerado y la competencia entre los hermanos es feroz. Cada uno trata de demostrar que son la mejor elección y eso se traspasa a nosotros, los nietos.
Todos fuimos forzados a competir para no demostrar ninguna falla que pudiera afectar a nuestros padres. Es por eso que el que mi padre se haya enamorado y casado con una latina en su juventud, siempre ha sido utilizado como una debilidad en la carrera por ser el heredero. Mi calidad de mestizo, también ha sido utilizado en contra de nosotros. Es por eso que mi madre, una vez cariñosa y alegre, se convirtió en alguien estricta e infeliz. Sé que ella trata de que mis tíos y primos no tengan más munición en contra de nuestra familia y de mi padre, pero es duro cumplir siempre con sus altos estándares. Sobre todo cuando mis gustos son diferentes también.
Llegamos a casa y entramos.
-Ya tienes edad suficiente para salir y juntarte con hombres, así que también tienes la edad suficiente para casarte. Empezaré a buscarte una esposa de una buena familia mañana mismo- dice, mirándome aún muy enojada.
-No quiero casarme- dejo salir sin querer.
-No me importa lo que quieras. Hoy demostraste que no estás apto para tomar decisiones importantes, así que haz lo que te digo, si sabes que es lo que te conviene.
Ella se va hacia su oficina, diciendo la última palabra y yo voy a mi cuarto, sintiéndome devastado.
Casarme con una mujer, cuando ni siquiera siento nada de atracción por ellas.
Siento ganas de llorar, porque nada de lo que planeé resultó y lo único que obtuve fueron algunos besos.
Si me caso, nunca podré experimentar algo así otra vez…
A veces odio a mi padre y su ambición de ser el elegido para dirigir el conglomerado, porque es una carga demasiado pesada por cumplir.
Tomo mi teléfono y llamo a la única persona que puede detener a mi madre de casarme.
Mi abuelo contesta pronto y me saluda.
A diferencia de mis tíos y primos, a mi abuelo nunca le importó que yo fuera mestizo y siempre ha sido mi apoyo, sin que los demás se dieran cuenta.
-Abuelo, necesito ayuda- le digo sin esperar. Fue la primera persona a la que le dije que puede que me gustaran los hombres, porque quería que si alguien lo descubría, no lo utilizara en contra de mi padre y porque sabía que mi abuelo me escucharía. Él lo hizo, por supuesto. Me dijo que era mi deber descubrir lo que quería y deseaba hacer con mi vida y que él me apoyaría si eso significaba mi felicidad.
Esa calma propia de él, me dio la fuerza para intentar experimentar en esta ocasión, aunque no salió como pensé que saldría.
-Madre intentará casarme- digo y la desesperación se escucha en mi voz. -Abuelo, ayúdame- le suplico y por unos segundos se queda callado, seguramente analizando la situación.
-Tranquilo, tu abuelo te ayudará- responde y por fin puedo respirar un poco mejor y calmar mi pánico.
Dos semanas después estoy viajando a Estados Unidos, para un intercambio estudiantil de un año en una universidad allí.
No sé cómo lo consiguió tan rápido, pero los contactos y el dinero seguramente estuvieron involucrados.
Un año es todo lo que tengo, si no puedo descubrir lo que quiero en ese tiempo, tendré que casarme y seguir la voluntad de mi madre, esa es la promesa que le hice a mi abuelo.
La ayuda que puedo conseguir de mi abuelo es todo esto, porque si mis tíos y primos se enteran de que mi abuelo me favorece, empezarán a reclamar. Por ahora todos piensan que mi ida a Estados Unidos es un castigo y mi madre también lo cree, así que está más molesta aún.
Una vez que llego allí, reviso las instrucciones detalladas que me facilitó uno de los ayudantes de mi abuelo y gracias a que sé bien inglés, llego a la universidad sin demasiado problema. Allí me registro en la universidad y la residencia donde me quedaré.
Intentaron conseguirme una habitación en solitario, pero como ya ha pasado un mes desde que empezaron las clases, fue imposible. Así que cuando llego a la habitación número 26, me quedo viendo la puerta, esperando que mi compañero de cuarto sea agradable y podamos llevarnos bien.
-¿Qué estás haciendo? ¿No entraras?- pregunta una voz a mi espalda, demasiado cerca, tanto que logra asustarme.
Me doy la vuelta y veo a la persona que sonríe amistosamente y me sorprende lo atractivo y alto que es. Tan diferentes a mis conocidos en mi país. Mi corazón se salta un latido y el pensamiento de que quizá fue una mala idea venir, se instala.
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ғᴀᴛɪᴍᴀ⃝⃝🦋
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2024-12-15
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