Matteo Bushida Lombardi desde pequeño vio a sus padres amarse por sobre todas las cosas, y pensó que él había encontrado un amor igual, pero todo lo perdió por culpa de aquella noche.
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Veintitrés
El médico fue muy preciso al hablar con el mafioso, esa era la regla principal para no perder la vida mientras servías a la familia Lombardi y él llevaba años de experiencia con ellos.
Lola volvió a mirar a su jefe y este apretó los puños hasta volverlos blancos por la presión, algo como aquello no podía suceder dentro de su casa y menos si su hija estaba allí.
- ¿Qué debemos hacer ahora doctor?- se tomó la atribución de preguntar otra vez la mujer pues el joven parecía estar a punto de estallar.
- Si está de acuerdo voy a sacar un poco de sangre para analizarla y saber que droga usaron.- el médico miró al mafioso y este asintió- Después le pondré un suero para hidratarla y así rebajar la droga de su organismo, por suerte no hubo ninguna convulsión ni nada lo que indica que no fue mucha la cantidad que le dieron pues al parecer solamente querían que se durmiera y se ahogara para que quedara como lo que ustedes pensaron que era, un suicidio, que tenga la máscara puesta para ayudarla a respirar por veinticuatro horas aunque se despierte y diga que se siente bien, mañana vendré a verla de nuevo.
- Doctor, de más estará decirle que nadie puede saber ni una palabra de esto, ni siquiera mi madre.- le advirtió Matteo al médico.
- Lo sé señor Bushida, la discreción siempre ha sido importante entre nosotros- Matteo asintió sin acotar nada más- Si surge algo nuevo con respecto a su esposa no dude en llamarme aunque no creo que vaya a suceder nada, por favor cámbiela de cama, el colchón está mojado y no es bueno para ella esa humedad.- tomó un bolígrafo y una hoja de papel de su maletín y escribió algo- Señora Lola, por favor traiga dos de esto de la habitación de emergencias para ponérselo antes de irme, mientras yo voy sacando la sangre.
- Lola, cuando salgas dile a Paola que prepare mi habitación para llevarla para allá. - la mujer volvió a abrir los ojos como platos al escuchar la orden.- Aiko también dormirá con nosotros, por lo menos hasta que sepamos quién hizo esto, no quiero que estén en peligro.
El médico no dijo nada, ni siquiera preguntó quién era Aiko, la mujer salió sin decir ni una palabra y un momento después volvió con el medicamento que pidió el doctor, el hombre lo puso en la vena de la chica que ya estaba pinchada y lo dejó goteando.
- En dos horas aproximadamente cambie la botella vacía y cuando se vacíe la segunda puede retirar la aguja del brazo de la señora Bushida, usted sabe perfectamente como hacerlo.- le dijo a la mujer y esta asintió sin corregir la forma en que llamó a la chica- Ahora me retiro si no necesitan nada más.
- Hasta mañana doctor. - dijeron los dos a la vez y el hombre salió de la habitación, no necesitaba compañía para encontrar la puerta de la casa.
- ¿Qué comió hoy?- preguntó Matteo sin dejar de mirar a la chica que dormía con la máscara de oxígeno en la cara.
- Todo fue como siempre, solamente se tomó la leche y porque la obligué, ella no come nada y lo poco que come soy yo la que se lo da.
- Lo que quiere decir que la droga estaba en la leche.¿Viste si alguien la tocó?- Matteo sabía que si en una persona podía confiar en aquella casa era en Lola ella no era una sospechosa en potencia, de hecho nunca tuvo que preocuparse por la seguridad dentro de su hogar, ni cámaras tenía para que su intimidad no se viera afectada y nunca había tenido problemas con nada.
- No lo sé, yo preparé la bandeja igual que todos los días pero como era temprano la dejé sobre la mesa y me fui a hacer otras cosas, después regresé, calenté la leche en el microondas y se la subí.
- ¿El vaso?
- Dentro del friegaplatos.- Matteo se dio cuenta de que si había algo en él ya estaba perdido.
El hombre se mantuvo callado pensando mientras miraba a la chica dormir, al parecer no había forma de encontrar un culpable, no por el momento porque él tarde o temprano iba a descubrir todo.
- Vamos a dejar esto como lo que quisieron hacerlo parecer, un intento de suicidio, esa es la mejor forma de hacer que el que quiso matarla vuelva a intentarlo y podamos descubrirlo.
- Pero hay algo que no entiendo, en esta casa hasta el último guardia sabe que ella a ti no te interesa, entonces, ¿que buscaban?
- Señor- apareció Paola en la puerta de la habitación interrumpiendo la conversación y dejando aquel comentario al aire, pero no entró- Su habitación está lista.
- Gracias Paola. - le dijo y la chica desapareció. - Toma el respirador y el suero, vamos a llevarla.- no tenía intenciones de seguir con la respuesta a la pregunta de Lola y esa era su oportunidad de cambiar de tema.
- ¿No quieres que llame a un guardia para que la lleve?- la preguntó tocando una de sus manos para detenerlo.
- No, está casi desnuda, no voy a permitir que nadie la toque así. - le dijo con una voz territorial dejando a la mujer sin ninguna duda de que lo que ella y Paola habían hablado confidencialmente era verdad, Mia había llegado para quedarse y aunque lo sucedido pudo terminar en desgracia, ahora podría ser un nuevo desenlace.
Matteo tomó a la chica en sus brazos y caminó junto a Lola lo más acompasado posible por el pasillo hasta entrar en la otra habitación y ponerla sobre su cama.
- Trae algo de ropa de su habitación para que le quites esta que sigue mojada.- él mismo le acomodó el pelo sobre la almohada y Lola casi tiene un síncope al verlo- Te espero aquí y después voy a ver a Aiko.- le dijo cuando muy suavemente puso sobre la chica una de las sábanas y enseguida le dio la espalda como si temiera mirarla.
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