Emma Raducanu, es una joven que sufre un terrible trauma por culpa de su novio. Lo que la lleva a padecer un gran rechazo hacia los hombres.
Emma se prometió a ella misma, no volver a enamorarse, ni confiar nuevamente en un hombre otra vez.
¿Qué pasará cuando Emma conozca al jefe de su hermana?.
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Ven a conocer a mi hermana.
Madrid, España.
Saúl.
La empresa en la que hoy soy presidente, fue fundada por mi padre, ahora retirado. Siempre decía que una buena publicidad es lo que impulsa a las personas a comprar un producto. Así fue como conoció a mi madre, él era el encargado de hacer la publicidad de una boutique en la que mi madre era la imagen.
Decido ir a desayunar y como siempre, Olivia ya tiene mi desayuno listo. La verdad es que no sé que haría sin ella.
Me siento en el comedor para tomar mi desayuno, en lo que escucho el timbre y es mi madre quien viene a visitarme.
— ¡Hola mamá, buenos días!— la saludo.
— Niño antinatural — ella se queja, y yo me río.
—¡Mamá, por el amor de Dios, te vi el fin de semana!— respondo, todavía riéndome.
—¡Hijo, Te extraño!— dice ella en tono de queja.
—¡Yo también te amo!— respondo tratando de averiguar el motivo de su visita.
—Hijo mío, debes encontrar una hermosa esposa — y aquí vamos de nuevo con la misma historia.
—¡Madre, sabes que nunca me casaré!— le recuerdo, y creo que nunca amaré a nadie tampoco.
—Hijo mío, escucha lo que te voy a decir. No tardarás mucho y pronto conocerás a una buena persona, y seguro de que te enamorarás — dice mi madre,
mientras yo ruedo mis ojos.
—¡Madre, no fui hecho para el amor! — le confieso sintiendo por primera vez un gran vacío en mí.
—¡Tonterías hijo mío! Todo el mundo está hecho para amar, y tú también amarás a alguien algún día— mi madre lo dice con tanta convicción que casi le creo.
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Llegó al imponente edificio España, en donde está las oficinas de SG pubblicità, entró al ascensor y de pronto escucho un grito pidiéndome que sostenga la puerta. Como todo un caballero que soy, la sostengo. Pronto llega, prácticamente despeinada, mi secretaria.
—¡Oh! ¿No puedo creer que seas tú? — ataco contra ella.
—¿Quién te creías que era? ¿ La Blancanieves? — se burla.
—¡Wow! ¿Qué te pasa? — tengo que aprender a tratarla bien de lo contrario es muy probable que ponga veneno en mi café.
—¡Apenas dormí!— Se queja ella.
—¡Bueno puedo verlo en tu cara!— Bromeó, y recibo una mirada de muerte. Por mi bien me mantengo en silencio.
—¡No empieces, Saúl!— Dice arrugado su nariz.
—¿quieres decirme porque no dormiste?— pregunto.
— Mi hermana volvió a tener pesadillas — responde encogido sus hombros, como si fuera normal.
—¡vaya, debe haber pasar por algo realmente pesado!— digo.
—si, las cosas no fueron fáciles para ella! —
—Tu hermana debe haber visto una película de terror — bromeó, queriendo aligerar el estado de ánimo, que de repente se ha vuelto tenso.
—¡ese sería mi deseo!— Dice ella con tristeza y pesar.
—¿No quieres desirmelo—?
Justo cuando estaba a punto de contestar, las puertas del ascensor se abren y dejo que Emery salga primero. Ella va a la despensa y yo también.
Emery es muy tranquila y no quiero forzar que me diga la situación por la cual atraviesa su hermana recién llegada de Italia.
Y ahí estoy yo, viéndola preparar el café. Pronto la máquina libera un delicioso aroma, unos de mis favoritos.
—¡Quiero café, Emery!— Pregunto y ella salta.
—¡Dios mío, hombre, no me asustes así!— Dice enojada, poniendo su mano sobre su corazón.
—¡lo siento!— Me disculpo.
—No te preocupes — agradece y pronto me sirve una taza de café. De la nada ella dice.
—¡Saúl, mi hermana va a venir hoy a la empresa!—
—No hay problema — estoy de acuerdo en todo,no quiero que mi secretaria se moleste, aunque yo no tenga la culpa de que ella esté enojada o molesta.
—¡Que bien!— Esboza una sonrisa y me alivia que ahora esté más tranquila.
— Bueno, cambiemos de tema, hoy voy a dar un paseo por el departamento de edición y montaje ¿vienes conmigo?— Pregunto.
— No gracias, ya ha sido un montón de retraso y mi jefe, cuando aparezca, me va a dar el mayor regaño por mi demora — bromea, guiñando un ojo.
—¡Oh, él es bueno!— Respondo al chiste y ella se ríe...
Cuando me voy hacer la supervisión al departamento de edición y montaje. Suena mi teléfono celular. Respondo sin siquiera ver quién era.
—¿Hola?.
—¡Hola, mi amor, te extraño mucho!— Oigo la voz melosa de Sara.
—¿Qué quieres, Sara? — me arrepiento de contestar la llamada y me saco el celular de la oreja. Miro el número que llama activo y me doy cuenta de que estaba restringido. Oh, mi***a.
—¡No viniste a verme de nuevo!— Ella se queja.
— ¡Sara, hemos terminado!.
— ¡Mi amor, debes estar equivocado, solo tuvimos y una pequeña discusión!.
— Sara, ¿te has vuelto loca?.
— ¡claro que no!.
—¡ Pues a mi me parece que sí!.
— Saúl, ¿cómo puedes hablarle así a la madre de tu hijo!— Dice, ahora con voz de llanto.
—¿Qué hijo? ¡No estás jodidamente embarazada! — grito, perdiendo así la poca paciencia.
—¡Claro que lo estoy!— Grita.
—¡ Sara, necesitas que te traten, en serio!.
— Escucha lo que te voy a decir, si me entero que me estas engañando, voy a acabar con tu carrera — la perra loca me cuelga en la cara, y tiro mi celular sobre la mesa. Me colgué ya de que Emery está parada en la puerta de la oficina.
— ¿problemas? Sé qué estas estresado, pero necesitas hacer la supervisión del departamento.
—¡ Gracias, Emery!.
Y así fue mi día, que empezó con un desastre, resolviendo los pequeños incidentes y retrasos en la agencia. Las horas pasaron tan rápido, que cuando vuelvo a mi oficina me encuentro a una hermosa jovencita castaña, y mi amigo decide dar señales de vida. Y pensé que ya no estaría erecta después de la locura de Sara, creo que estaba mal.
—¡ Saúl, ven a conocer a mi hermana!.
Su hermana se da vuelta, y en ese momento supe que estaba en problemas: me acabo de enamorar de la hermana de Emery, y de una cosa estoy seguro: ¡Pronto será mía!.