Grettel es una mujer pobre, que se enamora de un hombre rico, al que conoció desde niños.
Ese amor desencadena una serie de maltratos, odio y situaciones en las que de pronto te obligan a decir, ¡ella o yo, tienes qué decidir!
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La "gata" sacó las uñas
La amistad entre Axel y Grettel seguía adelante. Grettel mostraba con orgullo que ya sabía leer y escribir. Axel le tenía toda la paciencia del mundo. Era muy bueno con ella.
Los padres de Axel no estaban conformes con esa amistad. Y hacían hasta lo imposible para que esa amistad terminara.
Entiende Axel, esa pordiosera no está a nuestra altura. Por última vez, ya no quiero que la veas más.
Papá, Grettel es buena niña, ella no tiene la culpa de ser pobre. Además, está tratando de salir adelante. Por favor, no me prohíbas su amistad.
Aquí se hace lo que yo diga, y no me obligues a prohibirte que salgas.
Tu padre tiene razón, Axel, medió Josefina, esa amistad con la pordiosera no te traerá nada bueno.
Bueno, ya basta, vete a tu cuarto, y donde te vea con esa niña te irá mal.
Axel ya no dijo nada, sabía que no podía desobedecer a sus padres. Pero ya vería cómo hacerle. No pensaba dejar de ver nunca a Grettel.
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Romina invitó a Grettel a comer a su casa.
Mi tía fue a cantar y me dijo que te podía invitar a comer, ella misma nos preparó la comida y se fue.
¡Mmm qué rico!, felicita a tu tía. Está exquisita esta comida.
Pues atáscate, amiguita, ahora que hay.
Ambas niñas comieron hasta hartarse.
Después de eso se pusieron a ver televisión, en esa vecindad era un lujo que no todos podían darse.
Grettel, a sus 8 años no había podido disfrutar de su infancia. Martha la trataba muy mal y la obligaba a trabajar, o de lo contrario no le daba de comer. A decir verdad casi no comía en todo el día.
Desde que conoció a Romina, ahora sí comía tranquilamente. Pues de perdido, más días.
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Ana Luisa fue a visitar a Grettel a casa de Martha, llevó a su hijo Ulises.
Buen día, doña Martha. ¿Dónde está Grettel?
Ay, esa niña hace lo que quiere. No ha regresado de la calle.
Doña Martha, ¿por qué la niña no está estudiando?, le preguntó Ana Luisa de manera casual no quería entrometerse mucho en su vida.
Con todo respeto, señora Ana Luisa, esas son cosas privadas y a usted no le interesa.
Perdón, fue solamente una pregunta, no se exalte.
Bueno, vendré en otro momento, yo solamente venía a traerle este pequeño pastel a la niña, se lo daré en cuanto la vea, adiós.
Espere, doña, no quería hablarle así, pase y siéntese.
No, vendremos en otro día, vámonos, hijo.
Ana Luisa salió de ahí indignada, no entendía por qué Martha no quería mandar a la niña a la escuela.
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Cuando Ana Luisa iba a su casa de renta se encontró a las dos niñas saliendo de la casa de Romina.
¿Hola, cómo están?, preguntó Ana Luisa.
Hola, señora Ana Luisa, acabamos de comer, ¿verdad que sí, Romina?
Sí, nomás nos faltó el postre. Jajaja.
Ah, pues precisamente fui a visitarte, Grettel. Mira, te traje este pastel, si quieres vamos a mi casa para que comamos todos, ¿te parece?
Sí, gracias, doña Ana Luisa. Hola, Ulises.
Hola, Grettel yo le insistí a mi mamá para que te regalara el pastel.
Pues gracias a ti también.
Ay mijo, ya me arruinaste la sorpresa.
Todos rieron de buena gana.
Por ese día Grettel fue muy feliz.
Bueno, me voy a mi casa, no vaya a ser que la señora Martha esté enojada.
Enojada es poco, está furiosa porque no has regresado. Jajaja. Dijo Ana Luisa, divertida.
No me diga eso, doña Ana Luisa, capaz que me da una indigestión por el susto.
Nuevamente, todos se agarraron a reír.
Grettel, aunque nos acabamos de conocer espero que me consideres tu amigo, Ulises le dio la mano era todo un hombrecito muy educado.
Gracias, Ulises. Y claro que sí, ya eres mi amigo.
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Cuando llegó a su casa, Martha estaba muy enojada.
Miren a la reina de esta casa, ¿acaso te estás creyendo que esta casa es un hotel y puedes llegar a la hora que te da tu gana, maldita escuincla?
Doña Martha, no se enoje estaba comiendo con Romina.
Mira la hora, ¿vendiste todas las empanadas?
Sí, doña Martha, aquí está su mugroso dinero.
Y diciendo eso, Grettel le puso el dinero en la mesa y se fue a su "disque cuarto".
Doña Martha tomó el dinero, complacida.
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Varios días después.
Axel, ¿por qué no habías venido a buscarme?, Grettel se sentía un poco triste.
Discúlpame Grettel, me la he visto muy difícil con mis padres, no me dejan verte.
¿Y eso por qué?
Cosas de adultos, no les entiendo, que las clases y que no sé qué.
Ellos no me quieren porque soy pobre. En cambio, tú tienes el dinero a manos llenas.
Yo no, mis padres son los del dinero. Pero sabes bien que a mí no me interesa ningún dinero. La única que me interesa eres tú, como amigos, claro está.
Por supuesto Axel, tú y yo siempre seremos amigos.
¿Terminaste la tarea que te encargué?
Sí, Axel, he aprendido muchas cosas gracias a ti.
Bueno, también es por el esfuerzo que tú has hecho.
Rafael siguió a Axel hasta ese lugar.
Vaya, vaya, de manera que te gusta mucho desobedecer a nuestros padres. Hola, Grettel.
Rafael, ¿por qué me sigues siempre?, ¿por qué eres como una sombra?, dijo Axel muy molesto.
Nuestros padres te prohibieron que volvieras a ver a esta niña. ¿Por qué no haces caso?
Esta niña se llama Grettel, fue la respuesta de Axel.
Rafael, ¿por qué eres tan metiche?, ¿a ti qué te importa si nos vemos o no?, dijo Grettel.
Miren a la "gata", ya sacó las uñas.
Te prohíbo que le digas así a Grettel, vamos a la casa inmediatamente.
Gracias por defenderme, Axel. Pero no te preocupes, yo me defiendo sola.
Y uniendo la palabra a la acción se abalanzó sobre Rafael dándole algunos golpes.
Axel trató de detenerla, pero ella era muy fuerte.
Rafael logró zafarse de la niña y se fue corriendo, esto lo sabrá nuestro padre vas a ver Axel.
Sí, ándale, ve con el chisme y si quieres más me avisas. Aquí voy a estar, estúpido.
Nos vemos después, Grettel; Axel se fue corriendo detrás de Rafael.
En el fondo sentía mucho gusto que Grettel le haya pegado, era un chismoso.