La princesa imperial Calypso Aziel Zandell Leroy toma el trono después de la muerte de su padre, aún ella siendo la segunda en la línea de sucesión dado que su hermana la primera princesa imperial Cataleya no quiso regresar al imperio después del accidente...
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Capítulo 20 La Propuesta Inesperada
La cena de estado continuaba con gran pompa y circunstancia. Calypso y Arslan habían impresionado a los invitados con su elegancia y cortesía. Sin embargo, la emperatriz no estaba preparada para lo que estaba por venir.
Lord Thomas, un noble respetado y consejero de la emperatriz, se levantó de su asiento y se dirigió hacia Calypso.
—Emperatriz, con su permiso —dijo, inclinando la cabeza—. Me gustaría hablar sobre un asunto importante.
Calypso asintió.
—Por favor, lord Thomas —dijo—. ¿De qué se trata?
Lord Thomas se aclaró la garganta.
—Emperatriz, como usted sabe, su posición requiere estabilidad y seguridad. Y una forma de asegurar eso es mediante un matrimonio estratégico.
Calypso se sorprendió.
—¿Un matrimonio? —repitió.
Lord Thomas asintió.
—Sí, emperatriz. Un matrimonio con un noble o príncipe de una familia respetada podría fortalecer su posición y asegurar la estabilidad del reino.
Calypso se sintió incómoda. No había considerado la posibilidad de casarse.
—No sé, lord Thomas —dijo—. No había pensado en eso.
Lord Thomas sonrió.
—Entiendo, emperatriz. Pero es algo que debe considerar. Su padre, el emperador anterior, siempre deseó que ustedes se casaran y tuvieran hijos para asegurar la línea sucesoria.
Calypso se sintió presionada. Sabía que lord Thomas tenía razón, pero no estaba segura de estar lista para tomar una decisión tan importante.
—Lo pensaré, lord Thomas —dijo finalmente—. Gracias por su consejo.
Lord Thomas se inclinó.
—A su servicio, emperatriz —dijo.
Calypso se sintió confundida y preocupada. ¿Estaba lista para casarse y tener hijos? ¿Qué significaría eso para su futuro y su reino?
Después de la conversación con lord Thomas, Calypso se sintió abrumada por sus pensamientos. No se dio cuenta de que Arslan había escuchado la conversación y se había alejado, preocupado.
Calypso buscó a su hermano y lo encontró en un rincón de la sala, con los ojos llenos de lágrimas.
—Arslan, ¿qué pasa? —preguntó Calypso, arrodillándose junto a él.
Arslan miró hacia arriba, con una expresión de miedo.
—¿Tú te vas a casar y tener hijos? —preguntó, con voz temblorosa.
Calypso se sorprendió.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó.
Arslan se encogió de hombros.
—Escuché a lord Thomas. ¿Te vas a olvidar de mí?
Calypso se sintió conmovida por la inocencia y vulnerabilidad de su hermano.
—No, Arslan —dijo, abrazándolo—. Nunca me olvidaré de ti. Eres mi hermano y siempre te querré.
Arslan se aferró a Calypso.
—¿Y si tienes hijos? —preguntó—. ¿No me querrás más a mí?
Calypso sonrió.
—Arslan, el amor no se divide, se multiplica —dijo—. Si tengo hijos, los querré mucho, pero no significa que te quiera menos a ti.
Arslan pareció tranquilizarse un poco.
—¿Prometes no olvidarte de mí? —preguntó.
Calypso sonrió.
—Te prometo, Arslan. Siempre serás mi hermano y siempre te querré.
Arslan se abrazó a Calypso, sintiendo un poco más de tranquilidad. Pero la idea de que su hermana se casara y tuviera hijos todavía lo preocupaba.
Calypso notó que Arslan aún estaba preocupado, a pesar de su promesa. Decidió cambiar de tema y hacer algo que siempre funcionaba para alegrar a su hermano.
—Arslan, ¿quieres ir a buscar postres? —preguntó, sonriendo.
Arslan se iluminó.
—¡Sí! —exclamó.
Calypso se levantó y tomó la mano de Arslan, llevándolo hacia la mesa de postres. La variedad de dulces y pasteles era impresionante.
—¿Qué te parece si elegimos algunos juntos? —sugirió Calypso.
Arslan se emocionó, examinando cada opción con cuidado.
—¿Puedo tener el pastel de chocolate? —preguntó.
Calypso sonrió.
—Por supuesto —dijo.
Calypso y Arslan eligieron varios postres y se sentaron en una mesa apartada para disfrutarlos. Mientras comían, Calypso habló sobre temas divertidos, como los juegos que solían jugar en el jardín y las historias de aventuras que Arslan amaba.
Arslan se rió y olvidó temporalmente sus preocupaciones. Calypso se alegró de ver a su hermano feliz.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Calypso.
Arslan asintió, con la boca llena de pastel.
—Sí —dijo—. Gracias, Calypso.
Calypso sonrió.
—Siempre estaré aquí para ti, Arslan —dijo—. No importa lo que pase.
Arslan se abrazó a Calypso, sintiendo que su hermana siempre estaría a su lado. Por un momento, olvidó sus miedos y se sintió seguro y amado.
La cena había terminado y la noche había caído sobre el palacio. Calypso miró a Arslan, que había sucumbido al sueño en su silla. Sonrió y se levantó para cargarlo en brazos.
—Vamos a acostarte, pequeño —susurró.
Calypso llevó a Arslan a su habitación, donde las doncellas ya estaban esperando. Les pidió que lo cambiaran y lo prepararan para dormir.
—Por favor, asegúrense de que esté cómodo —dijo Calypso.
Las doncellas sonrieron y tomaron a Arslan de los brazos de Calypso. Lo llevaron a la cama y comenzaron a cambiarlo, mientras Calypso los observaba.
—¿Necesita algo especial para dormir? —preguntó una de las doncellas.
Calypso pensó por un momento.
—Sí, su osito de peluche —dijo—. Está en mi habitación.
La doncella asintió y fue a buscar el osito. Arslan se movió un poco mientras lo cambiaban, pero no se despertó.
Cuando estuvo listo, Calypso se sentó en la cama junto a él y le acarició el cabello.
—Duerme bien, pequeño —susurró—. Mañana será un nuevo día.
Calypso se quedó un rato sentada junto a Arslan, escuchando su respiración tranquila. Se sentía en paz, sabiendo que su hermano estaba seguro y feliz.
Finalmente, se levantó y se dirigió hacia la puerta. Las doncellas la detuvieron.
—Emperatriz, ¿no necesita nada más? —preguntaron.
Calypso sonrió.
—No, gracias —dijo—. Solo asegúrense de que Arslan esté bien.
Las doncellas asintieron y Calypso salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. La noche había sido larga, pero había sido un momento especial con su hermano.
Calypso se retiró a su habitación, cansada pero satisfecha después de un día lleno de eventos y emociones. Al entrar, vio a Badru, su fiel compañero y guardia personal, un majestuoso lobo gris, esperándola en la antecámara.
Badru emitió un suave aullido y se acercó a Calypso, frotando su cabeza contra su mano.
Calypso sonrió y acarició el pelaje de Badru.
—Buenas noches, amigo mío —dijo—. Gracias por esperarme.
Badru respondió con un suave gruñido y se sentó junto a Calypso, mientras ella se quitaba los zapatos y se sentaba en el borde de la cama.
—Ha sido un día largo —dijo Calypso, suspirando.
Badru emitió un ladrido suave, como si entendiera.
Calypso se rió.
—Sí, lo sé. Pero mañana será un nuevo día.
Badru se levantó y se acercó a la ventana, mirando hacia la noche. Calypso se levantó y se dirigió hacia el espejo, comenzando a deshacerse de sus joyas y adornos.
—¿Quieres salir a caminar un rato? —preguntó Calypso.
Badru respondió con un aullido suave y sacudió la cabeza.
Calypso sonrió.
—No, supongo que no. Estás cansado también.
Badru se acercó a Calypso y se sentó junto a ella, apoyando su cabeza en su regazo.
Calypso sonrió y acarició el pelaje de Badru.
—Gracias por estar aquí conmigo, Badru. Eres mi mejor amigo.
Badru cerró los ojos y se relajó, disfrutando del cariño de Calypso. Juntos, se sumergieron en un descanso bienhechor, rodeados de la tranquilidad y la seguridad del palacio.
Un hotel muy lindo 😍