Danara, una adolescente de 16 años, se siente atrapada entre sus inseguridades y la presión de encajar en la sociedad. Su vida da un giro cuando conoce a Luca, el nuevo vecino de 18 años, extrovertido y lleno de energía, pero con sus propias inseguridades sobre su futuro. A pesar de sus diferencias, entre ellos surge una conexión especial, pero Danara lucha con sus miedos y la diferencia de edad, mientras que Luca teme no ser suficiente para ella.
A lo largo del verano, ambos enfrentan sus temores, aprenden a confiar el uno en el otro y a comprender sus sentimientos. Sin embargo, con el fin de las vacaciones, deben hacer frente a nuevas responsabilidades: Luca se prepara para la universidad y Danara comienza la secundaria. A pesar de los desafíos del futuro, su relación se fortalece, y juntos prometen seguir adelante, enfrentando lo que venga con valentía y amor.
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capitulo 21
Danara
La luz del sol entró por mi ventana, anunciando un nuevo día. Pero yo seguía abrazada a mi almohada, con una sonrisa que no podía quitarme de la cara. La noche anterior había sido mágica, como un sueño del que no quería despertar. Luca me había pedido ser su novia, y aunque mi cabeza seguía llena de preguntas e inseguridades, mi corazón estaba tranquilo.
Todavía podía sentir la calidez de su mano en la mía, y el recuerdo de nuestro primer beso seguía fresco en mi mente. Luca es mi novio. Esa frase parecía surrealista, pero no podía negar lo feliz que me hacía.
Después de varios minutos perdida en mis pensamientos, decidí levantarme. Necesitaba hablar con alguien, y Laura era la única persona con la que podía compartir esto. Bajé a la cocina, donde la encontré preparando café con su característico aire relajado.
-¡Buenos días! -me saludó con una sonrisa.
-Buenos días -respondí, pero mi tono debió delatarme porque me miró con curiosidad.
-¿Y esa cara de felicidad? ¿Qué hiciste anoche? -preguntó mientras se sentaba en una de las sillas, mirándome con interés.
Tomé aire, sentándome frente a ella, sintiendo un leve rubor subir a mis mejillas.
-Luca... me pidió que fuera su novia.
Por un momento, Laura me miró en silencio, procesando lo que acababa de decir. Pero entonces su rostro se iluminó con una gran sonrisa, y dio un pequeño aplauso.
-¡Sabía que ese chico tenía algo especial contigo! -dijo, riendo-. ¡Cuéntame todo!
No pude evitar reír también, aunque todavía me sentía un poco tímida. Le relaté cada detalle de nuestra cita: cómo Luca había pedido permiso, la cena romántica, su forma dulce de pedirme ser su novia, y finalmente el beso.
-Fue tan... perfecto -dije, bajando la mirada-. Aunque todavía no puedo creer que esto esté pasando.
Laura se acercó para tomarme de las manos.
-Danara, me alegra tanto verte así. Este verano has cambiado mucho. Antes te escondías de todo y de todos, pero ahora te veo más valiente, más abierta a vivir.
-¿De verdad piensas eso? -pregunté, sorprendida.
-Claro que sí. Sé que todavía tienes inseguridades, pero eso es normal. Lo importante es que te estás permitiendo sentir y ser feliz. Y, por lo que me cuentas, Luca realmente se preocupa por ti.
Sonreí, sintiéndome reconfortada por sus palabras.
-Él es... diferente. Siempre pensé que no sería capaz de tener algo así con alguien, pero con Luca todo parece más fácil.
-Eso es el amor, hermanita -dijo Laura con una sonrisa cálida-. Y aunque sé que David probablemente querrá interrogarte sobre esto, yo te apoyo. Estoy feliz de verte así.
La abracé, agradecida por su apoyo. Hablar con Laura siempre lograba calmarme y darme claridad.
-Gracias por escucharme, Lau.
-Para eso estoy. Ahora, lo importante es que sigas siendo tú misma y que disfrutes este nuevo capítulo de tu vida.
Asentí, sintiéndome más tranquila. Tenía muchas cosas que aprender sobre mí misma y sobre el amor, pero con Laura y Luca a mi lado, sabía que podía enfrentar lo que vinieras
[...]
Luca
Laura fue quien me dejó entrar. Su sonrisa siempre tenía ese toque cómplice que me hacía sentir cómodo, como si ella estuviera tan feliz de verme como yo de estar allí.
-Está en su habitación, pero creo que está ocupada -me dijo mientras se retiraba hacia la cocina.
-¿Ocupada? -pregunté, aunque ya había empezado a subir las escaleras.
Laura solo se encogió de hombros y me dejó ir. Al llegar a la puerta, toqué suavemente, pero nadie respondió. Empujé la puerta con cuidado, y ahí estaba:el mundo de Danara.
La habitación era un reflejo perfecto de ella. Había libros apilados en una esquina, un escritorio lleno de lápices de colores y marcadores, y una cama adornada con almohadas y peluches que parecían tener historias propias. Pero lo que capturó mi atención fue la libreta de dibujo que siempre llevaba consigo.
La reconocí de inmediato. Era la misma que usaba en el patio, donde la veía dibujar durante horas. No pude evitar acercarme, y antes de darme cuenta, ya la había abierto.
Lo primero que vi fueron paisajes llenos de vida, flores, y retratos rápidos que mostraban cuánto talento tenía. Pero luego, en una página más avanzada, me encontré conmigo mismo.
Era un dibujo de ese día en que nos conocimos junto a la cerca que separa nuestras casas. Yo, apoyado en la vieja madera, sonriendo como un tonto. Era increíble. Danara había capturado detalles que ni siquiera yo sabía que tenía: la forma en que mi cabello caía, mi sonrisa torcida, incluso mi postura despreocupada.
Me quedé sin palabras. Ella me había dibujado con una precisión y cariño que me dejó el corazón apretado. ¿Cuánto tiempo había pasado pensando en mí para crear algo así?
De repente, escuché el ruido de la puerta del baño. Danara salió envuelta en una toalla, con otra enredada en su cabello. Sus ojos se abrieron de par en par al verme allí, sosteniendo su libreta.
-¡¿Luca?! -dijo, apretando la toalla contra su pecho.
-Laura me
-Laura me dejó entrar -dije rápidamente, levantando la libreta con una mezcla de culpa y admiración-. Lo siento, no quería invadir tu privacidad, pero vi esto y... Danara, eres increíble.
Ella se quedó inmóvil, con las mejillas cada vez más rojas.
-Es solo un pasatiempo... nada importante -murmuró, evitando mi mirada mientras se acercaba lentamente.
Negué con la cabeza, todavía asombrado por el dibujo.
-Nada importante... ¿en serio? Este dibujo es impresionante. No tenía idea de que tuvieras tanto talento -dije con sinceridad, abriendo nuevamente la libreta para observarlo mejor.
Danara se apresuró a quitármela de las manos, sujetándola contra su pecho como si fuera un tesoro.
-No es gran cosa -insistió, aunque el rubor en sus mejillas contaba otra historia.
Sonreí, acercándome un poco más.
-Para mí sí lo es. ¿Cuánto tiempo llevas dibujándome? -pregunté, inclinando un poco la cabeza para verla mejor.
Ella apartó la mirada, claramente incómoda.
-Fue solo ese día en la cerca... parecías tan... tranquilo. Me inspiraste -admitió, su voz apenas audible.
Mi sonrisa se amplió. Su sinceridad siempre tenía una manera de desarmarme.
-Bueno, ahora sé que no solo soy tu vecino favorito, sino también tu modelo artístico favorito -bromeé, tratando de relajarla.
Ella soltó una risa nerviosa, bajando la mirada.
-Eres un tonto.
-Tal vez, pero soy el tonto más afortunado del mundo porque te tengo a ti -dije, tomando suavemente su mano.
Danara levantó la vista, y por un instante, sus ojos brillaron con una mezcla de timidez y alegría. Me incliné y le di un beso rápido en los labios, lo que la hizo sonrojarse aún más.
-Tu habitación es increíble, pero ahora también sé que tú eres mucho más de lo que dejas ver -murmuré.
Ella sonrió, esta vez más relajada, y dejó la libreta a un lado.
-No es para tanto... pero gracias, Luca.
Por primera vez, sentí que estaba descubriendo partes de ella que nadie más conocía. Y si había algo que tenía claro, era que quería seguir descubriendo todo lo que la hacía ser quien era