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El Corazón Helado Del Príncipe Omega Y Su Leal Caballero Alfa

El Corazón Helado Del Príncipe Omega Y Su Leal Caballero Alfa

Status: Terminada
Genre:Romance / Yaoi / Completas / Hombre lobo / Omegaverse / Amantes del rey
Popularitas:5.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

En el reino nórdico de Valakay, donde las tradiciones dictan el destino de todos, el joven príncipe omega Leif Bjornsson lleva sobre sus hombros el peso de un futuro predeterminado. Destinado a liderar con sabiduría y fortaleza, su posición lo encierra en un mundo de deberes y apariencias, ocultando los verdaderos deseos de su corazón.

Cuando el imponente y misterioso caballero alfa Einar Sigurdsson se convierte en su guardián tras vencer en el Torneo del Hielo, Leif descubre una chispa de algo prohibido pero irresistible. Einar, leal hasta la médula y marcado por un pasado lleno de secretos, se encuentra dividido entre el deber que juró cumplir y la conexión magnética que comienza a surgir entre él y el príncipe.

En un mundo donde los lazos entre omegas y alfas están regidos por estrictas normas, Leif y Einar desafiarán las barreras de la tradición para encontrar un amor que podría romperlos o unirlos para siempre.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Tira y afloja

Al amanecer, Einer se encontraba ya de pie, esperando instrucciones de Leif como un perro fiel, ansioso por cumplir cualquier deseo de su nuevo amo. Leif, envuelto en su manto de seda casi transparente, dejando poco de su cuerpo perfecto a la imaginacion, tomó un baño a vapor con Einer mirándolo en el mismo espacio, y despues lo miró de reojo mientras terminaba de ajustarse un cinturón de cuero finamente labrado.

—Prepárate, iremos a dar un paseo, —anunció Leif sin mirarlo directamente, y Einer inclinó la cabeza en señal de obediencia luchando con su lobo interno.

Ambos salieron del castillo, recorriendo los jardines y el bosque cercano. Leif caminaba con la cabeza en alto, mientras Einer seguía detrás de él, atento a cualquier amenaza. La mañana transcurrió con Leif caminando por los senderos, señalando plantas medicinales, el murmullo de un río y el sonido de los pájaros en los árboles.

Más tarde, regresaron al castillo para visitar a Astrid, quien los recibió en el salón principal. A su lado, las parteras ajustaban los últimos detalles para la inminente llegada de los gemelos.

—Ya falta poco, —dijo Astrid, mirando a Leif con una sonrisa. Luego, se giró hacia Einer—. Espero que estés aprendiendo a cuidar de tu Omega.

—Si princesa. Estoy dispuesto a todo por él, —respondió Einer con voz firme, lo que hizo que Leif rodara los ojos, aunque una sonrisa fugaz asomó en sus labios.

Después de un rato, Leif decidió que quería ir al pueblo, sintiéndose inquieto por la monotonía del castillo.

Leif insistió en que fueran de incógnito, vistiendo capas comunes para mezclarse con los plebeyos. La taberna a la que entraron estaba llena de humo, risas y el olor a cerveza derramada. Las mesas de madera estaban gastadas, y las sillas parecían listas para romperse al menor movimiento brusco.

Leif y Einer se sentaron en un rincón, pidiendo dos jarras de cerveza. El Omega observaba a los campesinos y mercaderes con curiosidad, mientras Einer permanecía alerta, como siempre.

De repente, un Alfa leñador de hombros anchos y barba descuidada se fijó en Leif. Sus ojos recorrieron sus rasgos finos y delicados, característicos de un Omega de alta casta. Sonriendo de forma lasciva, se acercó tambaleándose.

—Vaya, pero qué joya se encuentra aquí entre nosotros, —dijo, ignorando por completo la presencia de Einer—. ¿Qué hace alguien como tú en un lugar tan vulgar? ¿Te gustaría que subamos a una habitación y nos divertimos?

Leif mantuvo la compostura, pero cuando el leñador extendió la mano para tocarle el rostro, Einer se interpuso como un rayo, que parte el roble más robusto.

—¡Ni lo pienses! —gruñó, empujándolo hacia atrás.

El leñador, irritado por la interrupción, lanzó un golpe, que Einer esquivó con facilidad. Pero el conflicto atrajo la atención de otros borrachos, que comenzaron a gritar y animar la pelea.

Einer no perdió tiempo; atrapó al leñador por la muñeca y lo lanzó contra una mesa cercana, rompiéndola en el proceso. Los amigos del leñador se levantaron para defenderlo, y pronto el lugar estalló en un caos. Sillas volaron por los aires, jarras se rompieron contra el suelo, y un par de hombres se enzarzaron en peleas que no tenían nada que ver con el conflicto original. Einer no tembló al lanzar unos cuantos por la puerta y por las ventanas rompiendolas al tiro.

Leif observó todo con una mezcla de molestia y diversión, manteniéndose al margen. Ver sudar a Einer lo excitaba, pero verlo sudar por defenderlo lo llena de lujuria. Sin embargo, cuando una botella vacía estuvo a punto de impactarlo, Einer, furioso, derribó a dos hombres más antes de que alguien lograra tocar a su Omega.

Finalmente, el dueño de la taberna, un hombre calvo y robusto, de barba espesa intervino, gritando:

—¡Basta ya! ¡Si quieren pelear, llévenlo afuera o paguen los daños!

Leif se levantó, sacudiendo su capa, y sacó una bolsa de monedas de oro. Con una elegancia que desentonaba con el caos a su alrededor, la dejó caer sobre la barra.

—Espero que esto cubra los daños. Cuando mi Alfa acabe con ellos, despeja la sala solo para mí. Quiero tranquilidad y disfrutar de una bebida.

El tabernero abrió la bolsa y sus ojos se iluminaron al ver el contenido.

—Esto podría comprarme dos tabernas mejores que esta, —murmuró con asombro.

Luego, tomó una botella de su mejor whisky y se la entregó a Leif como muestra de gratitud—. Llévese esto, mi señor. Es lo mejor que tengo.

Leif aceptó el whisky con una sonrisa fría, se sentó, se tomó la mitad y salió de la taberna, seguido de un sudoroso y agitado Einer, quien seguía mirando hacia atrás para asegurarse de que no los seguían.

—Eso fue innecesario, pero... aceptable, —dijo Leif finalmente, alzando una ceja muy divertido.

Einer bajó la cabeza.

—Solo hice mi trabajo.

Leif giró la botella de whisky entre sus manos, observando su reflejo en el vidrio.

—Quizás no seas tan inútil y traicionero después de todo, —murmuró con una pizca de burla, antes de continuar su camino hacia el castillo, dejando a Einer con la certeza de que, al menos por ese día, había cumplido con su deber.

De regreso al castillo, Leif decidió que era una buena noche para terminarse el whisky que había ganado en la taberna. Se dirigieron a sus aposentos privados, luego de la cena, un espacio amplio iluminado por un suave resplandor de velas. Leif sirvió dos copas, una para él y otra para Einer, que permanecía de pie como siempre, atento a cualquier instrucción.

—Siéntate, lobo —ordenó Leif con voz firme, señalando un sillón frente a él.

Einer obedeció sin cuestionar, tomando asiento con cierta incomodidad. Su gran cuerpo parecía fuera de lugar en el delicado mobiliario de Leif. El Omega se acomodó frente a él, cruzando las piernas y sosteniendo la copa con elegancia. No tenía nada de la cintura para arriba lo que dejaba ver claramente su pecho, estómago y sus pezones rosados.

—¿Nunca has probado algo tan fino, verdad? —preguntó Leif, inclinándose hacia él con una sonrisa burlona.

Einer negó con la cabeza, aunque sus ojos permanecieron fijos en el rostro de Leif.

—No, mi señor.

Leif rodó los ojos, llevando la copa a sus labios y tomando un largo trago. El sabor fuerte y ahumado del whisky le arrancó un suspiro de satisfacción. Continuó bebiendo lentamente, llenando su copa una y otra vez, mientras Einer permanecía en silencio, sin atreverse a tocar la suya.

Con cada trago, Leif se volvía más relajado, pero también más juguetón. Se levantó de su asiento y se acercó a Einer, mirándolo desde arriba con una mezcla de curiosidad y desafío para seguir molestándolo. Quería molestarlo hasta el día en que murieran.

—Bebe, —dijo, inclinándose hacia él y colocando la copa en sus manos. Einer lo hizo, aunque el whisky le quemó la garganta. Leif soltó una carcajada al ver su reacción.

—Eres demasiado torpe para cosas tan delicadas, pero no importa. Hoy me siento generoso—toma un sorbo largo y se acerca a los labios de Einer y deposita el alcohol directamente en sus labios.

Leif se dejó caer en el regazo de Einer, quien quedó inmóvil, sorprendido por el movimiento. El Omega lo miró fijamente, sus ojos brillando con una mezcla de burla y algo más difícil de descifrar, mientras se lame los labios con los residuos del Whisky.

—¿Qué pasa? ¿No estás cómodo? —susurró Leif, pasando un dedo por la línea de la mandíbula de Einer.

—Yo... estoy bien, mi señor, —respondió Einer, su voz tensa.

Leif inclinó la cabeza, sus labios a centímetros de los de Einer. Por un instante, parecía que iba a besarlo, pero en el último momento, se desvió, dejando un roce apenas perceptible en la comisura de su boca.

—Eres tan fácil de leer, Einer. Siempre tan dispuesto a obedecer.

Einer cerró los ojos, intentando controlar su respiración mientras Leif jugaba con él. Pero cuando el Omega volvió a acercarse, esta vez capturando sus labios en un beso lento y deliberado, todas sus defensas se derrumbaron.

El beso no era dulce ni romántico. Era un acto de control, de afirmación de poder. Leif lo dominaba completamente, marcando el ritmo, decidiendo cuándo detenerse y cuándo continuar. Cuando se separó, lo hizo con una sonrisa satisfecha.

—¿Te gusta? —preguntó, inclinando la cabeza mientras sus dedos jugueteaban con el cabello negro y largo de Einer.

—No importa lo que me guste, su magestad, —respondió Einer, pero sus mejillas sonrojadas lo delataban.

Leif rió, un sonido suave y melodioso que llenó la habitación. Se levantó de su regazo, tambaleándose ligeramente por el alcohol, pero manteniendo su porte elegante.

—Eres tan predecible, —dijo mientras regresaba a su silla, sirviéndose otra copa—. Pero no te confundas, Einer. Todo esto es el resultado de tus acciones, y yo siempre seré el que dicte las reglas.

Einer asintió, bajando la cabeza en señal de sumisión.

—Entendido, mi señor.

Leif lo observó desde su lugar, los ojos brillando con la intensidad del whisky y la diversión del poder.

—Bien. Entonces quédate ahí y compórtate. Quizás, si me aburro, te invite a otro beso o quién sabe, tal vez te de lo que tanto anhelas...mi cuerpo.

Einer no respondió, pero algo en su mirada decía que, por muy humillante que fuera, estaba dispuesto a seguir jugando si eso significaba permanecer cerca de su Omega y tenerlo por completo.

1
Lourdes Mencia
Bueno
Alliette Cardoza
No se merece nada, Astrid lo violó,esa es la realidad,y el seguirá el juego, pff no se porque tienen que poner a los omegas como idiotas sin personalidad.
Alliette Cardoza
Bueno
Mckasse Escritora
gracias
Sofi
me encanta. me encanto.
Carmen Hilario
Excelente
Sofi
primera
Yoha D' Boliivarr
se que es una historia pero me hace eso y lo mando a mamarse varias caravanas.
Yoha D' Boliivarr
leif es un completo imbecil , me molesta mucho como lo trata , todo lo hizo por un bien mayor , sino lo hacia lo iban a separar de nuevo y hasta podia morir , 😡😡😡
Alliette Cardoza: Lo hizo contra su voluntad, es violación, y se está desquitando con Einer, y Astrid que fue la que planeó todo, tan tranquila con los bebés fruto de de una relación forzada 🤨🤬
Yoha D' Boliivarr: bueno relativamente no fue violacion , es como decir actualmente un afrodisíaco y el ya esta casado con esta astri , todo lo planeo y dejo entre la espada y la pared , o lo hacia de ese modo y lo alejaban de nuevo y podia morir , se que su actuar no fue el mejor , pero el aun asi , praticamente tubo que ver como leif se acostaba porque el fue que embarazo a astri asi que no sufrio mucho que digamos
total 4 replies
Diosa David Torres
🥺🥺🥺😢😢😢
Diosa David Torres
Hermoso inicio
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