En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
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Palabras Del Corazón
El aire en el palacio estaba cargado de tensión, y la sombra del conflicto se cernía sobre todos sus habitantes. Aric, el príncipe, se encontraba atrapado entre las expectativas de su familia y su amor por Kael, un plebeyo que había robado su corazón. A pesar del tumulto, Aric se negaba a dejar que el miedo lo dominara. Cada vez que podía, buscaba momentos para encontrarse con Kael, esos instantes robados que se convertían en su refugio.
Una noche, mientras la luna iluminaba el jardín con una luz plateada, Aric se escabulló de sus aposentos. Su corazón latía con fuerza al pensar en Kael, quien lo esperaba en su lugar secreto: un viejo roble en el borde del bosque que rodeaba el palacio. Era un lugar donde podían ser solo ellos mismos, lejos de las miradas críticas y las intrigas de la corte.
Cuando llegó, Kael ya estaba allí, apoyado contra el tronco del árbol, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Aric sintió cómo la tensión de la semana se desvanecía al verlo.
—Kael —susurró Aric, acercándose rápidamente—. Lo siento mucho por no poder estar aquí antes.
—No te preocupes —respondió Kael, su voz suave como un susurro de viento—. Sabía que tendrías cosas que hacer. Pero me alegra verte.
Aric tomó las manos de Kael entre las suyas, sintiendo el calor y la conexión que siempre habían compartido. Sin embargo, había algo en los ojos de Kael que lo inquietaba; una sombra de tristeza que no podía ignorar.
—¿Qué sucede? —preguntó Aric, frunciendo el ceño—. Te veo preocupado.
Kael bajó la mirada, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Luego, respiró hondo y se armó de valor.
—Hay cosas de mi pasado que nunca te he contado —dijo Kael, su voz temblando ligeramente—. Cosas que me han atormentado durante años.
Aric sintió un nudo en el estómago; sabía que cada uno tenía su carga emocional, pero escuchar a Kael hablar así lo llenaba de ansiedad. Se acercó más, sosteniendo su mirada.
—Lo que sea que sea, estoy aquí para ti. Puedes decírmelo —aseguró Aric, su voz firme y reconfortante.
Kael asintió lentamente y comenzó a relatar su historia. Habló de su infancia en un pequeño pueblo, donde la pobreza y la lucha eran constantes. Recordó cómo su madre había trabajado incansablemente para mantener a la familia a flote mientras su padre desaparecía en la batalla por causas políticas.
—Nunca entendí por qué luchaban por cosas que no nos afectaban directamente —dijo Kael, sus ojos llenos de dolor—. Mi padre murió en una guerra que no era suya. Y mi madre… ella perdió la razón después de eso. Tuve que crecer rápido, aprender a cuidar de mí mismo y de ella.
Aric escuchaba atentamente, sintiendo cómo el peso de las palabras de Kael lo envolvía como una manta pesada. El dolor del pasado de Kael resonaba en él; era un recordatorio de cuán afortunado había sido al tener una familia que lo amaba y apoyaba.
—A veces siento que mi pasado me persigue —continuó Kael—. Que no puedo escapar de él. Y ahora, cuando miro hacia el futuro… no sé si merezco ser feliz contigo. No quiero arrastrarte a mi oscuridad.
Aric sintió un impulso irrefrenable de abrazar a Kael y protegerlo del mundo. Se acercó y lo envolvió en sus brazos, sintiendo cómo los músculos tensos de Kael se relajaban poco a poco.
—No tienes que cargar con esto solo —dijo Aric suavemente—. Tu pasado no define quién eres ahora. Eres valiente y fuerte; has superado más de lo que muchos podrían soportar. Y yo… yo elijo estar contigo, sin importar lo que haya sucedido antes.
Kael levantó la vista hacia Aric, sus ojos brillando con una mezcla de gratitud y temor. Pero antes de que pudiera responder, un ruido rompió la tranquilidad del momento; un crujido en las ramas cercanas les hizo tensarse.
—¿Qué fue eso? —preguntó Kael, visiblemente alarmado.
Aric miró hacia la dirección del sonido, sintiendo cómo su instinto de príncipe lo alertaba del peligro inminente.
—No lo sé —respondió Aric con cautela—. Pero debemos tener cuidado.
Ambos se movieron rápidamente hacia el tronco del roble, ocultándose tras él mientras observaban los alrededores con atención. La tensión llenaba el aire mientras esperaban ver qué o quién había interrumpido su encuentro.
De repente, una figura emergió entre los árboles: era Valen, con una sonrisa siniestra en sus labios.
—¿Qué tenemos aquí? —dijo Valen con sarcasmo—. ¿Una reunión secreta entre el príncipe y su plebeyo?
Aric sintió cómo la rabia burbujeaba dentro de él al ver a Valen interrumpir su momento más vulnerable con Kael. No podía permitir que su primo arruinara todo lo que habían construido juntos.
—¿Qué quieres, Valen? —preguntó Aric con voz firme—. No tienes nada que hacer aquí.
Valen se acercó lentamente, disfrutando del poder que tenía sobre ellos.
—Oh, pero tengo mucho que hacer —respondió Valen con tono burlón—. He venido a recordarles a ambos lo que está en juego. ¿De verdad crees que esta relación será aceptada? Los nobles no permitirán que un plebeyo se interponga en el camino del príncipe.
Kael se puso tenso junto a Aric, sintiéndose expuesto y vulnerable ante las palabras venenosas de Valen. Pero Aric no iba a permitir que Valen intimidara a Kael.
—No me importa lo que piensen los nobles —declaró Aric con determinación—. Estoy dispuesto a luchar por mi amor.
Valen soltó una risa fría.
—¿Luchar? ¿Por qué? Tu amor es un lujo que no puedes permitirte —dijo Valen—. Te aseguro que si sigues este camino, perderás mucho más que tu título; podrías perder tu vida.
Las palabras de Valen resonaron en el aire como un eco ominoso. Aric sintió cómo la preocupación comenzaba a apoderarse de él; sabía que Valen no estaba bromeando. Pero también sabía que no podía dejarse vencer por el miedo.
—No me asustas —respondió Aric con firmeza—. Haré lo que sea necesario para proteger a Kael y nuestro amor.
Valen sonrió maliciosamente antes de dar un paso atrás.
—Muy bien, príncipe. Haz lo que quieras. Pero recuerda: cada acción tiene consecuencias. Y yo siempre estoy al acecho.
Con eso, Valen se dio la vuelta y desapareció entre los árboles, dejando a Aric y Kael temblando por la tensión del encuentro.
Aric se volvió hacia Kael, quien parecía más pálido de lo normal.
—Lo siento —dijo Aric rápidamente—. No quería que esto sucediera. No debí haber traído a Valen aquí.
Kael sacudió la cabeza, tratando de calmarse.
—No es tu culpa —respondió Kael con voz baja—. Es solo… me asusta pensar en lo que podría pasar si seguimos juntos. ¿Y si Valen cumple sus amenazas?
Aric tomó las manos de Kael nuevamente, mirándolo a los ojos con intensidad.
—No voy a dejar que nadie nos separé —declaró Aric—. Te prometo que haré todo lo posible para protegerte. Pero también necesito tu ayuda; tenemos que ser fuertes juntos.
Kael asintió lentamente, aunque la preocupación seguía brillando en sus ojos.
—¿Y si no somos lo suficientemente fuertes? —preguntó Kael con tristeza—. ¿Y si perdemos todo?
Aric sintió cómo su corazón se encogía ante la posibilidad del fracaso; pero sabía que no podían dejarse vencer por la desesperanza.
—No lo sé —respondió Aric sinceramente—. Pero sé que tengo fe en nosotros y en nuestro amor. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa.
Mientras el silencio caía sobre ellos nuevamente, ambos sabían que debían prepararse para lo peor; los ecos del pasado acechaban en cada rincón del palacio y en cada decisión que tomaran juntos.
Sin embargo, había algo más profundo en juego: una conexión espiritual y emocional que los unía más allá de las circunstancias externas. En ese momento compartido bajo el viejo roble, ambos comprendieron que el amor verdadero era capaz de superar cualquier obstáculo; pero también sabían que tendrían que luchar por ello con todas sus fuerzas.
A medida que se alejaban del jardín esa noche, cada uno cargaba sus propios miedos e inseguridades; pero también llevaban consigo una chispa de esperanza renovada. La batalla por su amor apenas comenzaba y el futuro estaba lleno de incertidumbres y desafíos.
Mientras caminaban hacia la oscuridad del bosque, una sensación inquietante se apoderó de Aric: había algo más acechando en las sombras… algo que podría cambiarlo todo para él y para Kael.
La pregunta seguía resonando en su mente: ¿Podrían realmente enfrentar juntos todo lo que estaba por venir? La respuesta permanecía oculta entre los ecos del pasado y las sombras del presente… pero el tiempo pronto revelaría la verdad oculta tras los muros del palacio y los corazones atormentados de dos jóvenes príncipes atrapados entre el deber y el amor.
El silencio se volvió ensordecedor mientras avanzaban; cada paso era un recordatorio de las decisiones difíciles por venir… y cada latido del corazón parecía advertirles que el verdadero desafío aún estaba por llegar.