En una sociedad machista nuestra protagonista, Johanna Mendieta deberá elegir entre el amor y cumplir las expectativas de la sociedad. Conocerá a un hombre que le demostrará qué para el amor no hay edad.
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Capítulo 5
En un restaurante del centro de la ciudad se encuentran Johanna y Daniela.
- De verdad que no puedo creer lo que me cuentas. Aquí hay gato encerrado. Enrique no hizo el más mínimo intento por reconquistarte en los últimos tres años y ahora de la nada quiere recuperar esposa e hijos.
- Tampoco lo entiendo y lo peor es que no me dio tiempo de decir nada más. Se marchó bastante molesto.
- ¿Y tú estás segura de no querer nada con él?
- Totalmente, ya no lo amo y él a mí tampoco.
- Espero que no quieras sacrificarte por tus hijos.
- No, eso solamente los dañaría.
- Aunque ellos te dijeron que tienen la esperanza de que ustedes regresen.
- Es un tema que debo tocar más a fondo con ellos, estoy segura que con el tiempo se darán cuenta que lo mejor es que sigamos cada quien nuestro camino.
Ambas disfrutan de sus alimentos cuando una conocida de Johanna de acerca a saludar.
- Johanna, que gusto verte.
- Renata, hola. Te presento a Daniela.
- Un gusto Renata.
- Igual, Daniela. Oye, ahora que Enrique está tan activo en el partido nos veremos más seguido.
- Sí, seguramente- responde Johanna intentando ocultar su sorpresa.
- Las dejo seguir comiendo, mi marido acaba de llegar.
- Gracias, cuídate.
- ¿De qué habla? ¿Enrique en el partido?
- Estoy tan sorprendida como tú, es claro que no saben que estamos separados y ahora entiendo el afán de Enrique por "solucionar" nuestros problemas.
El resto de la comida Johanna sigue pensando en la verdadera motivación de Enrique y no le queda duda de que tiene que ver con sus aspiraciones políticas.
Las amigas se despiden y vuelven a sus respectivas labores.
El día laboral termina para Johanna, debe ir a casa para recibir a sus hijos que pasaron la tarde con su papá.
Escucha que llaman a la puerta y se dirige a abrir, ahí están Enrique y los niños.
- Hola niños, hola Enrique.
- ¿Podemos hablar?
- Hijos, vayan a su habitación y prepárense para dormir.
Una vez que los niños están los suficientemente lejos, ellos se dirigen a la sala de estar.
- Tú dirás.
- No quise salirme de control esta mañana y preferí darte tiempo para pensar.
- Mi decisión está tomada, quiero el divorcio.
- ¿Por qué te aferras a esa idea?
- Porque no eres honesto y dices que todo esto tiene que ver con tus aspiraciones políticas y no con un amor que ya no existe.
- No entiendo de donde sacas eso.
- Esta tarde supe que estás muy activo en el partido y ambos sabemos que son conservadores, no quieren militantes divorciados.
- Es verdad que estoy participando más activamente, más esa no es la razón por la cual quiero volver contigo. Te amo, Johanna.
Enrique se acerca de una zancada a ella y sin darle tiempo para reaccionar se apodera de su boca en un beso que intenta ser apasionado, más no obtiene respuesta de su parte.
Con todas sus fuerzas ella lo aparta de un empujón.
- ¿Qué pretendes con esto Enrique?- cuestiona mientras se limpia la boca con el dorso de su mano.
- Intento demostrarte que aún tenemos sentimientos el uno por el otro.
- Pero eso no es verdad y espero que te hayas dado cuenta. Estuviste ausente cuando más te necesitaba, eso desgasto nuestra relación. Ya no te amo.
- Estuve contigo de la manera en que pude estar, no es fácil lidiar con una esposa en depresión, una hija y un hijo recién nacido. Te olvidaste de mí.
- Lo sé y admito que también soy responsable, pero la depresión es una enfermedad. No estaba así por gusto ni era algo que pudiese controlar.
- En eso difiero contigo, podías haber puesto más de tu parte.
- Jamás lo entenderás, por favor, comencemos el trámite de divorcio.
- No, voy a conquistarte y estaremos juntos de nuevo.
- Deja de insistir, no voy a volver contigo.
- Ya lo veremos, vengo el sábado por los niños.
Johanna lanza un pesado suspiro, se siente agobiada, sabe que sus hijos tomaran partido y no será a su favor.
El fin de semana llega rápido, los niños están listos y su papá llega por ellos.
- Esta vez podrías acompañarnos- propone Enrique.
- Prefiero respetar su tiempo contigo, además debo hacerme cargo de la cafetería.
- Tu negocio ha crecido lo suficiente, deberías considerar contratar más personal.
- Esa es una decisión que solo me compete a mí, te agradezco la sugerencia. Niños, diviértanse mucho y obedezcan a su papá. Nos vemos mañana.
Johanna se despide de sus hijos y sale de inmediato a la cafetería. El lugar está abarrotado y entre la multitud hay un hombre que se destaca: Antonio.
- Buenos días, Johanna- saluda mientras se acerca.
- Antonio, buenos días. En un momento te atendemos- responde ella y a la vez pone distancia.
- No te preocupes, puedo esperar.
Johanna pasa detrás del mostrador y se hace cargo de la caja. Antonio toma asiento en una de las mesas vacías para esperar el café que recién ha ordenado.
Sin duda necesita más personal y toma la decisión de comenzar la siguiente semana a recibir solicitudes.
Antonio no la pierde de vista y a ella la pone nerviosa sentir su mirada a cada momento.
La sensación que despierta en ella es algo que no consigue explicar. Ya no es una jovencita y considera que no debería sentirse así ante la presencia de un hombre más joven.
El trabajo no disminuye en la cafetería, al ser fin de semana la ciudad se llena de turistas y hay más trabajo.
Antonio se despide de Johanna agitando su mano y con señas le dice que le escribirá más tarde.
- Es urgente contratar más personal- menciona Romina.
- Lo sé- admite Johanna- comencemos a buscar de inmediato.
- Yo me encargo- se apresura a decir Karla- verás que en el transcurso del día comenzaremos a recibir solicitudes.
- Perfecto.
La hora de cerrar llega y las tres se van a casa agotadas. Johanna checa los mensajes de su celular. Hay varios de Daniela y dos de Antonio.
Los mensajes de su amiga son para invitarla a tomar algo a algún bar, dudosa revisa los mensajes de Antonio.
📩 Hola, Johanna. Quiero invitarte a tomar algo, como te dije antes me gustaría conocerte mejor y que pudiéramos ser amigos.
El siguiente mensaje fue enviado dos horas después del primero.
📩 Supongo que debes de seguir ocupada en la cafetería, espero que en algún momento aceptes mi invitación.
Una llamada de Daniela llega a su celular.
📲 Amiga, me tienes olvidada.
📲 Lo siento, Dani. Hoy hubo demasiado trabajo y voy llegando a casa.
📲 Entonces ni pensar en que quieras que vayamos a tomar algo.
📲 De verdad estoy agotada, mejor ven a mi casa y aquí tomamos algo.
📲 Ok, será algo así como una pijamada y recordaremos buenos tiempos.
📲 Te espero, mientras me daré una ducha.
Las distancias en la ciudad son relativamente cortas y Daniela no tarda en llegar a casa de su amiga. Johanna no imagina los verdaderos planes de Daniela.