Amantes A Través Del Tiempo

Capítulo 5

Los primeros rayos de sol se colaron a través de la ventana, bañando el rostro de Sofía con su cálida luz. Abrió lentamente los ojos, disfrutando de la sensación de despertar en los brazos de Alejandro, su esposo.

Sonrió al recordar la mágica celebración de su boda, apenas unos meses atrás. Ahora, su vida se había transformado por completo, convirtiéndose en un lienzo en blanco, listo para que pintaran juntos los sueños que les deparaba el futuro.

Suavemente, Alejandro la estrechó con más fuerza, despertando poco a poco. Sofía lo observó con ternura, maravillada por la forma en que este hombre había entrado en su vida y la había transformado por completo.

—Buenos días, mi amor —susurró Alejandro, depositando un beso en su frente.

—Buenos días —respondió Sofía, acurrucándose más cerca de él—. ¿Sabes? Aún no puedo creer que esto sea real.

Alejandro esbozó una sonrisa y le acarició el rostro con delicadeza.

—Pues créelo, cariño. Tú y yo, juntos para siempre.

Sofía sintió que su corazón se llenaba de felicidad. Después de todo lo que habían vivido, este momento de tranquilidad y dicha era un regalo que atesoraba con todo su ser.

—Ahora que somos marido y mujer, ¿qué te gustaría hacer hoy? —preguntó Alejandro, dibujando pequeños círculos en su espalda.

Sofía se tomó un momento para pensar. Desde que habían regresado de su luna de miel, su vida se había visto inundada por una ola de actividad y emociones.

—Mmm, ¿qué tal si nos tomamos el día libre y disfrutamos de nuestra nueva casa? —propuso con entusiasmo—. Podríamos preparar un delicioso almuerzo juntos y luego tal vez dar un paseo por el parque.

Alejandro asintió, complacido con la idea.

—Me parece perfecto. Necesitamos un momento para nosotros, sin prisas ni compromisos.

Sofía se acercó para besarlo, disfrutando de la sensación de sus labios sobre los suyos. Después de todo lo que habían vivido, momentos como este eran una bendición que atesoraba con todo su corazón.

Lentamente, se levantaron de la cama y se dispusieron a disfrutar de su día. En la cocina, Sofía y Alejandro se movían en perfecta sincronía, deleitándose en la preparación de un almuerzo que reflejaba la armonía de su unión.

Mientras disfrutaban de la comida, Sofía no podía dejar de observar a su esposo, maravillada por la forma en que su vida se había transformado desde que lo conoció.

—¿En qué piensas, mi amor? —preguntó Alejandro, tomando su mano con ternura.

Sofía le dedicó una sonrisa cálida.

—Estaba pensando en todo lo que hemos vivido juntos, en cómo nuestros caminos se cruzaron y en cómo ahora estamos aquí, construyendo un futuro.

Alejandro asintió, apretando suavemente su mano.

—Tienes razón, Sofía. Nuestro viaje ha sido lleno de altibajos, pero todo ha valido la pena para poder llegar a este momento.

Sofía sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. A pesar de las dificultades, ahora se sentía más segura que nunca de haber tomado la decisión correcta al elegir a Alejandro como su compañero de vida.

—Gracias por estar a mi lado, Alejandro —dijo con voz conmovida—. Gracias por creer en mí y por ayudarme a sanar. Gracias por este amor que me ha devuelto la esperanza.

Alejandro se levantó de su silla y la envolvió en un cálido abrazo.

—Gracias a ti, mi amor. Tú eres quien me ha inspirado a ser mejor, a perseguir mis sueños y a amar sin reservas. Juntos, vamos a construir una vida llena de felicidad y propósito.

Sofía se aferró a él, sintiendo que su corazón desbordaba de gratitud y dicha. Cuando finalmente se separaron, Alejandro la miró con una sonrisa radiante.

—¿Qué te parece si vamos a dar ese paseo por el parque que sugeriste? Creo que nos hará bien tomar un poco de aire fresco.

Sofía asintió, entusiasmada por la idea. Tomados de la mano, salieron de su hogar y se sumergieron en el verdor del parque. Caminaron lentamente, disfrutando de la suave brisa y el canto de los pájaros.

En un momento, Alejandro se detuvo y se colocó frente a Sofía, tomando sus manos con delicadeza.

—Mi amor, sé que ya hemos unido nuestras vidas, pero hay algo más que me gustaría compartir contigo.

Sofía lo miró con curiosidad, preguntándose qué tendría que decirle.

—Desde que te conocí, Sofía, mi vida se ha convertido en algo más que un simple camino. Tú le has dado un propósito y una profundidad que jamás imaginé.

Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas.

—Y ahora, en esta nueva etapa que comenzamos juntos, quiero proponerte algo. ¿Qué te parecería que abriéramos una librería? Una en la que pudiéramos compartir nuestra pasión por los libros y por la escritura con el mundo.

Sofía se quedó sin aliento, sintiendo que su corazón se aceleraba. Aquel sueño se había gestado en su mente desde hacía tiempo, pero nunca se había atrevido a compartirlo.

—¿De verdad? —susurró, sin poder creer lo que escuchaba—. ¿Tú también has pensado en eso?

Alejandro asintió, apretando suavemente sus manos.

—Sí, mi amor. Sé que es un sueño que has albergado por mucho tiempo, y me gustaría que lo construyéramos juntos. Imagínalo: nuestra propia librería, un espacio donde podamos compartir nuestras historias y las de otros.

Sofía sintió que las lágrimas de emoción se agolpaban en sus ojos. Aquel hombre que tenía frente a ella no solo la amaba, sino que también entendía sus más profundos anhelos.

—¡Sí, Alejandro! —exclamó, arrojándose a sus brazos—. ¡Sí, quiero abrir esa librería contigo!

Alejandro la estrechó con fuerza, riendo y llenándola de besos. Sofía se sentía plena, consciente de que este hombre, con su amor y su apoyo, la había impulsado a perseguir sus sueños más allá de lo que alguna vez creyó posible.

Juntos, comenzaron a planificar los detalles de su nueva aventura. Sofía se deleitaba en imaginar el espacio acogedor que crearían, lleno de libros, rincones de lectura y un ambiente que invitara a la exploración y al descubrimiento.