¡LA TEMPORADA DE ESCÁNDALOS HA COMENZADO!
Tras haber salvado la vida de su hija, casada con el príncipe heredero y madre del nieto de la reina regente, se enfrenta a la insistencia de esta última para que vuelva a casarse y disfrutar de su jubilación en compañía. A pesar de sentirse desalentado por la idea de encontrar pareja como un divorciado de mediana edad, que para nada es atractivo, accede a asistir a los bailes debut para complacer a su hija. Lo que no imagina es que en ese ambiente hipócrita podría hallar una nueva oportunidad en la duquesa de Rosaria, la primera mujer en heredar un título nobiliario y formar parte de la guardia real. ¿Podrá un hombre marcado por el estigma de un divorcio, su edad y de su fealdad, encontrar nuevamente el amor en alguien como ella, que desafía las convenciones sociales con su posición y poder?
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CAPÍTULO 5
Mientras Serena se encontraba tramitando los documentos junto a Miranda, para ser la nueva tutora legal ante el hospital del bebé, en lo que hacía los papeles oficiales en la alcaldía, Jeremy terminó aceptando la invitación de Anthony para desayunar algo en uno de los restaurantes de la calle.
—¿Seguro solo quieres sopa?—preguntó preocupado Anthony.
—Sí—respondió tomando un sorbo—no he dormido nada, solo le acepté la invitación realmente para respirar aire fresco, perdone si soy un poco grosero.
—Tranquilo, no se preocupe—lo calmó—sigue siendo igual de cuando lo conocí hace 20 años.
—¿Usted lo cree?—contra preguntó Jeremy—de verdad temo que la maldita nobleza termine por corromperme.
El albacea de la reina sonrió, mientras negaba con la cabeza. Conocía muy bien la historia de aquel hombre, sabía muy bien todo lo que pasó y cómo, pese a ser un plebeyo de nacimiento, luchó para hacerse un lugar en la sociedad gracias a su conocimiento. No obstante, era un hecho que Jeremy no le gustaba estar cerca de los nobles, sino fuera porque el príncipe se había casado con su hija, realmente se hubiera retirado hacía años.
—Cada que hablo contigo no puedo dejar de pensar en la duquesa—habló tomando un poco de limonada—quién diría que dos personas tan opuestas tendrían tanto en común, sino fuera porque usted no está buscando esposa, ya los hubiera ayudado a emparejar.
—Bueno...—habló tras un largo suspiro—sobre eso...
Anthony se quedó estupefacto ante lo que escuchaba por parte del padre de la princesa consorte, al parecer había sido obligado a tomar vacaciones y en menos de tres meses, que era la duración de la temporada, debía buscarse una esposa. Sabía de ante mano que para aquel hombre introvertido como él, sería más difícil que para un viudo normal volver a casarse.
Luego de hablar un poco más, y de pagar la factura del restaurante, Jeremy volvió al hospital seguido de Anthony. La ventaja de no ser un hombre atractivo y ser gordito, era que nadie lo asociaría directamente con la realeza, por lo que le permitía moverse con mucha comodidad.
—¡Muchas gracias por su ayuda, lady Serena!—dijo el director del hospital—su donación será de ayuda para este pobre lugar.
—Al contrario, gracias por ayudar al pequeño Jeremy a venir al mundo—le agradeció con una reverencia.
Mientras ambos hombres escuchaban la conversación de la duquesa y el director en la recepción del hospital, Miranda se acercó a ellos; no obstante, cuando supo enseguida que Jeremy se estaba quedando en un hotel, frunció el ceño. Insistiendo varias veces, logró que este accediera a quedarse unos días en la casa de campo de la duquesa. A lo que Serena estuvo de acuerdo.
—¿Qué estás planeando, mi amada esposa?—le preguntó Anthony—¿No me digas que quieres emparejarlos?
—Esposo, Serena solo tiene 18 años, es muy joven para sir Jeremy—respondió Miranda—pero el hecho de que ella entable una amistad con este hombre, hará que su reputación aumente, ¿no sería un buen partido para cualquier hombre en edad casamentera tener conexiones con la familia real?
Miranda caminó junto a su esposo, detrás de Serena. Si bien era peculiar la imagen de la mujer saliendo con el bebé en brazos, acompañada de Jeremy, como si se trataran de una familia, sabía muy bien que ambos no podían estar juntos debido a la diferencia de edad entre ellos. No era que dudara que sir Jeremy fuera un buen hombre, pero ya ambos tenían mucho con sus respectivas situaciones ante la sociedad, para empeorar aún más su ingreso a esta.
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Jeremy observaba en el asiento de al frente a Serena, quien seguía cargando en brazos al pequeño bebé mientras sonreía a este. Justo cuando iba a dirigirle la palabra, la esposa de Anthony lo detuvo, enterándose de algo que lo tomó un poco de sorpresa.
—¡Oh! ¡Ya lo había olvidado!—espetó un poco nerviosa—¡Aún seguimos sin comprar un ajuar para ti, Serena!
—¿Ajuar?—preguntó curioso Jeremy.
—Sí, lady Serena acaba de ser retirada de la guardia real—aclaró Miranda—y se le olvidó el comprar lo que necesita para la temporada, ¡qué desdichada suerte al estar casi todo vendido!
—Está bien, lady Miranda—la calmó—iré con mi uniforme de gala, al fin de cuentas, tampoco es que crea que esta temporada sea buena.
El padre de la princesa consorte se quedó estupefacto ante la sinceridad de la chica, si bien podía palpar un poco de decepción y desilusión en su mirada, era increíble que se mantuviera fuerte ante una situación que volvería loca a cualquier otra mujer. Tras llegar a su hotel por su equipaje, mientras los mayordomos del lugar subían las valijas a la parte trasera del carruaje, Jeremy le entregó una carta al encargado del hotel.
—No se preocupe, Sir Williams—respondió el hombre inclinando su cabeza—llevaré su carta a buen recaudo.
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Cuando el reloj marcaba las cuatro de la tarde, habiendo ya salido el carruaje de la ciudad, la carta de Jeremy por fin logró llegar a su destino en la misma ciudad. Fue así que, una hermosa y elegante doncella, caminó hasta la sala de té de la princesa para entregarle la carta a esta. Sorprendida ante la misiva de su padre, leyó con curiosidad la carta:
"De sir Jeremy Williams,
Para mi estimada hija, la luz de mis ojos, mi mayor orgullo. Espero que Dios le esté dando a ti y a mis nietos una buena salud, en estos días deseo poder visitarte. Lamento molestarte con esta pequeñez que quiero pedirte, pero quiero ayuda a una persona. Hoy pude salvar la vida de un pobre bebé, el cual quedó huérfano. Cuál fue mi sorpresa al encontrarme en el mismo hospital a la nueva duquesa de Rosaria, ¡Lo ha adoptado como su protegido! ¡A un plebeyo! ¿Puede creer eso?
Lastimosamente, debido a la situación, la joven duquesa se ha olvidado de comprar un ajuar apropiado para la temporada y es probable que mañana ella tenga que asistir a su primer baile en sociedad con el uniforme de gala de la guardia real... si bien soy ignorante de la moda para las mujeres, sé que es muy importante para ustedes, por lo que deseo pedir su favor para organizar un ajuar para antes de la noche de mañana. Confío en su buen gusto, puede hacer uso de la siguiente asignación que la reina me tiene que dar para costear todo lo que se pueda.
Si puede darme el honor de tener su apoyo con esta petición, dejaré anotada la dirección de la casa donde se tendría que llevar el ajuar.
***Con todo el amor del mundo\, su padre.***"
De inmediato, la princesa consorte dejó en sus piernas la carta, mientras se quedó varios segundos en silencio. Si bien el nombre de la duquesa se le hacía familiar, no lograba atar los cabos sueltos, por lo que tuvo que pedirle ayuda a su doncella más cercana.
—¡Oh! ¡Debe ser lady Serena!—le aclaró Gloria—es la hija del fallecido duque de Rosaria, la única mujer que la reina aceptó para ser parte de la guarida real.
Fue así que un clic se escuchó en su mente, tapando su boca ante lo que había recordado. Claro que recordaba a la joven duquesa, ya que un día, visitando a su esposo en el cozo de entrenamiento de la guardia real, se había encontrado con una situación bastante complicada hacía dos años.
El cozo de entrenamiento, el cual tenía una sección de entrenamiento enfocada en fuerza, era uno de los primeros lugares que ella debía de cruzar para llegar directo a la zona central. Sin embargo, cuál fue su indignación al notar como una mujer estaba sangrando en la cabeza mientras un soldado se reía de ella.
Al parecer, mientras ella levantaba una pesa, el soldado le había arrojado a la cara un balde con agua sucia de los sanitarios, haciendo que ella perdiera el equilibrio y el pesado objeto la golpeara. Sin embargo, cuando el hombre iba a tirarle un segundo balde, la mujer logró taclearlo y mantenerlo inmóvil en el piso justo el tiempo necesario para golpearlo con una pesa un poco más pequeña.
La mujer, la cual estaba vestida con una sudadera y una camisilla, se levantó mostrándose autoritaria ante el soldado. Si bien la mezcla de sangre y agua sucia marcaba aún más sus tonificados músculos, dejando a la vista un cuerpo mucho más trabajado que el de una mujer promedio, pero sin ser la cuarta parte del cuerpo de un soldado masculino, aquello no la doblegó ni un solo segundo.
La princesa heredera nunca supo lo que pasó después, ya que el instructor a cargo de la sección intervino y ella siguió su camino para encontrarse con su esposo, pero de vez en cuando recordaba aquel hecho y se preguntaba sobre el destino de los dos protagonistas de ese día.
—Así que es ella—susurró con una sonrisa—¡la vida es demasiado pequeña!
—¿Mi señora?—preguntó confundida su doncella.
—Gloria, contacta a mi costurero y joyero personal—habló la princesa—diles que necesito hablar con ellos hoy mismo.
Observando a su doncella marcharse de la sala de té, la hija de Jeremy siguió releyendo la carta. Tenía mucha emoción por saber lo que pasaría, ya de por sí era una sorpresa muy grande que su padre decidiera ayudar a alguien usando el sueldo completo del siguiente mes.
jajajajaja jajaja
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