El mundo conocido está dividido en tres reinos, el mundo humano, el cielo habitado por los dragones celestiales y los zorros inmortales, mientras que entre ambos reinos se encuentra el reino de las bestias demoníacas. El gran dragón celestial tiene tres hijos, dos príncipes y una princesa consentida.
Fue prometida a un matrimonio al que se niega rotundamente. Ella, Yareli, única princesa y gran comandante de los ejércitos celestiales que lideró varias batallas consiguiendo muchos logros. Siendo respetada por todos sus méritos y grandes logros, ahora se veía en la obligación de casarse con alguien que mi siquiera conoce.
¿Qué pasará con ella cuando logré escaparse?
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Cap #5
Lord Zen que estaba fastidiado por la arrogancia de la princesa dragón. Había ordenado que la capturen, la necesitaba viva porque esa era la orden del señor Nefasto que se había comunicado mentalmente con él. Pero él, la prefería muerta, descuartizada. Ese carácter orgulloso y arrogante era algo que siempre hacía que ardiera de enojo. Pero no podía desobedecer la orden de su señor.
Yareli recibió los ataques de los soldados, usando su abanico para defenderse, mientras que con la mano libre guiaba los movimientos de la lanza a su voluntad sin descuidar su defensa. Con el abanico creaba ráfagas de vientos a su alrededor. Las hojas pintadas en aquel abanico, con cada movimiento parecían cobrar vida y salían cortando a todos los que se precipitaban contra ella. La lanza parecía tener vida propia, siendo lanzada contra los enemigos como búmeran, dando vueltas de forma tan rápida que solo se veía a los soldados caer, y con la punta plateada brillante, congelaba todo lo que tocaba a su paso, mientras se formaban escarchas que al igual que las hojas cortaban a los enemigos.
Con esa forma de pelear en el campo de batalla, justificaba su arrogancia a la hora de hablar con sus enemigos. Porque no solo era por sus armas, porque mientras utilizaba sus armas ella también peleaba con movimientos ágiles y certeros.
- es como ver a su madre, pero la princesa tiene más elegancia y gracia a la hora de pelear. Es como una danza suave, pero peligrosa-, pensó el Señor Nefasto mientras la observaba.
Lord Zen estaba molesto al ver que sus soldados no lograban hacerle ni un rasguño. Los soldados que aún quedaban se reagruparon rodeando nuevamente a la princesa. Lord Zen invocó dos bestias de fuego de nivel medio para atacarla. Yareli miró a su alrededor. Su lanza se encontraba suspendida en el aire a su lado, apuntando al enemigo con leves escarchas desprendiéndose de ella.
- Lord Zen, te lo preguntaré de nuevo y por última vez, ¿estás seguro de querer esto? Porque te advierto que no saldrás vivo-, declaró ella.
Lord Zen estaba molesto, muy irritado por el resultado que estaba teniendo aquella emboscada. Ordenó que la atacaran, y la pelea siguió hasta que solo quedaban las bestias que fueron cortadas rápidamente, y sin que Lord Zen se lo esperara, ya tenía la lanza de Yareli en su cuello.
- te lo advertí-, dijo Yareli y cortó la cabeza de Lord Zen.
- estoy lo suficientemente motivada como para matar a cualquiera que se me interponga en el camino-, dijo mirando el cuerpo de uno de los 7 señores del reino oscuro.
El señor Nefasto vio un poco sorprendido la frialdad de Yareli a la hora de pelear. Pero no estaba dispuesto a dejarla escapar.
- vaya inútil. Parece que debo ocuparme personalmente-, murmuró aquel nefasto ser que se aproximó al lugar en silencio. Cuando estuvo cerca, apareció frente a Yareli diciendo;
- te pareces a tu madre, pero eres más interesante-, dijo con una media sonrisa.
- ¿quién eres?, ¿cómo es que conoces a mi madre?-, interrogó molesta Yareli.
- Ven conmigo y te hablaré de ella-, respondió.
- no seas ridículo. Si quiero saber algo sobre mi madre, puedo preguntarle a mi padre. Madre me decía que no confiara en los desconocidos-, se burló Yareli con una sonrisa arrogante.
Aquel sujeto frente a ella no pudo evitar reír ante la respuesta de la princesa. Pero tenía que apurarse, ya que sentía la presencia del rey dragón acercándose.
- si no quieres venir por las buenas, supongo que tendré que usar la fuerza-, dijo mientras empezaba a atacar a Yareli, quien logró bloquear los ataques de energía oscura que había lanzado aquel sujeto.
- este hombre. No es tan simple como parece. No se puede comparar a los sujetos con los que pelee hasta ahora. Y esta energía, es demasiado fuerte-. Reflexionaba Yareli mientras bloqueaba o esquivaba ataques de aquel sujeto extraño para ella.
- tengo que apurarme-, pensó porque había sentido una energía que se asemejaba a la de su padre y hermano.
Yareli trató de atacarlo, pero sus ataques no eran muy efectivos, casi no le hacía daño. Y eso empezaba a preocupar a Yareli porque a ese ritmo no podría huir de ahí.
- Maldición, ¿qué debería hacer?-, pensó ya un poco desesperada por la situación en la que estaba.
Volvió a realizar varios ataques infructuosos.
- bien, si no puedo hacer nada, mi única opción es huir. Tengo que encontrar el momento oportuno para salir de aquí. Ese hombre es peligroso-, pensó mientras se agarraba el hombro dónde había recibido un ataque, y para su mala suerte estaba empezando a sangrar. Maldijo mentalmente un par de veces más antes de verse en la necesidad de bloquear más ataques.
Decidió acercarse al borde que separaba al mundo humano de todo lo demás.
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Ese borde era un vacío con solo relámpagos resonando en ella. Siempre se debía cuidar de los relámpagos en el momento de cruzar. Para los dragones y zorros, si tenían un alto cultivo les era posible cruzarlo, pero para los del reino oscuro estaba prohibido por el cielo. Únicamente podrían pasar al mundo humano si el reino inmortal se debilitaba.
Ese era uno de los motivos por los que el reino inmortal y oscuro batallaban constantemente. Querían el control sobre el mundo humano, que era un lugar neutral y ajeno a todo lo demás. Las batallas que libraba Yareli eran para mantener a raya a los seres del reino oscuro. Gracias a su arduo trabajo no habían podido avanzar sobre el reino inmortal.
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Mientras Yareli esquivaba y se defendía de los ataques, se iba acercando al borde. Su idea era huir por ahí en la primera oportunidad que tuviera. Había recibido varios ataques y ahora no solo el hombro le sangraba, sino también parte de una pierna. Gracias a los bloqueos de su abanico y lanza es que podía seguir dando batalla y no había recibido un golpe directo.
- jamás pensé que me vería en esta situación-, pensó y se rio de sí misma. Ya estaba cerca del borde.
El señor Nefasto al sentir que el rey dragón estaba llegando, preparó un ataque más fuerte que las anteriores.
- si no la puedo llevar, es mejor que muera-, se dijo a sí mismo y lanzó el ataque justo en el momento que llegaba el rey dragón. Yareli al ver a su padre, lo único que pudo decir antes de recibir el ataque fue,
- lo siento padre-, y cayó en el vacío desapareciendo de a poco. Al mismo tiempo aquel sujeto tan nefasto sonreía y desapareció del lugar. El rey dragón no había llegado a tiempo.