*Han pasado exactamente dos años desde que me dejaron prácticamente en el altar.
Me llamo Montserrat Diaz, CEO de MONSE COMPANY.
Sentada en mi sillón de color rojo, con una copa en mi mano, mirando el vacío que ofrecía mi ventana, me puse a llorar.
"Maldita seas Enrique, maldita seas Victoria" maldecía a las personas que más odiaba en el mundo, mientras leía en una página de chisme, que ellos dos se habían casado en Hawaii.
Mi vida da un giro al conocer a Aaron Palacios, un joven que al igual que yo, lo han traicionado, mientras yo lo quiero cerca como un juguete, él solo quiere estar lejos de mi.
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5.
MONTSERRAT DÍAZ
Tenía razón Aarón. Después de satisfacer mi capricho, lo iba a dejar. Dejé que Aarón se fuese. Me regresé al supermercado. Andaba con Andrea, mi prima.
— A penas viste a ese mesero, me dejaste tirada.
— ¿Terminaste de realizar tus compras? La verdad me quiero ir a mi casa.
— ¿Qué te causó tanto mal humor? No me digas que te gusta en serio ese mesero.
— Nos vemos Andrea. ¿Puedes tomar un taxi, verdad? No estoy para bromas, creo que tuve suficiente por hoy.
— Okey, puedes irte. Tomaré un taxi. De haber sabido que me ibas a dejar botada aquí, hubiese venido en mi propio auto.
— Perdóname, solo por esta vez.
Me marché a mi departamento. Al llegar me quité los zapatos de tacón alto, y fui directo al mueble de los vinos. Tomé una copa y empecé a beber.
¿Me he vuelto una persona asquerosa? Estoy harta de esto, pero Aarón me gusta.
Llamé a Aarón.
"El número que usted marcó está apagado o fuera del área de servicio"
¡Maldito Aarón! ¿Me bloqueó? Todos quieren una cita conmigo, pero este estúpido no quiere nada.
¿Por qué me estoy obsesionando con él? Soy Montserrat Díaz, juro por mi nombre que Aarón será mío.
A la mañana siguiente, antes de ir a la empresa, fui a la universidad pública. Solo que esta vez, esperé en el auto.
Vi que venía caminando. Me bajé del auto.
— Aarón— Él llevó su mano a su cara, haciendo un mal gesto.
— Deja de venir a la universidad, deja de seguirme.
— Trabaja para mi empresa. Sé que estudias finanzas, podrías trabajar para mi— Aarón me miró muy serio.
— NO.
— ¿Por qué no?
— Para qué me acoses todo el tiempo.
— Podemos ir a tomar un café y hablar de las condiciones del trabajo. En mi empresa soy muy profesional.
Se acercó una chica.
— Aarón. Podemos hablar— Era la misma chica de ayer.
— Elene. No puedo, en este momento, voy con..
— Su novia— me salió espontáneo.
— ¿Novia? — Él me miro.
— ¿Ella es tu novia?
— Sí, soy su novia. ¿Y tu quien eres?
— Soy Elene, su ex.
— Mmmm, pensé que Aarón siendo un hombre muy guapo, tenía mejores gustos— la miré de pies a cabeza. Lo bueno es que ya me tiene a mi— le sonreí.
— ¿Quién te crees estúpida, para decirme esas cosas?
— ¿Quién te crees tú para andar detrás de mi novio? — le subí una ceja.
Aarón tenía una cara de molesto.
Elene estaba aún más molesta. Solo dio media vuelta y caminó hasta la entrada de la universidad.
— ¿Novia? ¿En serio?
— Vamos, verdad?
AARÓN PALACIOS
Por una parte, me sentí bien, cuando Montserrat puso en su lugar a Elene. Y no es como si yo no pudiese hacerlo. Solo que siendo hombre, jamás le diría cosas desagradables por qué aún la amo.
— No. Te lo pido por favor que ya no me molestes. No hay necesidad de que te estés rebajando. Eres una mujer muy bonita, con recursos y profesional. A mi no me gustas. Aunque no quiera aceptarlo, yo amo a esa chica.
— Pero ella te traicionó.
— ¿Qué cosa no sabes de mi? Eso es molesto. Aunque ella me haya traicionado no te da el derecho de que andes averiguando todo de mi. ¿A ti te gustaría que me ponga a investigar sobre tu vida?
— No me molestaría.
Saqué mi celular y puse en el buscador el nombre de Montserrat.
— ¿Cuál es tu apellido? Montserrat, ¿Qué?
— Díaz.
— Okey Montserrat Díaz— leí unos cuantos encabezados y la miré— Los medios de comunicación no hablan bien de ti.
— Todo eso es mentira.
— A esos dos, yo los conozco— le enseñé la foto de los dos hombres que estaban con ella en el restaurante el día que yo le serví de mesero.
— ¿Te importa mi pasado? Desde un inicio he sido clara contigo. Me gustas y quiero que seas mi juguete.
— Hablemos en otro momento. Todo el que pasa nos ve raro y a mi no me gusta ser el centro de atención.
Montse me tomó la mano.
— Sube al auto, y hablemos en otro lugar. Si no puedo tenerte de juguete, por lo menos trabaja para mí.
Me quede paralizado. Sentía mis orejas arder de pena.
— Vamos— Subí al auto y ella sonrió.
Elene miraba desde la entrada de la uni.
En el camino, Montse no dejaba de verme. Me sentía como un animal que iba al matadero. Llegamos a un edificio muy lujoso.
— ¿Dónde está el Café? ¿Qué sitio es este?
— No tengas miedo, vivo en un departamento. Tomaremos el café ahí.
— Okey.
Llegamos a su departamento, había una copa en una mesita, era como si había tomado la noche anterior.
— No eres muy ordenada que digamos.
Ella preparó un café.
— El café era trampa– se acercó tan cerca y de frente.
— ¿Trabajarás en mi empresa o serás mi juguete?— se acercó a mi oreja que podía sentir su respiración.
— No soy juguete de nadie. Aceptaré trabajar en tu empresa, como parte de mi pasantía semestral.
— De acuerdo.
— Solo que con una condición. En la empresa solamente seré un pasante, no quiero que me acoses.
— Está bien. Aceptaré esa condición de no molestarte jamás en mi empresa, solo si, me regalas un beso.
Me levanté del sofá.
— Me tengo que ir— me estaba poniendo nervioso.
Ella se acercó, con su sonrisa coqueta, me puso los brazos alrededor de mi cuello.
— No te pongas nervioso, solo es un beso— Fijé mi mirada en sus labios.
Mi corazón se aceleró. Es estúpido todo esto. ¿Por qué me pongo así por una mujer que no es Elene?
Ella me besó con tanta sensualidad.
— Listo. Estás hechizado— Ella sonrió — Te espero mañana en mi empresa. ¿A qué hora podrás realizar tus pasantías?
Mi cerebro dejó de funcionar y aunque la escuché no procesé la pregunta de ella.
— Tú cuerpo es sincero. ¿Juguete o Pasantia?
Juro que quedé como un completo estúpido, sin decir nada. Mi instinto como hombre, me delataba.
— Podré hacer las pasantías de 1 a 5 de la tarde, ese es el tiempo que tendré disponible este semestre. Me retiro.
Salí de la casa de Montserrat casi corriendo.